Capítulo 5 "Zapato roto"

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—¡Señorita, por favor espere! —chilla Isabel corriendo detrás de mí—. ¡Por favor mi señorita!

Mi cabeza echaba humo de la rabia que ahora mismo sentía. "Me ha pegado una paliza, me desnuda y encima me miente el cabrón" pensé mientras corría por los pasillos en su busca. Isabel se negó a darme la ubicación de su paradero por miedo a que pudiera hacer algo.

—¡Se va a enterar de lo que vale un peine este rubio teñido! —chillé a todo pulmón. Mi rabia explotó como una bomba cuando lo vi desaparecer al girar la esquina al fondo del pasillo—. ¡Tú, puñetero Duque! —Me levanté la falda para correr aún más rápido ganándome una que otra mirada de desconcierto e impresión del servicio mientras hacia este perseguimiento.

—¡Mi señorita, espere!

Llegué al fondo del corredor, giré la esquina pero no vi al Duque sino unas escaleras de mármol muy largas. Intento pararme pero escucho como los tacones se rompen alzándome al aire. Esperé el buen golpe, pero no llegó. Aun con los ojos cerrados por el miedo sentí como algo paró la caída rodeando mi cintura.

—Por favor señorita, tenga cuidado, no habrá sido la primera vez que alguien fallece cayéndose por las escaleras. —Escucho como una suave voz me habla al oído, lo que me provocó un escalofrío por todo mi cuerpo.

Abrí mis ojos y vi el rostro de un joven con unos grandes ojos verdes y una nariz griega manchada de pecas por el sol. Sus labios estaban entre abiertos con una pequeña curvatura y sus rizos negros se escapaban del gorro sucio que tenía. Su cara se me hacía familiar... "¡David! ¡Es un calco de mi hermano David!"

Me aparté de él, le agarré los brazos y me acerqué para observarlo mejor.

—¿Señorita? —tartamudeó con un cierto rubor en las mejillas.

—No, tú eres más guapo que mi hermano —suspiré.

—Yo...

—¡Mi señorita! ¿Le ocurrió algo? —Me preguntó entrecortadamente Isabel, estaba acalorada y sudando por la pequeña carrera que le había hecho pasar.

—No me ha pasado nada —Le quité importancia. Me separé del muchacho con cierto olor a pan recién horneado—. Gracias a él no me ha ocurrido nada. —Le di unos golpes amistosos en la espalda— ¿Cómo te llamas? —Le pregunté.

—¿Perdón? —preguntó desconcertado.

—Pero bueno, ¿es tan raro enserio pedir los nombres a las personas de aquí?

Después de que me dijera su nombre, Antonio, le volví a dar las gracias y me senté en una de las sillas del salón al cual había llegado por las escaleras. Mis pies dolían así que sin pensar mucho me quité los zapatos y suspiré de alivio.

Mi mirada se alzó hacia la pared donde había un gigantesco cuadro de un señor con cabellos rizados como el oro donde encima poseía una corona. Tenía una barba no muy larga y sus ojos te miraban de forma imponente, su vestimenta era bastante elegante aunque la mitad era tapada por una gran capa roja. Miré hacia abajo donde había una corta frase en el marco del retrato, "Nuestro salvador Jaume prime...".

Mis ojos se abrieron como platos, si este es un retrato del Jaume que estoy pensando entonces...

—Isabel, ¿quién es esa persona? —pregunté señalando el cuadro y ella inmediatamente me vio extrañada.

—Mi señorita él es el reconquistador de toda la región, nuestro salvador. Aunque no se fie mucho del retrato —Se acercó a mi oído y susurró—: Dicen que se teñía el pelo para parecer más bello ya que su hijo no nació con la misma cabellera.

Debajo de mi camaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora