Capítulo 25

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 Luego de la conversación que tuve con Mónica, sus palabras me quedaron grabadas en la mente, era imposible dejar de repetirlas una y otra y otra vez ¿y si tiene razón? ¿Y si soy la única que le sacará la verdad? Ya han pasado más de dos horas desde que Silvio se llevó a Ernesto para interrogarlo y según Mónica, no le han podido sacar información. Estoy segura que a mí me dirá la verdad, no puede callar para siempre y mucho menos seguir mintiéndome en la cara. Me seco las lágrimas con rabia, no puedo seguir siendo débil, llegó la hora de la verdad. Es por ello que cojo valor y salgo de la habitación de Silvio con destino a donde sea que tienen a Ernesto.

La mansión es gigante y siento que tengo que ubicarme en el espacio y tiempo.

<< Debe ser por aquí>> —me digo viendo las escaleras dobles desde arriba.

Dubitativa, bajo la escalera por el ala izquierda caminando hacia un pasillo lleno de esculturas. Las paredes blancas impolutas y la elegancia que aquí se ve, hace que creas que estás en esas mansiones de antaño, como la de Mrs Darci en orgullo y prejuicio, una fachada perfecta para ocultar lo que aquí se hace.

Sacudo la cabeza saliendo mi aturdimiento y sigo caminando. Esculturas, cuadros y un sin fin de cosas son las que se ven en el lugar, nada más. Llego hasta el final del pasillo en el que se encuentra solo una pared con un cuadro de Venus dormida de tamaño considerable. No hay puertas, tampoco algo que me indique que estoy por el camino correcto. Frustrada golpeo la parte izquierda de la pared, la cual hace que gire con ella hasta el otro lado. Aquí todo se ve oscuro, con lentitud y palpando la pared camino para investigar que puede haber en este lugar. De repente, las luces se encienden mostrando frente a mí una escalera en forma de caracol.

<<Bingo>>

Agilizo los pasos y comienzo a bajar los peldaños de la escalera. Silvio es una caja de sorpresas, ¿cómo no se me ocurrió buscar una pared falsa? Desde aquí se escucha un grito de desgarrador. Trago saliva sintiéndome mal por Ernesto. Una parte de mí grita que no le hagan daño, que lo saque de ahí y lo ponga a salvo, pero la otra, la vengativa quiere que le hagan daño, que lo hagan sufrir como sufren mis padres.

No lo aguanto más y corro terminando de bajar las escaleras hasta abrir la puerta que se encuentra frente a mí. Ahí está él, siendo torturado para que hable. Estúpidamente comienzo a llorar al ver el estado en el que se encuentra. No puedo negar me duele verlo atado a una silla con la cara golpeada y la sangre saliendo a chorros. Nadie se ha dado cuenta que estoy aquí y siendo sincera quiero volver por donde vine.

Uno de los hombres le da un puñetazo en la cara haciendo que grite fuertemente. Su grito de dolor me hice dar un respigo. No lo aguanto, no puedo ver como los gorilas lo golpean una y otra vez. Aprieto los puños clavándome las uñas con la misma fuerza que cierro los ojos para no saltar e interponerme entre ellos. Frente a Ernesto y al hombre de gran estatura se encuentra Silvio haciendo la misma pregunta una y otra vez.

— Ya les dije que no se... no se de lo que se me acusa — escupe sangre y mira en mi dirección

— Te juro Agatha, te juro mi amor que no sé dónde están tus padres. Ni siquiera sé porque me están tratando de este modo.

Él vuelve a recibir varios golpes, una lágrima rebelde rueda por mi mejilla. Ernesto, cansado deja caer la cabeza inconsciente, el hombre de Silvio agarra una cubeta y se la lanza a la cara. Mientras Silvio se dirige hacia mí

— Hottie, mi amor. No deberías estar aquí, ¿cómo nos encontraste?

— Yo... fue de casualidad — en ese momento el hombre toma un electrificador y lo coloca en el abdomen de Ernesto. Tengo que apartar la mirada, no soporto ver tal brutalidad. Yo no estoy hecha para esto.

El Silencio Del Cuervo © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora