¿Por qué un león?

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Capítulo 28

Nat se encontraba en el avión de vuelta a la ciudad, la convención había sido una experiencia completamente gratificante para la pediatra, solo que había terminado exhausta, prefería mil veces las guardias en el hospital que estar hablando frente a cientos de personas sobre su profesión.

La primer semana que estuvo lejos había estado hablando con Alba casi todos los días, nada de cosas importantes, simplemente para saber cómo estaban sus pequeñas hijas de cuatro patas pero esa última semana antes de que la morena volviera no habían hablado casi nada, la rubia siempre se disculpaba y le daba alguna evasiva que Nat nunca terminaba de comprender.

Cuando la morena llego a la ciudad no veía la hora de llegar a su casa, bañarse y descansar, realmente lo necesitaba, aunque en ese punto no podía negar de que sus ganas de llegar a su casa eran por Alba, la sensación de abrir la puerta y encontrarte con la persona que quieres ver desde hace días es una de las mejores cosas que te pueden pasar en la vida.

El corto viaje del aeropuerto hasta su casa le pareció mucho más largo que el vuelo, si bien al ser fin de semana no había demasiado tránsito para la morena el chofer iba demasiado lento. Nat pago el viaje al taxista y se bajó rápidamente del auto, prácticamente corrió hacia el interior de edificio y comenzó a reírse cuando estuvo frente al ascensor, parecía una adolescente que estaba por ver a su novia a escondidas de sus padres. Nat tenía tres cosas muy en claro, Alba no era su novia, ya no era una adolescente y lo que sus padres pensaran sobre ella ya no le importaba en lo más mínimo.

Entro en el ascensor y trato de tranquilizarse, tenía nervios, como siempre que sabía que iba a ver a Alba, aunque quizás la doctora estuviese trabajando, igual no perdía las esperanzas de entrar a su departamento y encontrarse con ella.

Cuando la morena puso la llave en la puerta escucho a Lana llorar del otro lado y no pudo evitar que una sonrisa se le dibujara en el rostro, también había extrañado muchísimo a su fiel amiga. Abrió la puerta y fue inevitable no caer al suelo cuando la pequeña Doberman le salto encima y comenzó a llenarle la cara de besos impidiendo que Nat se levantara.

- Yo también me alegro de verte, bebé.- le decía la morena mientras intentaba ponerse de pie.- vamos, Lana, déjame levantar.

Nat logro levantarse pero esta vez fue Queen quien la volvió a tirar al suelo pensando que la morena estaba jugando. Nat vio como Alba rápidamente apareció en escena para quitar a Queen del medio y ayudar a la morena a ponerse de pie, figa simplemente levanto su cabezita y volvió a remolear en el sofá.

- Hola, Alba.- la saludo sonriente Natalia.

- Hola, Nat. – Alba ingreso al departamento, ya iba vestida con el ambo del hospital.- ¿Cómo estuvo tu vuelo?

- Bien. Pero no pude dormir, odio dormir en los vuelos. – Nat no podía quitar la sonrisa de su rostro, Alba estaba allí, quizás no la había estado esperando exactamente a ella pero a la morena le encantaba pensar de que realmente la había estado esperando. En ese momento de embobamiento Alba hablo haciendo que la morena sacudiera la cabeza intentando reordenar sus pensamientos.

- ¿Llegaste a tiempo? – La morena la miro frunciendo el ceño.- Cuando te fuiste de aquí, que te quedaste la noche conmigo... ¿llegaste a tiempo o tuviste problemas?

- Ah... no, ningún problema, ellos me necesitaban a mi, así que... debían esperar. ¿Tú? ¿Cómo se han portado mis niñas?

- Realmente bien.- Alba sonrió – no sabía que tenías un servicio de comida que te enviaba la comida caliente y recién hecha a casa. – Nat frunció el ceño – la señora del 6to C.

It's not too late... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora