Capítulo 22 | Buscando

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"Bien, ya tuvimos suficiente descanso, es momento de idear nuestra siguiente jugada", decía Lei, en voz alta, en medio de la sala de entrenamiento, con sus manos por detrás de su espalda y con sus pies descalzos tocando el suelo frío, rodeado por sus compañeros, sentados en el piso, formando una espaciosa circunferencia a su alrededor.

"¿Y cómo lo haremos sin saber la ubicación del objetivo?", cuestionó Tai.

"Él nos dio su ubicación, sólo hay que descifrarla", contestó Lei. "En su carta decía: 'te estaré esperando bajo la luz de las estrellas para nuestro encuentro final', o algo así".

"Las estrellas se ven desde todas partes, es ilógico", dijo Axel.

"Ahí está el punto de todo esto", prosiguió Lei. "Es un juego de palabras. Él y yo lo usábamos para despistar a las personas que nos escuchaban o a cualquier intento de hackeo a nuestros teléfonos, computadoras, etcétera... eso quiere decir que, si estoy en lo correcto, su ubicación es un lugar en donde no hay visibilidad hacia las estrellas".

"¿Cómo funciona?", preguntó Joseline.

"Es sencillo. Si las últimas palabras de un texto u oración es una ubicación escrita o dicha poética y detalladamente; el lugar real al que se debe ir es a un sitio que no cumpla la descripción exacta, sino todo lo contrario a ella".

"No lo entiendo", dijo Val.

"Te daré un ejemplo", dijo Leia. "Digamos que yo te digo al final de un texto que vayas a un callejón donde nunca pega la luz solar. Entonces, tú debes ir a un callejón, donde siempre hay luz de alguna manera".

"Oh, vaya", susurró Fran.

"Pensemos, ¿en qué lugares es difícil ver las estrellas?", empezó Lei. "No debe ser muy complicado, una cantidad masiva de iluminación aquí en la tierra nos dificulta ver el brillo estelar del espacio estando justo en ese lugar, o al menos en un lugar cercano a ese".

"¡Una ciudad!", exclamó Jennifer, confiada. "En las ciudades es muy difícil ver las estrellas".

"Excelente trabajo, Jenny", le felicitó Lei. "Comencemos a descartar lugares entonces: nada de campos, ni bosques, lagos, montañas, océanos, granjas, ríos, estanques y demás".

"Todavía es un lugar incierto. Hay cientos de ciudades en el mundo entero", dijo Ally.

"Mientras más luz y más tamaño haya es más difícil ver las estrellas", dijo Lei. "Ciudades pequeñas no nos sirven. Tampoco nos sirven ciudades descuidadas de una u otra manera, él es demasiado orgulloso como para meterse en lugares pobres".

"Entonces buscamos una ciudad grande y cuidada", dijo Layla.

"Correcto", dijo Lei, levantando lentamente su mirada al techo. "Sigamos descartando: no está en Colombia, México, Ecuador, Venezuela, Chile, Argentina, París, obviamente. Alemania, Irak, Brasil, Bolivia, Perú, ni en Italia... bien sabemos que existen ciudades más grandes, luminosas y cuidadas que todos esos países. Además de que algunos de esos no están dominados por él".

"¿Qué hay de Japón, Corea y China?", dijo Daniel.

"No... son lugares grandes y cuidados. Pero la luminosidad puede ser mucho más intensa que la de esos países, he estado en Corea y Japón, y hay lugares en las ciudades donde se ven las estrellas".

"Igual en China", dijo Joseline.

"¿Qué hay de Nueva York?", dijo Val, llamando así la atención de todos.

"Disculpa, ¿qué?", dijo Lei.

"¡Nueva York, zorra!", repitió Val, en voz alta.

"¡Val!", exclamó Ally.

El Diamante Negro | Volumen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora