Capítulo 10 | Se merecía morir

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A la mañana siguiente, en París, ubicándonos en aquella mansión escondida en lo profundo de un bosque, el diamante negro, se encontraba en su inmenso comedor nuevo y reluciente, donde la mayoría de miembros desayunaban con serenidad alrededor de una mesa de madera, manteniéndose en total silencio para poder tener toda su atención en los alimentos que consumían.

"Buenos días", dijo Layla, cual había entrado al área desde un corto pasillo, frotando ligeramente sus ojos adormilados con el dorso de sus manos.

"Buenos días", repitieron todos los demás al unísono, sin moverse de sus asientos.

La castaña, le sonrió amigablemente a cada uno de ellos, acercándose a la mesa de a pasos tranquilos, en tanto que los visualizaba detenidamente.

"Siéntate, Layla", dijo Ally. "Link está en la cocina preparando tu desayuno y el de Lei, ya no ha de tardar en venir".

"¿Dónde está él por cierto?", preguntó la fémina, tomando asiento en una de las sillas desocupadas, tal como se lo habían pedido.

"¿Lei?", dijo Fran. "No lo sabemos... desde anoche ninguno lo ha visto".

"Excepto Leia que duerme con él", mencionó Jack.

"Yo creo que le afectó lo que ocurrió", habló Daniel.

"¿Por qué?", preguntó Layla. "Todos cometemos equivocaciones, él no sabía que ocurriría eso... eso sólo demuestra que también es humano, como todos".

"Y ese es exactamente el problema", dijo Fran.

"Lei es muy perfeccionista, y odia equivocarse, así sea en algo mínimo e insignificante", dijo Axel, quien se acercaba a la mesa caminando desde una puerta abierta que conectaba la cocina con el comedor de la casa, dejando así un plato de cristal trasparente y circular sobre la mesa con un par de sándwiches, huevos estrellados y tocino sobre él – un típico y exquisito desayuno estadounidense –"Aquí tienes, buen provecho".

"Gracias...", le contestó ella, con una ligera sonrisa en su rostro.

"Se tomó personal lo que ocurrió", dijo Joseline. "Fue un error de principiante para alguien que ha encarcelado a cientos de personas y asesinado a otros cientos".

"Y eso lo enojó...", dijo Jennifer.

"Sí, lo sabemos", comentó Valentín, con un tono sarcástico en sus palabras. "Rompió mi teléfono el hijo de puta".

"Oye, estás en la mesa, más respeto", dijo Fran.

"A Leia también parece que le afectó la situación", dijo Tai, señalando discretamente a la pelinegro antes mencionada, la cual estaba con su cabeza descansando boca abajo en la mesa, con su columna un poco encorvada y sus manos situadas en sus rodillas, hallándose totalmente en silencio y un tanto lánguida.

"Están decepcionados, se les nota", comentó Axel.

"Sí... tenían un plan y no salió como esperaban, es normal que estén así, muy pocas veces fracasan en lo que hacen", dijo Tai.

"Esa es una desventaja grave que tiene Lei. Su ego no lo deja pensar más allá de sus excelentes y 'perfectos' planes ideados por sí mismo", dijo Roberto.

"¿Es egocéntrico?", preguntó Layla.

"Sí, lo es", contestó Jack. "Aunque no suele mostrarlo. Prefiere guardárselo para no parecer irritante o insoportable... o al menos eso es lo que nos ha dicho".

"Y eso lo hace confiarse de sus habilidades", dijo Jennifer.

"Oigan...", habló Leia, alzando un poco su mirada, observando a los demás con cierta indiferencia y desaprobación en su rostro. "Sigo aquí... lo saben, ¿no?".

El Diamante Negro | Volumen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora