Capítulo 25

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Tres días más pasaron, y en la gran ciudad de París, Roberto y Valentín, caminaban juntos en la banqueta infestada de gente andando por ésta. Era medio día, por lo que era el momento de que ambos volvieran a casa luego de unas horas de estudio en el colegio al que el castaño de lentes había estado asistiendo. Roberto, un par de días antes; había conseguido una licencia de conducir, y había comprado para sí mismo un hermoso ferrari de color blanco, con una gruesa franja azul pintada en medio del vehículo. Ahora mismo, ambos iban a un estacionamiento no muy lejos del colegio, donde el hermoso auto de dos puertas los esperaba estacionado perfectamente junto a un par de autos más.

Sin saberlo, ambos estaban siendo vigilados por un par de hombres desconocidos; uno de ellos, estaba sobre un edificio de gran tamaño, observándolos en silencio con unos binoculares de gran alcance, con el pecho en el suelo y con los ojos bien puestos sobre ellos. El otro, no obstante; caminaba al otro lado de la banqueta, mezclándose cada vez más con la multitud al andar. Los dos individuos, vestían ropajes comunes, como si fuesen un par de civiles más.

"Aquí equipo espía reportándose...", habló en voz baja el de los binoculares, con un dedo en el oído. "Encontramos al ratón albino, repito: encontramos al ratón albino".

"Esperando órdenes de base para proceder con la extracción del paquete", habló de igual manera el que caminaba entre la multitud, sin quitarle el ojo de encima a los dos objetivos.

"Denegada la extracción del paquete. Sólo síganlo, y descríbanlo", habló otra voz desconocida en los pinganillos que llevaban en los oídos. "¿Cumple con los rasgos de la fotografía?".

"De bajo tamaño y poca masa muscular. Hablamos de tal vez de cinco pies y unos cuarenta y ocho kilogramos. Delgado, con un pelaje fino y sedoso de color blanco. Ojos marrones, de expresiones indefinidas, y una clara dificultad para ver su entorno como los demás ratones", contestó el de los binoculares. "No cabe duda de que es el paquete, base".

"Entendido", dijo la otra voz, presionando un botón del inmenso teclado delante de sus ojos, sosteniendo con sus dedos un micrófono y siguiendo con sus palabras. "Equipo sombra y equipo de exploración A, B y C, detengan la búsqueda, ya encontramos el paquete".

"Entendido, base", hablaron diversas voces al unísono, dispersas por la ciudad y las afueras de ésta.

"Lei, ya lo tenemos listo".

Por otro lado, en la mansión del bosque, de pie en la sala de estar, Lei, miraba en silencio a dos de sus compañeros: Francisco y Tuti, quienes le hablaban a su líder en voz baja. Abos, tenían adheridos a sus manos un par de guantes quirúrgicos y tan blancos como la nieve, sin embargo, estos se veían sucios, envueltos en una ligera capa de mugre, polvo y suciedad que opacaba en gran medida ese color tan puro.

"Espero que esto valga la pena y que no hayamos malgastado esas veintiún horas en vano", dijo Tuti.

"¿Para qué lo quieres?", preguntó Fran, curioso.

"Creo que tengo una idea de lo que hará Eddie para recuperar a Layla... habrá una reunión en la noche de cualquier modo, les compartiré mis ideas en ese momento. Por ahora...", se detuvo un momento, extendiendo su mano al frente. "¿Me lo entregan?".

"Eh, sí. Aquí lo tengo...", contestó Fran, mostrándole al pelinegro una especie de jeringa totalmente modificada: tenía la forma de una extraña pistola de un tamaño medio, con una empuñadura, un gatillo y un seguro de color negro. El cañón no era más que una aguja robusta, derecha y metálica, adherida al cilindro de la jeringa, que a su vez tenía un pequeño resorte conectado con el gatillo y el seguro del objeto. Por último, tenía una especie de chip en miniatura con una luz azul centelleando constantemente, dentro de una mini esfera transparente, que a su vez estaba metida en el cilindro lleno con un fluido cristalino, parecido al agua. Listo para ser impulsado por el resorte para ser disparado a través de la aguja con todo el líquido. "Una pistola-jeringa con el rastreador que nos diste. Ya configurado y listo para usarse".

El Diamante Negro | Volumen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora