CAPÍTULO 3El eco de la puerta al cerrarse resonó por toda la casa, como el final de una etapa. Los padres de Astrid acababan de marcharse, dejándola en la inmensa mansión de los Haddock. En la sala, reinaba un silencio tenso, roto solo por el suave murmullo del viento de fuera.
Valka estaba junto a Astrid, mostrándole con gestos suaves y palabras amables cada rincón de la elegante casa. Pero Astrid no podía concentrarse. Su corazón latía rápido, tanto por el nerviosismo de estar en un lugar extraño como por la incertidumbre que sentía hacia el hijo de los Haddock, Hayden.
Sabía de él, todos lo conocían en el instituto. Era el chico popular, inalcanzable, ese a quien nunca se le acercaba la gente como ella. Y ahora estaba a punto de conocerlo, compartir techo con él durante meses. El pensamiento la abrumaba.
—Voy a avisar a Hiccup que has llegado—, dijo Valka con una suave sonrisa, y se dirigió hacia las escaleras.
Astrid asintió distraída, su mirada vagando por la inmensidad de la casa, intentando encontrar un ancla para sus disersos pensamientos.
Entonces, fue cuando lo escuchó. El retumbar de pasos firmes descendiendo por la escalera.
Cuando Hiccup apareció en la sala, el aire pareció congelarse. No fue un encuentro común. Fue como si el mundo entero se desvaneciera, dejando solo a ambos bajo una luz intensa que los envolvía.
Astrid sintió un golpe en el pecho, como si todo el oxígeno de la sala se hubiese esfumado.
Allí estaba él. Alto, atractivo, con una presencia que dominaba el espacio. Su rostro, esculpido con líneas firmes y una mandíbula definida, irradiaba confianza. Los ojos, de un verde oscuro y profundo, la miraban con una intensidad que parecía traspasarla, como si pudieran leer hasta el rincón más escondido de su alma. El cabello, desordenado de una forma que parecía calculada, caía sobre su frente, enmarcando una expresión que destilaba misterio y atracción. El chico que había observado tantas veces de lejos ahora estaba frente a ella, y en ese instante, se olvidó de cómo respirar.
Hayden, por su parte, detuvo su andar al verla. ¿Ella?.
La reconoció de inmediato. Astrid, la chica reservada que siempre estaba enterrada en sus libros, ahora parecía transformada, y eso lo sacudió por completo. Era como si la estuviera viendo por primera vez, atrapado por algo en ella que lo desarmaba y del que no podía escapar. Su cabello, dorado y suave como la seda, caía con una elegancia natural sobre sus hombros, brillando bajo la tenue luz. Sus ojos, de un azul profundo y cautivador, lo observaban con una mezcla de confusión y sorpresa, intensificando esa sensación de que el tiempo se detenía. Sus labios, delicados y rosados, parecían tensos, pero había una dulzura en su expresión que lo inquietaba. Todo en ella, su piel suave, la forma en que su figura delicada se mantenía erguida con cierta timidez, lo atraía de una manera que no esperaba, como si la chica que había ignorado tantas veces ahora fuera una visión imposible de apartar.
Ambos se miraron, sus corazones desbocados, como si el destino hubiera tejido ese momento con hilos invisibles y poderosos. Ninguno dijo una palabra, pero el silencio entre ellos lo gritaba todo. La atmósfera vibraba con una tensión eléctrica, una energía palpable que parecía envolverlos, como una corriente irresistible que los mantenía conectados.
Astrid fue la primera en desviar la mirada, incapaz de soportar la intensidad de esos ojos que parecían traspasarla. Sentía su piel arder, el calor invadiendo sus mejillas mientras un rubor profundo se extendía por su rostro. ¿Qué me está pasando? pensó, luchando por controlar su respiración, pero su cuerpo la traicionaba. Se sentía pequeña, indefensa ante la presencia abrumadora de Hayden, quien irradiaba una fuerza aplastante y masculina que hacía que sus piernas temblaran.
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Ahogados en los recuerdos |EN CURSO|
FanfictionSi quieres definirla con una sola palabra, esa sería, hermosa. ... Astrid es una joven atrapada en una vida sombría y sin salida. Criada en Oslo, Noruega, su belleza natural no ha sido suficiente para compensar la soledad que la rodea. Sin el apoy...