Calle fría.

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[La siguiente narración es omnisciente]

—¡Déjame verla! —Exclamó por tercera vez, hizo el ademán de acercarse, mas uno de los guardaespaldas lo detuvo. —Es mi madre. Tengo derecho a saber de qué murió. 

El señor Kim masajeó su sien tratando de calmarse, él tampoco estaba en condiciones para dar ciertas respuestas. La razón era que su -ahora difunta- esposa se encontraba enferma y se suponía que él debía llevarle a un tratamiento o algo por el estilo. Sin embargo, solo optó por callar y respetar las decisiones de su esposa. Quizá debió preguntar, eso no importaba, ella había fallecido.

—Necesito saberlo, por favor. —El menor estaba al borde las lagrimas y no era para menos, su corazón se oprimió con fuerza al enterarse de que su madre no volvería a abrazarlo, que no la volvería a ver. —Por favor, papá. —No podía hacer una pataleta, no era ético y tampoco conseguiría nada. Pues su padre no se inmutaría ni un poco.

—No es no. —Hizo una seña a uno de sus sirvientes. —Déjame resolver esto, ¿si? —El pelinegro no dijo nada. —Ahora se un buen hijo y ve a casa. —Su mirada se dirigió a su sirviente. —Llévalo a casa, y dile a Hye que se mantenga alerta. La llamaré más tarde.—El guardaespaldas asintió, seguido de esto, tomó al joven, casi empujándolo, al parecer no tenía intenciones de cooperar.

Miró la ventana al llegar a casa, su mirada era vacía, sus ojos aún tenían secuelas de sus lagrimas. Bajó del auto y sin esperar ninguna confirmación, avanzó hasta la puerta. La empleada le abrió amablemente, y él solo la ignoró, siendo tan extraño, pero a la vez comprensible teniendo en cuenta su estado.

Subió a la habitación de su madre y se sentó sobre su cama, ella le había dicho que cuando sentía deseos de abrazarla o simplemente quería verla podía hacerlo con total libertad. Sin embargo, el azabache no contó con que ya no podría lanzarse a los brazos de su madre, y su padre no era el ser más cariñoso, siempre fue un poco seco y algo amargado.

Tomó la pulsera entre sus manos, aquella había sido su mejor regalo. A su mente llegaron los recuerdos cuando su madre se la entregó. Una niña le llamó la atención y él como un niño joven e inexperto le confesó sus sentimientos, empero, no contó con que le romperían el corazón. Recordó como corrió a los brazos de su madre, ella consoló a su pequeño. Luego de que sus llantos cesarán, le entregó la pulsera, no era demasiado ostentosa, pero sí lo suficiente como para llamar la atención de cualquiera.

La señora Kim le dijo que debía dárselo a quien amara, mas no contó con que su hijo le entregaría dicha pulsera, era esa la razón por la que estaba en su habitación.

Guardó la pulsera y la llevó a su pieza, la colocó sobre la caja de cristal observando su peculiaridad, aquel brillo era impresionante. Nadie parecía merecedor de aquella joya y el azabache pensaba lo mismo.

—Se lo daré a quien ame, a quien me haga feliz. —Se sentó sobre su cama, miró la pulsera por última vez para finalmente decir. —Lo prometo, mamá.

Segundos después cayó profundamente dormido, quizá aquella promesa, tan solo quizá, podría cumplirse. Pero había que ser muy minucioso con cada detalle.

Quizá no estaba tan lejos de encontrar al merecedor de aquella pulsera, quizá solo debía esperar un movimiento en falso, quizá no debía esperar demasiado, quizá.

                                       [...]

POV JUNGKOOK

—¡No es justo! —Chilló Seokjin, era la cuarta vez que perdían. —Tengo un mal equipo. ¿Cómo se te ocurré? Lisa no sabe jugar.

—Si me hubieras enseñado un poco, quizá. Lo único que haces es ser un mandón y no voy a soportar más ese tipo de tratos.

¿Me amas? ★ Vkook ★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora