La historia de Anais
ante los ojos de AnaisSupongo que nunca estás listo para esperar los golpes de la vida, pero tampoco estás listo para superarlos. Hasta que pasa.
Yo realmente no sabía que eso iba a suceder. Pero me dolió, de verdad que lo hizo. A veces me culpo por eso, yo en el fondo sabía que algo así podría pasar.
Giles no estuvo conmigo durante el embarazo, así que cuando fui al hospital para saber el sexo del bebé fui sola. Sería una niña. Yo estaba muy feliz, no era como que prefiriera una niña, yo sólo quería que mi bebé estuviera bien. Giles nunca llamó, así que nunca se lo dije aunque algo me dijera que nada bueno podría salir de eso.
Antes de que naciera yo ya sabía que nombre le pondría, se llamaría Gisele.
Giles llegó un día después de que naciera.
Dios, juro que tenía tanto miedo, no podía verlo a los ojos, las manos me temblaban, quería salir corriendo para ir por mi bebé y asegurarme yo misma de que estuviera bien. Pero él se quedó callado, no la cargo. Sólo recuerdo que le preguntó al doctor cuando me pondría mejor. Me permití estar tranquila.
Llegamos a casa, me alivié. Y él me dirigió la palabra después de todos esos días. Me dijo que me amaba y que estaríamos bien.
Fui tan tonta. No sé por qué no lo vi venir.
Al otro día, después de haber hecho el amor fue que realmente empezó todo.
—¿Por qué no me dijiste?
—¿Decir qué?
—Que era una niña —eso me hizo temblar y sentir náuseas, no pude contestarle por el nudo que se formaba en mi garganta —. Sabes que no nos sirve, sabías que necesitábamos a un niño para la empresa —«No, ustedes lo necesitan».
Mi papá me había explicado lo anticuado y conservador que era Edward Slorah (el padre de Giles), y que nunca dejaría que su amada empresa cayera en las manos de una mujer, incluso si fuera de su sangre. Que su primer hijo naciera varón lo había hecho extremadamente feliz, pero ahora su hijo, no había corrido con la misma suerte.
—Me hubieras hecho abortar —se dio media vuelta y me miró.
—Amas a la niña.
—Claro que la amo, es mi hija —«es nuestra hija», pero sabía que dijera lo que dijera él no cedería.
—Bien; supongo que podrás escoger a sus padres.
Al otro día alguien ya se había llevado a mi bebé al orfanato. Giles dijo que no era bueno tener a una niña que no fuera de la familia.
Supongo que tuvimos suerte, ya que nadie sabía que tendríamos un hijo más que sus padres.
Giles no se fue de casa, estuvo conmigo día y noche, pero sé que lo hizo por el nuevo bebé, ya que después de que supiéramos que sería niño fue que les contó a mis suegros que era una bendición que yo estuviera embarazada (después de haber "perdido" al bebé), y pocos días después los medios ya estaban hablando del pequeño heredero.
Yo seguía pensando en mi Gisele. En mi pequeña.
Nació Harry.
Giles estuvo ahí, y lo cargo.
—Tiene mis ojos.
—Sí —esos malditos ojos, casi literal, los únicos dos dueños de Against-Water tenían esos ojos.
—Puedes escoger su primer nombre.
Juro que trate de cuidar a Harry, pero Giles no me lo permitió, dijo que Harry era de su completa responsabilidad así que él se encargaría de educarlo. Así que nunca veía a mi niño.
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Un destino contigo [L.S]
Fiksi Remaja-Estás condenado, hijo. Que no se te olvide, nunca -se dio media vuelta para salir. Al cerrar la puerta las lágrimas empezaron a resbalar por sus mejillas, hace mucho que no sentía ganas de llorar, todavía más el tiempo en que no se lo había permiti...