Los recuerdos duelen

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Capítulo 3


Sin poder evitarlo, Natalia vio como Alba salió prácticamente corriendo de la habitación, suspiro pesadamente, sabía que no debió ser así de insistente con la doctora pero no pudo evitar esa punzada de celos y enojo que se le instalo en el centro del pecho cuando vio ese anillo en su dedo anular, ella no tenía el derecho de recriminarle nada, no tenía el derecho de hacerle una escena de celos, no tenía el derecho de exigirle respuestas, ella había perdido ese privilegio el día que decidió salir por completo de la vida de Alba, el día más duro de su vida, optando por una decisión demasiado complicada, una decisión que cargaría con ella por el resto de su vida.

Natalia intento levantarse de la cama nuevamente pero el dolor que sentía en la espalda no la dejo, resoplo frustrada, le hubiese encantando ir tras su rubia y pedirle disculpas por su comportamiento, ella no era así pero nada la había preparado para ver a Alba después de casi diez años sin verla. Natalia miro hacia la entrada cuando la puerta se abrió, tuvo esperanza de que fuese Alba pero no fue así. Manu ingreso a la habitación.

- Doctora Lacunza, vi que la Doctora Reche salió de aquí pero no me contesto cuando la llame ¿Está todo bien?

- Sí – Natalia con un poco de dificultad se sentó en la cama – está todo bien y por favor, llámeme Natalia.

- ¿La doctora Reche la reviso?

- Pues, recién me despierto – Natalia no sabía si decir la verdad o no, así que opto por decirle que no sabía – así que no lo sé. ¿habrá visto mis anteojos?

- Pues – Manu se acercó a la mesa de luz y tomo los lentes que estaban allí – si son estos creo que deberá comprarse unos nuevos.

- Demonios – Natalia hizo una mueca con los labios, nunca le gustó la idea de vivir con anteojos pero sus problemas de la vista no le dejaron otra opción y las lentillas las tenía descartado siempre le daban picazón e incomodidad

- Sí quiere – Manu saco una pequeña libreta donde escribió algo y luego le puso un sello – con esto se acerca a oftalmología y le darán la receta para unos lentes nuevos. –Natalia asintió –

- Gracias. ¿Sabe cuándo me voy a poder ir?

- Debo hablar con la doctora Reche para ver que observaciones tuvo.

- Podría... - Nat se llevó una mano a la cabeza – chequearme usted, realmente quiero irme a casa. Por favor.

- Claro.

Manú se tomó su tiempo para examinar a Nat, en mirar las placas que le habían sacado cuando llego, si bien el traumatismo que sufrió fue leve, él hubiese preferido que se quedara al menos ese día pero gracias a la insistencia de la Doctora Lacunza, él le dio el alta, haciéndole prometer que se quedaría en cama por lo menos los próximos dos días.

Lo primero que hizo Natalia fue cambiarse el camisolín, por suerte su ropa solo había sido rasgada un poco, llevaba puesto unos vaqueros color negro, camiseta y chaqueta del mismo color, cuando agarro su casco frunció el ceño, se había dañado bastante, debería cambiarlo si o si, igual su moto no la iba a poder sacar del departamento de transito hasta que el doctor le dé el alta para manejar.

Lo segundo que hizo fue ir al servicio de oftalmología, realmente necesitaba lentes nuevos, odiaba con todo su ser usar lentillas. Mientras se dirigía al servicio miro hacia todos lados pero no pudo dar con Alba, aunque tampoco sabía si la quería ver de nuevo, esos sentimientos realmente eran molestos. Más que nada porque al verla se sintió otra vez como si tuviera dieciséis y aquella rubia se había atrevido a besarla, porque al pasar de los años se había vuelto alguien tan importante en su vida, porque al respirar cerca de ella pudo comprobar que el aroma de su piel sigue siendo el mismo, porque por más que lo intente los recuerdos duelen y mucho.

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