Capítulo 13

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La cacofonía del móvil me despierta, en algún lugar de la habitación se encuentra el bendito aparato. Aun con los ojos cerrados tanteo con la mano la mesita de noche tratando de conseguir mi móvil o los lentes. Ambos se encuentran uno al lado del otro. Suelto un bostezo perezoso poniéndome los lentes. Trato de enfocar la vista en el dichoso aparato que sigue sonando pero me es imposible, así que a tientas le doy al botón de ignorar. Es extraño, la vista la tengo borrosa, como si mis lentes estuviesen partidos. Estiro la mano hasta la lámpara de la derecha, la luz amarillenta baña la habitación y mi vi sta sigue igual, me quito los lentes para mirarlos mejor y ver si están sucios, pero lo que estoy viendo hace que la sangre y todo mi sistema nervioso se detenga sintiendo el miedo arraigarse en todo mi cuerpo.

De pronto estoy completamente despierta y alerta. Algo no está bien, algo jodidamente no está bien. Cómo si las gafas me quemaran las lanzo al suelo, tal como si se tratara de un arma. Esos no son mis lentes, o si, bueno, realmente "eran mis gafas" o sea las viejas. Es imposible que hubiesen llegado aquí por si solas.

<<Eso significa que... ¡Ay mierda! >>

Me levanto de la cama como un resorte. Alguien ha entrado a la habitación. Alguien me vio dormida y definitivamente alguien pudo haberme hecho daño mientras yo dormía. Abro la puerta dejándola abierta de par en par y salgo corriendo en dirección a la habitación de mis padres. El pasillo se encuentra desolado, o eso era lo que mi borrosa vista ve y, aunque ya sé que no hay nadie, es imposible dejar de mirar hacia atrás. Mis padres están un piso debajo de donde yo me estoy quedando. No tengo tiempo de esperar a un jodido ascensor así que corro por las escaleras de emergencia. Es imposible no sentirme perseguida después de ver ese mensaje tan claro. Ellos saben dónde estoy y eso solo es una advertencia.

Al llegar al piso de abajo veo la puerta de mis padres, y corro hasta ahí. Comienzo a golpear como una desquiciada — ¡Mamá! ¡Abre por favor! — Trato de no gritar, para no despertar a los demás huéspedes

— Mami, por favor abre— mi voz se escucha temblorosa, tengo miedo de que alguien me alga algo, por ello me encuentro tocando cada vez más fuerte

— ¡Mamá, joder abre! — me lleno de frustración y pánico

— ¡Por Dios, Agatha! ¿Cuál es el escandalo? — Exclama mi padre aún dormido abriendo la puerta. Entro en la habitación como si fuese una niña me acostándome en el medio de la cama. Estoy muy nerviosa, tanto que el río de emociones estalla cuando mi madre me abraza

— Agatha, me estas asustando ¡Habla niña!

— Alguien entró a mi habitación

— ¿¡QUÉ!? Agatha, ¿estas segura? —Pregunta mi padre preocupado acercándose a la cama

— Sí, papá, y yo... Yo creo que fueron los que mataron a la chica

— ¿Cómo lo sabes? — Dijo al fin mi madre

— Porque dejaron un mensaje mami. Bueno literalmente lo hicieron, si no ¿cómo explicas que los lentes que yo había perdido ese día mientras caía cuesta abajo aparecieran en mi mesa de noche?

— ¡Ay, bebe! De aquí no sales más hasta que averigüemos que fue realmente que pasó— Asiento.

— Tienes razón, Ángela. Mañana o bueno —mira la hora en la mesa de noche— hoy más tarde llamaremos a August para ver las cámaras de seguridad y de inmediato ir a la delegación.

Mis padres se acuestan cada uno a mi lado. Poco tiempo pasa cuando los siento dormidos, pero yo no puedo hacerlo, así se pasan las horas y la noche con ellas y conmigo en vela hasta que el amanecer hace su entrada e ilumina la habitación. Mis padres Fiel a su palabra, se despertaron nada más salir el alba. Aún con el pijama bajamos a la recepción a la espera de que mi padrino apareciera. En el proceso no dejo de morder mis dedos, mi madre camina de un lado a otro y mi padre está serio con su cara de póker en el mismo lugar esperando a que llegue.

El Silencio Del Cuervo © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora