Louis

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La historia de Louis

ante los ojos de Louis

No sé todo, pero algo de lo que estoy completamente seguro es que mi padre murió de tristeza.

No conozco la historia completa, pero sé lo necesario para poder imaginarme los trozos que faltan.

Mis padres tuvieron que escapar de sus casas ya que a mi abuelo (el papá de mi mamá) no le gustaba la idea de que mi madre se casara con mi padre. Siento que estoy repitiendo muchas palabras, lo sé, pero no me culpes, ya no recuerdo sus nombres.

Mamá murió cuando yo nací, una vida por otra, y no he dejado de sentir culpa por eso.

Mi papá me cuidó hasta que ya no pudo hacerlo.

Recuerdo que todas las mañanas mi padre despertaba con los ojos rojos, me daba una sonrisa y se iba a trabajar, al llegar a casa me daba una sonrisa y después se iba a su recamara, y en las noches lloraba, a veces decía su nombre, bueno, quiero creer que ese era el nombre de mi mamá.

Un día mi padre ya no salió para sonreírme, creí que quería estar solo; tenía cinco años, sabía cocinar (un poco) pero no sabía que una persona se podía sentir tan mal, yo sólo conocía el dolor de los raspones, de tu lengua cuando te bebes algo muy caliente, sólo conocía el dolor físico, no sabía que había algo dentro de ti que también sentía y que desafortunadamente no había ningún remedio para detener el dolor.

Llegó la noche y papá no lloró, eso me hizo un poco feliz, no quise molestarlo, no después de que al final estaba mejor. El señor que siempre iba a cobrar la renta apareció al otro día, se adentro y no le importó que le dijera que no debía de molestar a mi papá ya que después de muchos días había dejado de llorar, me apartó y entró a su habitación sin tocar.

Ahora sé porque no había salido a sonreírme y porque había dejado de llorar.

Murió de tristeza.

Ahora que soy mayor pienso que tal vez él decidió que así fuera, dejarlo todo para regresar con ella, pero esa es otra cosa que tampoco sé. Nunca supe porque murió (de tristeza, sí, pero me refiero a lo que diría un doctor). A veces pienso que tal vez se suicidó, y eso me hace sentir culpable por no haber sido un mejor hijo para así poder darle una razón para que se quedara.

Lo que sí supe fue que al siguiente día iba en camino a un orfanato en medio de la nada. Creo que hasta ese momento empecé a entender que me había quedado solo, sin familia. No me dolió antes, no lo hace ahora. Pero a veces siento ese vacío inexplicable que lo único que me murmura es que me falta algo.

Había muchos bebés, niños y otros no tanto. Recuerdo sentirme triste, me había preguntado si yo también moriría de tristeza, pero eso cambió inmediatamente cuando una niña me habló, era sólo un poquito más pequeña que yo.

Su nombre era Gisele. Digo era porque ya no sé nada de ella.

—¡Hola! Me gustan tus ojos —me había dicho —¿Quieres jugar?

Desde entonces nos sentábamos juntos en el desayuno, comida y cena; siempre jugábamos. Eramos inseparables, era como la hermana que nunca tuve. Bueno, eso hasta que una familia la adoptó. Ella estaba feliz por eso, así que yo me puse feliz también, pero cuando vi que se alejaba poco a poco en el auto azul, caí en la cuenta de que ya nunca regresaría y nunca volvería a ver ese auto azul, y otra vez me sentía triste.

Perdí a otra persona que amaba.

Esa noche traté de recordar a papá, pero su rostro era un recuerdo borroso, intenté decir su nombre pero ya no estaba, y el de mamá tampoco. Estaba perdiendo los pequeños y únicos recuerdos de mis padres. Y lloré.

Lloré como nunca había llorado, abracé la almohada que era la única cosa que podía abrazar, extrañaba a mi mamá aunque nunca la conocí, extrañaba a mi papá y extrañaba a Gisele.

Así que me prometí que nunca olvidaría a Gisele como había olvidado a mis padres, no me permitiría olvidar a las demás personas que fuera a mar. Todas las noches repetía su nombre como si la llamara, aunque sabía que nunca iba a aparecer.

Ahora, también me gusta imaginar cómo se vería en este momento, otra cosa más a la lista de cosas que no sé y que posiblemente nunca sabré. Me imaginó que tal vez es más alta que yo, con un cabello lacio y castaño, su sonrisa presente como siempre; quizá ya no corriera por el jardín, tal vez le gustase salir al centro comercial con sus amigos, puede que ella me extrañe también, «Eso espero».

Como es fácil de adivinar: nunca me adoptaron.

Viví en esa casa por trece años, vi a niños llegar y niños irse. Pero yo me quedé. Eso me hizo creer que no era lo suficientemente bonito, o tal vez no era listo, gracioso, obediente, había algo que me faltaba; me hizo pensar que si mi padre ya me había dejado, no habría nadie que me quisiera.

Aun así no dejé que me afectara (bueno, eso trate), no dejé que me rompiera el corazón.

Todo eso me hizo la persona que soy ahora, y estoy orgulloso de mí.

Ahora que soy mayor de edad me tengo que hacer valer por mi mismo, es un poco complicado pero he tenido suerte, nunca me creí muy listo hasta que un día la institución más prestigiosa me mandó una carta para ofrecerme una beca completa, más comida y hospedaje para poder estudiar ya que conocían mi situación (así decía en la carta), lo único que pedían a cambio era un promedio de excelencia, pero creo que hasta ahora lo llevo bien.

Un destino contigo [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora