Harry estaba dormido hasta que alguien abrió la puerta de su cuarto tan bruscamente que casi saltó de la cama. Era Galen, tenía los ojos rojos y la cara hinchada. No tuvo tiempo para preguntar qué pasaba ya que su hermana ya estaba sentada a su lado mientras se soltaba a llorar.
—Se fue, Harry —logró decir mientras lloraba —. Fui a su habitación y ya no estaba, papá me dijo que se fue ¿por qué se iría? ¡¿Por qué ahora?!
—Tal vez tenía cosas que hacer —esta vez fue al mismo Harry quien le molestó ser tan fría.
—¿Más importantes que nosotros? —levantó su cara de entre sus manos.
«No le importamos» le quería decir, pero era una verdad que quizá ella no pudiera aguantar, o aceptar.
—Tuvo que pasar algo serio para que se tuviera que ir, seguro es algo que no dependía de ella —por supuesto que todo lo que decía eran mentiras, las cosas habían cambiado, y aunque a él le daba igual, para Galen no era así; Anais siempre llegaba a casa unos cuantos días antes que Giles y se quedaba unos pocos más después de que él se fuera, pero ahora había sido todo lo contrario, había llegado apenas la noche anterior y se acababa de ir esa madrugada.
—Creí que pasaríamos navidad juntos, nosotros cuatro.
—Tal vez vuelva, no sabes a dónde fue.
—¿Sabes? A veces pienso que no sabemos realmente en dónde está —y tenía toda la razón.
—¿En serio crees que nos miente? —Harry no se lo había preguntado antes a sí mismo, pero ahora que lo hacía no le sorprendería que la respuesta fuera afirmativa.
—Nunca nos trae nada, recuerdos, algo. Nada.
—Que materialista —susurró Emma, la podía imaginar sonriendo.
—No es su obligación traernos algo —dijo él.
—¡Es fácil para ti decirlo! —se puso de pie de golpe —A ti no te importa, —le gritaba con voz ronca a causa de las lágrimas —te da igual tener algo para recordarla o no ¡pero a mí no! ¡No te importa nadie! —salió de la habitación cerrando la puerta muy fuerte.
Harry seguía con la espalda en el respaldo de la cama y las cobijas hasta arriba. Galen le había gritado (de verdad), y estaba enojada con él (de verdad). No era broma, no era sólo un drama.
—Tal vez tenga razón —le dijo Alison al pie de la cama.
—Por supuesto que la tiene —le dijo Emma desde el sillón —. Ya es bastante tenernos a nosotros mismos para preocuparnos de otras personas.
—Pero a mí sí me importa Galen —dijo Harry en un susurró, a pesar de que era cierto permaneció en su habitación.
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Los tres estaban en la entrada principal de la casa, Harry nunca antes había llegado tan lejos (del que le hacían llamar su hogar). De forma un poco literal.
—Hasta luego, Giles.
—Hasta luego, Edward.
—¿Tan rápido te vas? —Galen estaba de brazos cruzados, hacia aire y el cielo estaba nublado amenazando con llover.
—Los negocios siguen, no tienen vacaciones.
—Nosotros tampoco ¿cierto?
—Por supuesto que sí, justo ahora he pausado todas sus clases.
—Me refiero a vacaciones juntos, los cuatro.
—Galen, yo no me puedo dar ese lujo.
—¿Y Harry si? —La paciencia de Giles era increíblemente fuerte. Eso era lo que provocaba que diera miedo.
—Sí, algún día. Los veré pronto —sin decir más se metió en la camioneta que lo esperaba.
Vieron como el coche se ponía en marcha, cruzaba la barda y se alejaba. Hasta que se perdió y ya no se vio más.
—¿Por qué todos mienten? —Galen no esperó una respuesta, se metió corriendo a la casa.
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Harry llamó a la puerta y no espero a tener respuesta (sabía que aunque lo hubiera hecho no la habría recibido) y entró, Galen estaba abajo de sus cobijas.
—¿Podrías llamarle a Louis?
Ella se fue dando vuelta de tal forma que se iba sentando, miró a su hermano como él lo hubiera hecho: sin expresión. Él en cambio, sintió que no la conocía, en ese momento se parecía más a él que a ella misma.
—¿Qué? —cuestionó incrédula.
—Quiero que Louis venga, pero no le puedo llamar.
—No es mi problema —le respondió tajante. Justo como Harry lo hubiera hecho, o eso pensaba ella. Y eso le molesto a él, su hermana era mejor persona, no tenía porque caer tan bajo.
—No actúes como yo.
—¡¿Con qué derecho me lo dices?! —sus ojos volvían a tornarse rojos —¡Estoy harta de que nunca me cuenten las cosas! ¿Por qué tú sí puedes actuar como un hijo de puta? —no le molesto insultar así a su propia madre, eso fue lo que más le dolió, que ella la había lastimado tanto que ya no le importaba decir cualquier cosa de ella —¡¿Por qué todos actúan como unos imbéciles?! ¡No soy idiota! ¡Puedo entender lo que sea que haya más de un "así tiene que ser las cosas"! —gritaba tan fuerte que en sus palabras se escuchaban como era que se hacía daño en la garganta.
—¿Tienes algo más que decir?
—Odio que seas tan idiota, —soltó las palabras con dolor, haciendo que Harry sintiera como su corazón se agrietaba un poco —una mierda de persona con todos, y justo ahora odio que seas tan paciente conmigo porque no me dejas odiarte.
—Vaya —había llegado hasta la cama para sentarse a su lado.
—Odio que no me cuenten lo que pasa, odio que sean tan egoístas conmigo, odio que papá esté fuera todo el maldito tiempo, odio que mamá nos haya abandonado, odio que seas un amargado, odio que cuando era pequeña las madres de mis amigas me invitaran a mí y a mi familia a comer y tuviera que decir que no porque ustedes no estaban, ¡odio que para los demás no estés a pesar de que estés aquí! Odio que nunca te hubieras aventado de la resbaladilla conmigo, que nunca me hayas acompañado al parque para pelearnos por un columpio, que nunca te hayas reído cuando me caí y me raspe, odio que no hayas arruinado mi primera cita porque odiabas al chico con el que salía, odio que nunca me hayas aventado a mi pastel de cumpleaños —a este punto no era sólo Galen la que estaba hecha un mar de lágrimas —. Odio que nunca me hayas dicho que soy fea, que nunca me hayas golpeado. Odio que siempre fueras tan bueno conmigo y que, mientras yo vivía y formaba mis mejores recuerdos, tú estabas estudiando cosas que nunca usarás o encerrado en tu habitación ¡Y odio no saber por qué! —Galen llevó las piernas a su pecho para abrazarlas y ahora si echarse a llorar en serio.
Harry dejó sus lágrimas correr y se acercó lo suficiente para abrazar a su hermana. Su padre le había prohibido decirle la verdad a Galen. Pero era algo importante lo que estaba en el medio. Algo que para él tenía razón de ser y que quería de verdad. Más bien, había alguien.
—Si te cuento la verdad, ¿llamarás a Louis? —Galen soltó una risita, no podía enojarse con su hermano, y más ahora que, en ese momento de tensión su único deseo seguía siendo ver al chico de ojos azules. Aun con el rostro escondido le respondió.
—¿En serio estás enamorado de él?
—Tal vez.
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Un destino contigo [L.S]
Teen Fiction-Estás condenado, hijo. Que no se te olvide, nunca -se dio media vuelta para salir. Al cerrar la puerta las lágrimas empezaron a resbalar por sus mejillas, hace mucho que no sentía ganas de llorar, todavía más el tiempo en que no se lo había permiti...