Epilogo

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Hoy se cumplen ocho meses desde aquel fatídico día. August había desaparecido como si la tierra se lo hubiese tragado vivo. Las autoridades encarcelaron a la mayoría de las personas que hacían vida activa en la secta, dejando sobrecogido al mundo entero al saber que los miembros de la secta eran personas adineradas, políticos, actrices y empresarios, catalogados como la elite de los cuervos. El oficial Josep Clarence fue condenado a cadena perpetua con los cargos de homicidio en tercer grado al igual que las treinta personas que sobrevivieron ese día.

Josep, terminó declarándose culpable y gracias a su confesión fue que pudieron encontrar los cuerpos mutilados de las personas desaparecidas como también y desgraciadamente a mis padres, quienes murieron a manos de August. Lo que más me dolió en ese momento fue no poder despedirlos como se debía ya que sus cuerpos putrefactos no estaban en condiciones para ser velados.

Días después de mi fatídica pelea con Ernesto volví a Venezuela. La noticia de lo sucedido había recorrido el mundo y no se hablaba de otra cosa de la osamenta en Menorca por el magnate hotelero August Ali Echeverria. De Ernesto no sabía nada, dado que me fui sin despedirme y no terminamos en buenos términos. Por mi paz mental, tuve que borrarlo de mis contactos y bloquearlo de todos lados para no caer en la tentación de volver a sus brazos.

Mantenía largas charlas por Facetime con Silvio y Mónica. Durábamos horas hablando, al final terminamos siendo los mejores amigos. Inesperadamente Y sorpresivamente Silvio y Mónica se encuentran ahora en una relación. De mi parte, he intentado ser mejor a lo largo de todos estos meses, cada día asistía al psicólogo y a una fundación para personas con depresión. Afortunadamente, las sesiones con el psicólogo están siendo reducidas, ya que he mostrado gran mejoría, cosa que siempre le agradeceré a Ernesto. Sin él, nunca hubiese podido tener el valor de acudir a un experto.

Otra cosa que me ayudó a estar cuerda fue escribir. Plasme mi historia en mil páginas, detallé mi vida y abrí mi corazón a los lectores con mi historia. No voy a negar que mientras escribía el silencio del cuervo, que así es como se llama mi libro, sentía miedo, tristeza y rabia. Cada vez que escribía sobre Ernesto o sobre August lloraba de rabia y hasta pensé en dejar a medias mi libro, pero todos necesitaban conocer lo que realmente pasó. Mi libro será la verdad que le contaré al mundo y espero que Ernesto un día la lea para que sepa que todo lo hice por él, que mi amor fue más grande que la necesidad de estar juntos.

Me levanto de la silla en la que estaba y camino por la sala de la inmensa casa de mis padres, que cada día se siente más sola. Paro mi andar al mirar mi reflejo en el espejo. El vestido amarillo hace ver mi piel demasiado pálida, mi cabello anteriormente largo ahora se encuentra demasiado corto y en mi rostro se ven los signos de cansancio junto con las pequeñas cicatrices. Suelto un suspiro y llevo mis manos a mi creciente barriga de casi nueve meses. Menorca me quito todo, perdí mi vida en menos de unos segundos, pero, Dios, el destino o quien quiera que sea, no me habían dejado sola como yo creía. En mi vientre llevo el hijo del amor puro que había y hay en el mundo, Ernesto y yo.

No fue fácil al principio y achacaba los malestares a la muerte de mis padres, mi sorpresa fue gigante cuando el test dio positivo. Casi no lo podía creer, fueron noches pensando e imaginando las mil y un maneras de acabar con mi vida. Noches en las que cometí locuras, mis muñecas son evidencia de esos momentos oscuros. Samuel es un ángel, después de todo lo que le hice, está a mi lado y gracias a él estoy viva y pudiendo disfrutar de mi embarazo.

El timbre suena sobresaltándome abruptamente. Quito la vista del espejo encaminándome a abrir la puerta. Un sobre de papel manila se encuentra sobre una caja. Con dificultad me agacho y lo tomo, solo el sobre porque la caja se ve pesada. Al levantarme veo una cálida sonrisa que alegra mi corazón. Samuel está frente a mí; tan galante como siempre. Recoge la caja y la coloca sobre la encimera de la cocina

— Hola barrigona— besó mis mejillas y acaricio mi vientre — hola campeón

— Hola señorito, anda trae un cuchillo y abramos esa caja. Estoy impaciente por saber si ya han llegado mis libros. No sabes lo difícil que fue publicarlos

Con una sonrisa de oreja a oreja abrí la caja y empiezo a sacar el papel de confeti. A mi parecer es demasiado confeti por unos simples libros. Metí las manos hasta el fondo y saqué lo que fuese que hubiese en esa caja. Al hacerlo mis manos están llenas de sangre y tengo entre ella la cabeza de un cochino. Suelto la cabeza con un grito y me aferro a los brazos de Samuel.

— ¡Saca eso de mi vista! — grité fuera de mí

— ¿Qué carajos es eso Agatha? — dijo Samuel colocándome detrás de él

— NO SÉ, solo saca eso de mi vista — sollocé

Samuel dio varios pasos vacilantes y recogió el sobre que estaba en el piso, lo rasgó y leyó en voz alta: — Nunca olvides tu destino Agatha, siempre estaré detrás de ti pequeñaja, Con cariño August.

¡GRACIAS! Gracias por haber llegado hasta aquí. Gracias por disfrutar de este viaje conmigo.

Los amo mucho

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El Silencio Del Cuervo © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora