El Silencio Del Cuervo ©

Capítulo 21

Según Silvio, la señal que transmite el localizador de ubicación apunta a algún lugar dentro del bosque, eso me hace imaginarme los mil y un escenarios en los que pueden verse involucrados mis padres, pero uno de hace latente entre todos esos. No quiero ni siquiera decirlo en voz alta, porque de solo pensarlo siento que voy a vomitar. Estoy aterrada de volver ahí y encontrarme cara a cara con los cuervos, pero la necesidad de encontrar a mis padres es más fuerte que el temor. Mi cabeza en estos momentos es un caos, mi mente va desde mis padres, los cuervos y a Ernesto. Este último termina de volverme un caos. Por un lado es tierno y dulce, pero tiene algo que me hace pensar dos veces para dejarlo entrar completamente a mi vida.

Siento que es muy pronto para decir que lo amo. Pero cada vez que estoy con él es como si no necesitará nada más, como si ambos estuviéramos hechos para estar juntos, pero algo. Algo me hace querer alejarlo de mí. Es como si dentro de mí existiera una batalla en su nombre. Por un lado está mis ganas de estar siempre con él, el deseo y la pasión; pero por otro lado, está la razón, la cual me recuerda constantemente que no lo conozco en absoluto y me hace preguntarme continuamente si puedo confiar en él. ¿Realmente puedo confiar en él?

Suelto un suspiro cansado viendo a Mónica manejar mientras habla por altavoz con Silvio. Ellos son otros que me hacen replantearme si realmente puedo confiar en ellos. Ya a estas alturas no sé quién es mi verdadero enemigo, todos esconden algo; lo intuyo. Nadie puede ser tan perfecto, todos tenemos un secreto muy bien guardado y pienso llegar hasta el fondo hasta descubrirlo. Llámenme masoquista, pero ya esto se volvió personal en el momento en el que involucraron a mis padres.

Me obligo a prestar atención a las indicaciones que nos está dando mediante el teléfono, al mismo tiempo. Indicando que él y Alfredo (su mano derecha) ya se encuentran en el lugar más cercano al bosque, solo están esperando a que nosotras lleguemos para terminar de adentrarse a él.

— Nosotras estamos a unos cinco kilómetros — dice Mónica

— Espero y vengan preparadas. No sabemos con lo que nos vamos a encontrar, lo que si voy a pedirles es que sean lo más cuidadosas posible. Y Monik, hazme un favor, dale el arma a Hottie. No quiero que nos maten por estar cuidándole el culo, que aunque lo tenga hermoso, no vale mi vida.

Abro los ojos de par en par negando con la cabeza. Están locos si piensan que yo voy a volver a agarrar un arma. Pienso replicar pero éste corta la llamada quedando en el auto un silencio sepulcral. Una sola vez en mi vida he utilizado un arma y la experiencia no fue para nada alentadora. Sé de armas, claro que lo hago. Por curiosidad de adolescente hubo una época en la que me encantaba todo lo que tenía que ver sobre armas, desde los nombres hasta los calibres, pero una cosa era saber de ellas y otra muy distinta es utilizar una.

— No sé si sea buena idea que utilice un arma Mónica— suspiro

— Sea o no sea buena idea vas a tener que utilizarla Agatha. No sabemos que vamos a conseguir ahí. Si lo que tú dices es verdad, no solo encontraremos a una sola persona —señala con la cabeza la guantera— ábrelo

Niego con la cabeza, a lo que ella quita la vista de la carretera por unos segundos y me mira con reproche.

— Está bien, ya lo hago, pero que conste. Esto es una pésima idea, sólo lo hago por mis padres. No dejo de pensar en lo que deben de estar pasando ¿Crees que estén en verdadero peligro? —Asiente sin mirarme. Respiro hondo para ahuyentar las lágrimas. No es el momento de hacerme la mártir.

El bosque no queda lejos, por lo que justo en este momento la gravilla suena bajo las ruedas de auto. Ya hemos llegado, eso quiere decir que tengo que volver. Tengo que regresar a dónde todo comenzó. Trato de respirar pausadamente para tranquilizarme, voy a hacer esto. Voy a ir ahí, voy a buscar a mis padres y dejaremos está maldita isla sin importar las consecuencias. No pienso volver a exponer a mi familia.