CAPÍTULO 14
Hayden descendía por las escaleras hacia el sótano, tratando de despejar su mente. Astrid había insistido en quedarse sola para descansar, y aunque le preocupaba, decidió respetar su deseo. Sin embargo, la preocupación seguía ahí, latiendo en su pecho.
Con un suspiro frustrado, se quitó la camisa y recogió un par de guantes de boxeo de un estante al lado de la puerta.
El sótano era su refugio, un lugar donde podía liberar su frustración y ordenar sus pensamientos. Había convertido esa habitación en una especie de gimnasio improvisado con sacos de boxeo y colchonetas.
Su padre, reconociendo los problemas de ira de Hayden, le había permitido usar el espacio para entrenar, una especie de escape para evitar meterse en problemas. Aunque a veces le parecía que ni él mismo entendía bien esa ira.
Caminó hacia el saco de boxeo que colgaba en el centro de la habitación. Sin dudarlo, comenzó a golpearlo, canalizando su confusión y su rabia. Golpe tras golpe, el eco de los puños resonaba en la habitación vacía. Pero los pensamientos seguían agolpándose en su mente, como una tormenta imparable.
La imagen de Astrid, llorando en el pub, seguía persiguiéndolo. Cada lágrima que ella derramó lo había afectado de una manera que no lograba comprender. La ira que sintió al ver a esos tipos acercarse a ella aún lo quemaba por dentro, pero lo que más le desconcertaba era el dolor que le causaba verla rota. Golpeaba más fuerte, tratando de ahogar esos pensamientos.
"Astrid es distinta", pensó mientras su respiración se volvía más agitada. "Es fuerte, inteligente, y... hermosa."
El golpe que lanzó al saco fue tan fuerte que lo hizo tambalearse. Se detuvo en seco. "¿Hermosa?" Ese pensamiento lo tomó por sorpresa. Había visto a Astrid de muchas maneras, pero ¿hermosa? Se sentó contra la pared, dejando caer los guantes a su lado. La confusión se apoderaba de él.
Necesitaba salir, necesitaba montar a Chimuelo y alejarse un rato para aclarar su cabeza, pero no podía hacerlo. No cuando Astrid había quedado tan afectada por lo ocurrido. ¿Por qué le importaba tanto si estaba sola? No era como si fuera a pasarle algo estando en casa. Pero la imagen de ella, vulnerable, con lágrimas cayendo por sus mejillas, no dejaba de rondar su mente.
Gruñó, frustrado. "¿Qué está mal conmigo?"
De repente, el sonido de su teléfono vibrando rompió el silencio del sótano. Lo sacó rápidamente, y su mal humor se desvaneció al ver el nombre en la pantalla: "Princesa nerd". Era Astrid.
Princesa nerd: *Estoy aburrida, ¿dónde estás?*
Sonrió, algo aliviado. Sabía que ella estaba buscando distraerse, y probablemente también necesitaba compañía, aunque no lo admitiera.
Yo: *Abajo en el sótano, ¿por qué?*
Princesa nerd: *Sube hasta aquí, no es que te necesite ni nada, pero me aburro.*
Se rió para sí mismo. Astrid siempre encontraba la manera de hacerlo sonreír, incluso en los momentos más tensos.
Yo: *Estabas un poco agitada y cansada. Es mejor que descanses, nerd.*
Princesa nerd: *¡Voy abajo! ¡Me siento bien! ¡No estoy cansada!*
Negó con la cabeza, sabiendo que sería inútil discutir con ella cuando se le metía algo en la cabeza.
Yo: *¡No te atrevas!*
Princesa nerd: *Demasiado tarde, ya estoy ahí.*
Suspiró y sonrió al mismo tiempo. Astrid siempre sabía cómo irritarlo y hacerlo reír a partes iguales. A veces, esa dualidad lo volvía loco.
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Ahogados en los recuerdos |EN CURSO|
FanfictionSi quieres definirla con una sola palabra, esa sería, hermosa. ... Astrid es una joven atrapada en una vida sombría y sin salida. Criada en Oslo, Noruega, su belleza natural no ha sido suficiente para compensar la soledad que la rodea. Sin el apoy...