Capítulo 12

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       Hace mucho frio, los pies me tiemblan y un dolor palpitante en el brazo me hace apretar los dientes, trato de moverlo pero, por más que intento no puedo levantarlo. Estoy cansada, demasiado cansada, tanto que mis ojos pesan. Me resbalo hasta el piso mirando mi brazo. De éste salen hilos de sangre y con manos temblorosas aprieto la herida para luego soltar un alarido.

<< Mierda, duele>>

Apoyo la cabeza en la pared sintiendo como el corazón está a punto de salírseme por garganta. Intuía que era una trampa, lo sentí en el fondo de mi corazón, sabía que estaba mal volver al bosque, pero tuve que volver, no entiendo el por qué, si estaba tan segura en mi habitación, entonces ¿por qué volví? Trato nuevamente de moverme, pero el sonido de unos pasos se escucha sumamente cerca haciendo que me congele de miedo en el lugar.

Ya no tengo dudas, sea quien sea, viene a matarme. Mi cuerpo no responde a ninguna de mis órdenes. El cuervo es astuto, él sabe que estoy debilitada, frágil, hasta el punto de morir desangrada. Desde donde estaba lo veo venir, el cuervo de la máscara gigante camina pausadamente hacia mí, como si no estuviese pasando nada.

Levanto la cabeza en un intento inútil de mostrar entereza, pero ésta se bambolea a los lados tal cual muñeca de trapo. Sus manos cubiertas con guantes negros me obligan a mirarlo a la cara topándome con sus ojos, esos azules que he visto muchas veces —Tu misma elegiste tu futuro— su voz suena distorsionada por la máscara y el pasamontañas que sé que llevaba — debiste volver a Venezuela Agatha y dejar las cosas como estaban.

— Co... ¿Cómo?

— ¿Cómo lo sé, Agatha?, siempre lo he sabido, desde el primer día que llegaste a la isla te convertiste en mi objetivo.

Los dedos cubiertos de látex acarician mi mejilla, luego, esos mismos fueron bajando a mi cuello de forma sutil, como si estuviese acariciándome —Lástima, desperdiciar una piel tan hermosa. No mereces algo mejor— dijo y la mano que tenía en mi mentón acompaño a la que estaba en mi cuello. Lo miro con pánico, porque sé que ha llegado mi momento...

Me siento de un empellón en la cama mientas toco frenéticamente mi cuello. Ha sido una pesadilla, sólo eso. Estoy temblando de pies a cabeza debido al terror. Las imágenes del sueño aun las siento vívidas, tal vez es debido a todo lo que estoy pasando, pero ha sido tan real, es como si no hubiese despertado y estuviese muerta, es una sensación horrible la que tengo en el cuerpo. Necesito tranquilizarme si no, me volveré loca.

Alargo la mano prendiendo la lámpara para luego quedarme mirando a la nada. No es que estuviera realmente en peligro, pero es imposible no sentir miedo de toda esta situación. Necesito urgentemente distraer mi mente, entre los cuervos, Samuel o Ernesto, voy a parar a loca, por ello, me levanto de la cama y empiezo a buscar entre las compras que hice hoy, los libros. Entre ellos el que llamó verdaderamente mi atención fue uno de una escritora chilena "Inés del alma mía" varias veces me lo han recomendado y cuando lo vi, no dudé en llevármelo. Coloco el libro debajo de mi brazo, mientras camino nuevamente a la cama. Voy leyendo las primeras páginas, comenzando a sumergirme en la lectura, cosa que sirve perfectamente como distracción, ya que a las horas volví a dormir plácidamente.

Un poco más tarde despierto somnolienta, me estiro tanteando con los dedos la mesita de noche en busca de mi teléfono. Con los ojos entrecerrados veo que sigue apagado, por lo tanto lo prendo. No han pasado dos minutos cuando las notificaciones empiezan a llegar una detrás de otra, al finalizar descubro que tengo veinte llamadas perdidas de Ernesto. Hago una mueca. Definitivamente voy a terminar siendo la mujer más odiada del mundo. Estoy por apagarlo nuevamente, pero éste suena mostrando en la pantalla el nombre de mi madre, por ende, respondo.

El Silencio Del Cuervo © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora