Capítulo 13 | ¿La extrañas?

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Por la mañana, a eso de las 11:00 a.m., el diamante negro se hallaba reunido en el comedor de aquella gran mansión escondida en el bosque, la mayoría; sentados en las sillas que rodeaban la extensa mesa de madera frente a ellos, sin embargo Tai, se encontraba de pie en el suelo, quedándose estático a las espaldas de Joseline, quien tenía su teléfono celular entre sus dedos, sintiendo como el rubio de pecas cocía y cocía la herida que yacía en su hombro con una fría aguja puntiaguda y un largo hilo de color negro.

"Duele", susurró ella.

"Descuida, ya casi acabo", le respondió él.

"Buen trabajo el de anoche, Lyn", dijo Roberto.

"Pudo haber sido mejor", mencionó Axel, estando a su lado, llamando de golpe la atención de todos los individuos en el área.

"¿A qué te refieres?", cuestionó Daniel, en una esquina del comedor, mostrándose un tanto indignado por aquel comentario.

"Me refiero a que pudieron haberlo hecho mucho mejor", repitió Axel. "Seguro que la policía ya los está buscando por lo de anoche".

"Oh, disculpe usted, señor perfección", dijo Daniel. "Para la próxima puede hacerlo usted".

"Está bien", dijo Axel. "A la próxima le diré a Lei que me envíe a mí".

"¡Va! ¡No durarás ni cinco minutos!", dijo Daniel.

"Ya, déjalo", dijo Lyn.

"¡Es que, joder!", exclamó Daniel, más justo antes de que pudiera terminar de hablar, la silueta de uno de los gemelos se mostró alegre en la entrada al comedor, teniendo una de sus manos extendidas al aire y con una larga sonrisa delineada en su rostro alegre.

"¡Buenos días!", exclamó Leia, de forma entusiasta.

A lo que el resto de individuos, al observarle allí, le contestaron de igual forma:

"Buenos días, Leia".

Poco después, junto a la pelinegra, se mostró el otro azabache, aquel con el mechón blanco en su lacia cabellera oscura, portando a su vez una icónica sudadera blanca, no muy llamativa a simple vista, más al detallarla un poco más de cerca, se podía notar el deslumbrante símbolo de un diamante pintado de negro en su espalda.

"Buenos días", saludó el sujeto, con una encantadora sonrisa, moviendo ligeramente una de sus manos de un lado al otro.

Los demás al visualizarle, se mostraron impresionados con nada más que su llegada al salón puesto a que desde ya hace unos cuantos días que no se mostraba ante ellos.

"¡Lei!", exclamó Jack.

"Buenos días, Lei, Leia", dijo Jennifer.

Más la única voz que logró captar inmediatamente su atención resultó ser la de la fémina de cabello castaño y ojos acaramelados:

"Hola, Lei", dijo Layla, mostrándole a este una pequeña sonrisa en su rostro, en tanto le saludaba de igual manera, moviendo su delicada mano de lado a lado.

"Hola, Layla", le contestó él, llevando inmediatamente su mirada hasta los ojos de la chica.

Leia, un poco después, fue hasta la mesa, dando unos pequeños brinquitos en el proceso. Y una vez estuvo situada detrás de Francisco, el de piel oscura, colocó sus manos en el asiento de este, manteniendo su mirada perdida en cada uno de sus compañeros.

"¿Ya lo tienen?", cuestionó ella.

"Oh sí, ya lo tenemos. Aquí está", dijo Ally, tomando el celular de teclas robado del centro de la mesa para luego extenderlo hacia el azabache. "Ten".

El Diamante Negro | Volumen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora