{Cap 21} ~¿Primer beso?~

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CAPÍTULO 21


Hayden no pensaba esperar ni un segundo más para averiguar con quién demonios estaba hablando Astrid. El malestar lo consumía. No le importaba quien fuera, ya tenía suficientes motivos para odiarlo, así que sin más demora, decidió ponerle fin de una vez por todas.

*Sí, eso es lo que haré.* Se convencía a sí mismo mientras caminaba hacia la sala de estar. Había venido a pasar tiempo con sus amigos, así que solo iba a ayudarla a que colgara el teléfono más rápido. 

No quería admitirlo, la molestia que sentía era algo más profundo, más doloroso. Sin embargo, se aferraba a la idea de que lo hacía por el bien de los chicos, y no porque estuviera celoso o algo así.

Entró en la sala de estar y, con un rápido carraspeo, llamó la atención de Astrid. Por un instante, vio el pánico en su rostro, como si estuviera atrapada haciendo algo indebido. Pero en un abrir y cerrar de ojos, esa expresión fue reemplazada por una tímida sonrisa.

—Umm... cariño, tengo que irme— susurró Astrid al teléfono, pero Hayden, decidido, se movió lentamente más cerca de ella, lo suficiente para escuchar lo que decía con más claridad.

—Lo sé, lo sé. Prometo que todo estará bien. Iré a verte. Te lo prometo, yo también te amo—

¿Le ama? El corazón de Hayden dio un vuelco. Pero enseguida, se obligó a tranquilizarse. 

*Seguramente le esté hablando a un niño*, se dijo. Tal vez su primo pequeño o algo así. *Sí, esa tenía que ser la explicación. De todos modos, *lo hice por los chicos*, pensó. *No me importa si Astrid habla con otros tipos... Pff, menuda tontería.*

Tras otro minuto de promesas susurradas, Astrid finalmente terminó la llamada y, con una mirada fulminante, se volvió hacia él.

Genial, pensó Hayden con una mezcla de diversión y nerviosismo. Ahora está enfadada.

*Aww*, se dijo, intentando mantener la calma. *La gatita está tratando de ser un tigre. Adorable*

—Mira, antes de que me golpees con tu puño de hierro— comenzó a decir, levantando las manos en un gesto defensivo, —solo recuerda que no te interrumpí, ¿vale? Esperé hasta que terminaste de hablar. Así que, corta esa cara, gatita— añadió, con una sonrisa tensa, tragando saliva. 

Sabía que Astrid podía ser impredecible cuando se molestaba. Y no quería terminar con más moretones en el hombro.

Astrid lo miró fijamente, y luego, con una sonrisa divertida, le preguntó:

—¿Por qué estás asustado?—

—Pshh, ¿asustado de una gatita como tú?— desestimó él, intentando parecer relajado. —¿Te estás burlando de mí?—

Ella soltó una pequeña risa y se dirigió hacia la cocina sin más palabras, dejando a Hayden sintiéndose ligeramente aliviado, pero aún inquieto. ¿Por qué esa llamada le afectaba tanto?

.

.

.

Maldito Hayden, Hiccup, o como sea que se llame ese imbécil, pensaba Astrid mientras entraba en la cocina. Los chicos comenzaron a gritar en cuanto la vieron y, en un alboroto, corrieron hacia el patio trasero.

La brisa marina la golpeó en la cara cuando cruzó la puerta hacia afuera. El patio era perfecto para una fiesta. Un amplio toldo blanco cubría una zona de tablas de madera perfectamente alineadas, lo que le daba al lugar una calidez acogedora. En un rincón, alejada lo suficiente para evitar que el humo molestara a los invitados, estaba la barbacoa. Al fondo, una piscina relucía bajo las luces.

Ahogados en los recuerdos  |EN CURSO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora