{Cap 20} ~Nuevos invitados~

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CAPÍTULO 20


Gracias a la presencia de Hayden, Astrid logró calmarse un poco. Había algo en él, en su simple presencia, que la hacía sentir segura, como si nada pudiera lastimarla mientras él estuviera cerca. Era el ancla en medio de la tormenta que azotaba su mente, y aunque el miedo seguía acechando en el fondo de su ser, agradecía profundamente el alivio que él le brindaba, aunque fuera solo momentáneo.

—¿Bajamos?— preguntó Hayden, extendiendo una mano hacia ella.

La simpleza de ese gesto, tan genuino, le arrancó una pequeña sonrisa a Astrid. Era como si, con ese pequeño acto, Hayden la invitara a regresar a la realidad, a apartarse de la sombra que la acosaba. 

Tomó su mano con cierta timidez, pero con gratitud, y juntos caminaron hacia la sala de estar.

Los demás habían salido, dejando a la pareja en silencio, sentados en el sofá. La televisión proyectaba imágenes sin importancia para Astrid. Los pensamientos seguían agolpándose en su mente, empujando una vez más el recuerdo de aquel mensaje hacia el centro de su atención. No podía permitirse colapsar de nuevo, no en frente de los chicos. El miedo seguía latente, susurrándole al oído que el peligro no había pasado. 

La idea de que él pudiera estar vigilándola, o peor aún, cerca de ella, la aterraba. Cada vez que cerraba los ojos, veía su rostro, recordaba sus palabras y ese tono amenazante que aún le causaba escalofríos.

"¡Estúpida! Díselo a Hayden..." susurró su subconsciente.

No, no podía hacerlo. Si se lo contaba, este se lo diría a los demás, y pronto todos lo sabrían. La vergüenza y el miedo de ser rechazada la paralizaban. Temía que la vieran como una carga, como una extraña. Y después de tanto tiempo buscando amigos, no podía perder lo que finalmente había encontrado.

"Lo estás poniendo en peligro..." la voz en su cabeza insistía, pero Astrid luchaba desesperadamente por acallarla. No era justo para él, pero tampoco para ella.

Mientras Hiccup se sumergía en las carreras de caballos que estaban transmitiendo por la televisión, Astrid intentaba ocultar sus nervios. Sus pensamientos oscuros la envolvían como una niebla densa, y aunque sabía que Hayden estaba a su lado, sentía que él no podría notar lo que sucedía en su interior. El mundo parecía derrumbarse a su alrededor, y solo su determinación evitaba que cayera en picado.

De repente, dos figuras desconocidas entraron en la sala. La llegada inesperada de estas personas rompió el frágil hilo de control que Astrid había logrado tejer alrededor de su ansiedad.

—¿Todo arreglado entonces? —preguntó Hayden, sin molestarse en mirarlos. Su actitud despreocupada y su enfoque en la televisión irritaron a Astrid. Era como si no le importara quién estuviera entrando. 

Se sintió invisibilizada, como si sus propios miedos y preocupaciones no importaran en absoluto. Y sin pensarlo demasiado, le dio un fuerte golpe en el costado.

—¡Ow! ¡Mujeres! ¿Qué demonios te pasa?— se quejó él, girándose hacia ella, pero al notar su expresión enfadada, su actitud no cambió. 

Astrid lo fulminó con la mirada, esperando que captara el mensaje. Pero, en lugar de reaccionar, Hayden volvió su atención a la televisión.

La frustración la invadió. Otro golpe en el costado, y esta vez fue recompensada con un gemido más fuerte, y algunas risas de los dos extraños que aún no había conocido.

—No te preocupes— dijo una chica con una suave sonrisa. —Él siempre es así cuando mira las carreras—

Astrid correspondió la sonrisa, aunque  sentía que la irritación seguía creciendo en su interior. ¿Cómo podía ser tan grosero? No entendía cómo alguien podía comportarse de esa manera frente a sus amigos.

Ahogados en los recuerdos  |EN CURSO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora