Capítulo 23 "Un nuevo burdel"

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La noche cayó al igual que Diago, quien se durmió recostado en la esquina. Cogí la manta que tenía encima y sin tocarle le tapé. Parecía que estaba temblando mientras llamaba a su madre, inquieto y triste. Algo dentro de mi corazón se rompió al verlo en ese estado. El duque también estaba durmiente en el asiento de enfrente, llevaba media hora intentando dormirme pero al parecer el sueño había desaparecido a causa de estos últimos días de descanso.

—Basta. —Miré al duque extrañada. Gotas de sudor le caían su rostro acalorado mientras sus brazos cruzados empezaron a temblar—. Basta, basta. — Repitió varias veces.

—¿Carlos?

—Yo...no...Marian...Yo no soy... ¡Basta! —Se puso de pie de un salto sorprendiéndome, pero cayó al no ponerse bien en equilibrio.

—¿Carlos estas bien? —pregunté preocupada, tenía un aspecto horrible, era la primera vez que lo veía así, así que horrorizado.

Se quedó parado, recostando la cabeza sobre mi pecho, mientras su respiración volvía poco a poco a la normalidad. Podía notar el calor que desprendía su cuerpo, casi abrasándome. Sin ni siquiera pensarlo puse mi mano en su cabellera y le acaricié intentando que se calmara. Pensaba que el duque se alejaría pero no fue así, siguió a mi lado. Mis mejillas se enrojecieron un poco. Nunca había visto así al Duque, nunca le había visto tener pesadillas aunque ahora que lo pensaba nunca lo había visto ni siquiera dormir ya que siempre me quedaba sobada antes que él. Preocupada por su extraño comportamiento revisé si tenía fiebre. Si, está realmente ardiendo.

—Oye Carlos, tienes fiebre, ¿quieres que te de agua o algo?

Este no dijo nada, simplemente se levantó sin mirarme y se sentó a mi lado apoyando su cabeza en mi hombro. Sus mofletes estaban más rojos que los míos y tenía los ojos cerrados. Al instante supe que se había dormido o ¿había estado dormido todo el rato?

—Enserio, eres muy raro —comenté tapándome la cara de la vergüenza.

La noche pasó rápidamente viendo como los dos dormían y jugando con el móvil, leyendo historias y cómics.

—Buenos días. —Le sonreí.

—Buenos días. —Me contestó sobándose los ojos el pequeño.

—Buenos días. —Rápidamente el peso de mi hombro desapareció. El duque había despertado, ¿Ya había vuelto a ser el mismo duque de siempre? Le devolví el saludo con mala cara aunque no le dio mucha importancia.

—¿Emprenderemos hoy el viaje? —habló Diago.

—Sí, hoy volveremos a Valencia. Supongo que si no nos encontramos con problemas llegaremos por la madrugada.

—¿Por qué volvemos a Valencia? ¿No deberíamos ir lo antes posible a la biblioteca real?

—Señorita usted creé que está en condiciones para ir. Admito que lo mejor sería lo que usted ha dicho pero no podemos ir estando como esta sin usar las piernas, sería una carga.

"¿Carga?", quiero golpearlo bien fuerte para a ver si el duque de la noche anterior saliera, parecía el "doctor Myster Hide". Dos personas totalmente diferentes compartiendo un mismo cuerpo. Enserio, si me dijera que le ocurría eso yo me lo creería completamente.

Carlos salió del carro para llevarlo, conduciendo a los caballos, Diago me dejó todo el asiento para recostarme y dejar los pies en alto con la manta. Aún sentía punzadas de dolor en las piernas con el mínimo movimiento que hacía. Volví a coger el móvil buscando alguna distracción del traqueteo del carro, abrí un libro que había descargado de la red social más famosa de escritura y seguí la novela que había empezado esta noche.

Debajo de mi camaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora