CAPÍTULO 17
Había pasado un mes desde el cumpleaños de Astrid, un día que recordaba con una mezcla de cariño y nostalgia. A diferencia de otros años, este fue especial, memorable incluso, pero aún así había decidido no mencionárselo a nadie, ni siquiera a sus amigos más cercanos.Para ella, era un pequeño secreto, un tesoro guardado que no compartiría, aunque el recuerdo la acompañara en silencio.
La escuela, sin embargo, continuaba igual, o quizás peor. Rosa y su grupo seguían acosándola, siempre encontrando una nueva manera de hacerle sentir pequeña y vulnerable. Astrid no entendía qué había hecho para ganarse tanto odio, aunque había notado que desde que Hayden había comenzado a prestarle más atención, las cosas solo empeoraban. Los insultos se transformaban en empujones, y los empujones en golpes que le dejaban moretones y rasguños.
Durante esas semanas, Astrid se había vuelto experta en ocultar los signos de los abusos, usando mangas largas y maquillaje para cubrir los rastros de la violencia que su cuerpo había sufrido.
Una tarde, después de uno de esos encuentros brutales con Rosa y su pandilla, Astrid llegó tarde a casa de los Haddock. Estaba agotada, tanto física como emocionalmente, y su único pensamiento era que necesitaba ocultar las marcas antes de que alguien se diera cuenta. Cuando cruzó la puerta, notó la inquietud en las miradas de Hayden y sus padres, que la observaban con preocupación. Sabían que algo no estaba bien, pero ella mantuvo la cabeza baja, cubriendo sus brazos y evitando cualquier contacto visual. Respondía con monosílabos y fingía normalidad, rezando para que sus intentos de disimulo fueran suficientes.
Afortunadamente, esa noche todo salió como ella esperaba, aunque sabía que no podría seguir ocultando la verdad para siempre.
Si, aún vivía con los Haddock, y aunque sus padres biológicos la llamaban de vez en cuando, las conversaciones eran breves y frías, recordándole solo una cosa: debía mantener todo en secreto. Durante las vacaciones, ni siquiera se molestaron en contactarla. Sin embargo, los Haddock la recibieron con los brazos abiertos, organizando una gran fiesta de Navidad que fue, sin duda, una de las mejores que Astrid había experimentado. Todos asistieron, incluso los maestros de la escuela. Esa noche, por primera vez en mucho tiempo, se sintió parte de una verdadera familia.
En cuanto a Hayden, aunque seguía siendo distante con la mayoría de las personas, era evidente que tenía una novia con la que se comportaba de otra forma. No estaba segura, pero cada día que pasaba, se marchaba de casa diciendo que tenía algo "importante" que hacer, y Astrid no podía evitar preguntarse qué era eso que lo mantenía alejado.
Sus amigos estaban acostumbrados a su comportamiento distante, pero ella no lo entendía del todo. A veces, Hayden se mostraba frío con ella, y en otras ocasiones, volvía a ser el chico atento y protector que conocía. Era una montaña rusa emocional, y Astrid no podía dejar de preguntarse qué pasaba por su mente.
Ese día en particular, estaba en la última clase, esperando con impaciencia el momento de poder irse a casa. Quería estudiar para los exámenes finales y escapar, al menos por unas horas, de todo lo que la rodeaba.
De repente, un codazo la sacó de sus pensamientos. El chico sentado a su lado, claramente aburrido, había decidido molestarla. Astrid lo ignoró al principio, esperando que se cansara, pero después de media hora de insistencia, decidió prestarle atención.
—¡¿Qué?!— susurró molesta, esperando no atraer la atención del profesor.
—Los chicos y yo vamos a la casa de la playa después de la escuela. Estaremos allí hasta el domingo por la mañana. ¿Te gustaría venir?— le preguntó, con una sonrisa relajada.
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Ahogados en los recuerdos |EN CURSO|
Fiksi PenggemarSi quieres definirla con una sola palabra, esa sería, hermosa. ... Astrid es una joven atrapada en una vida sombría y sin salida. Criada en Oslo, Noruega, su belleza natural no ha sido suficiente para compensar la soledad que la rodea. Sin el apoy...