Capítulo 27 "El Duque Salvador"

7 1 2
                                    

Sumergí la cabeza en el agua y la sacudí para después sacarla. La imagen no se iba de mi mente. Me abofeteé varias veces pero nada, no se iba, llevaba aquí más de dos horas y media seguro pero no me quería ir porque en la cena las vería.

—¡Qué vergüenza! —susurré mientras me estiraba en el agua—. Seguramente ya habrán cenado sin mí. —Toqué mis mejillas que ardían, no sabía si por el calor de las aguas hirvientes o por la escena entre Guadalupe y la Rosa.

Crucé los brazos en mi pecho desnudo y estiré mi cuello alzando la mirada al cielo estrellado. No me podría esconder aquí para siempre pero tampoco quería salir, de momento no.

La puerta se abrió aunque no me di cuenta y la persona entró en el agua al lado contrario de mí, mirándonos cara a cara. Su pelo rubio aun estando mojado brillaba al igual que su piel la cuál enrojeció al tacto del agua caliente. Sus ojos verdes oscuros me devoraban en una mirada que no pude descifrar. Sus mejillas estaban un poco rojas.

—¿Nos has visto, no? —Mis nervios aumentaron tanto que no pude pensar con claridad.

—Yo, lo siento, creía que estaba Diago solo allí. —Empecé a tartamudear haciendo gestos—. Yo no tengo nada en contra entre el amor de dos mujeres, ósea las lesbianas y eso. —Tragué duro—. Puedes querer a quién quieras, a mí no me molestas ni nada, ¿sabes que yo tengo un amigo gay? —Terminé de decir todo de parrafada con una sonrisa tensa.

—¿Lesbianas?

—Sí, ósea, que os amáis como pareja. Que dos chicas se quieran como amantes. —Seguía mirándome con un semblante serio—. Igual que mi amigo que es gay, que solo le atraen los chicos. —Me quedé en silencio por miedo de haberla ofendido y volví a tartamudear—. Yo soy hetero pero respeto. —Ella soltó una pequeña risa.

—¿Lesbianas, gays, heteros...? Desconocía de esos términos. —Apoyó su cara con su mano en una de las piedras donde se recostaba—. Muchas categorías.

—¿Perdón?

—¿Por qué categorizas una idea tan abstracta cómo el amor o el deseo?

—Bueno, un amigo me dijo que hay personas bisexuales que les atraen los chicos y las chicas por igual. —Carcajeó más fuerte.

—¿Hay? ¿Cree que una persona se puede clasificar así? Cuando una persona se enamora tiene que ver a esa persona con distinta perspectiva, realmente esa categorización te limita. ¿Cuándo te enamoras realmente lo haces de la persona o de su categoría? Dios creó al hombre y a la mujer para estar juntos, se supone que no debería de haber nada más.

—No entiendo, ¿qué quieres decir? —Lentamente se fue acercado a mí, hasta quedar enfrente, a unos pocos centímetros de que nuestra piel se tocarán.

—¿Si te enamoras de una persona pero esta cambia de sexo repentinamente tú seguirías con ella? Si te mintiera diciendo que es una y después es otra, ¿qué harías?

—Es difícil. —Realmente no sabía que contestar, nunca me había planteado que me gustaran las chicas así que siempre me he dicho que era heterosexual.

Noté como el poco espacio que había entre nosotras desapareció. Sus dedos delgados acariciaron mis piernas mientras se ponía en medio de ellas. Las levantó sacándolas del agua un poco y aproximó su rostro a una de ellas. Sus calientes labios posaron un beso en una de ellas y después en la otra, sin embargo no apartó su cara. Me miró y el color volvió a salir de mis mejillas. El pelo se me erizaba con cada acaricia suya y su mirada hacía sentirme de una manera que no había pensado que una chica me podría hacer sentir.

Se aproximó a mi rostro y yo, aún paralizada, la dejé posar sus labios de mi oreja. Un olor suave a alcohol llegó a mi nariz.

—Te he adelantado la recompensa. Ahora contéstame a esta pregunta... ¿Lo dejaría de amar?

Debajo de mi camaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora