El principio del fin:

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Capítulo 1

Alba Reche era una mujer que amaba su trabajo, a su corta edad de 28 años ya se la reconocía como la mejor cirujana ortopédica de Barcelona. Esa mañana de primavera parecía ser como cualquier otra mañana para la rubia médica, estaba en su descanso luego de atender todos los pacientes de traumatología que tenía en el día, sentada al lado de la ventana con un enorme latte y el novedoso juego para celulares llamado Candy Crush, bueno quizás no sea tan novedoso pero si distraía bastante a la joven mujer. Suspiro frustrada y dejo el celular a un lado cuando perdió su última vida.

- ¿Otra vez perdiste en ese juego del demonio, Doctora Reche? 

- Doctora, Medina. – dijo en modo de saludo.

Alba había conocido a Julia Medina en la universidad de medicina, ambas venían de una dolorosa ruptura amorosa, si bien a veces el estar juntas era nocivo para su salud, más que nada las noches que se la pasaban intentando ahogar las penas con alcohol, ambas se habían hecho muy buenas amigas, inseparables a estas instancias. En la actualidad ambas estaban de novias, en una relación demasiado estable, si bien a veces se juntaban solas para poder hablar de sus miedos, porque lamentablemente aquel pasado las había marcado de verdad y les costaba poner todas las fichas en una persona, ahora podían asegurar que estaban muy bien y que al final se podían sentir seguras con sus parejas.

Medina estaba en pareja desde hace casi cinco años, con Sabela. Se habían conocido gracias a que la castaña había chocado el auto de Julia e intento darse a la fuga, luego se excusó diciéndole que iba a volver solo que estaba apurada. Sabela era contadora, tenía, en ese entonces, un pequeño taller junto a su tío. Así que entre el arreglo del auto y algunas que otras consultas que ni siquiera eran necesarias terminaron teniendo una cita y desde ese entonces se volvieron inseparables. Hace ya dos años que conviven, Alba recuerda con mucha gracia esa época ya que la gaditana estaba demasiado asustada y no se molestaba en ocultarlo, recuerda haber entrado un día al despacho de su amiga y la encontró hablando con un paciente de los pros y los contras de la convivencia; mientras julia iba dibujando líneas sin sentido en el torso de la pobre mujer, si ella era Cirujana Plástica.
Por su parte Alba había dejado que alguien entre en su corazón hace cuatro años atrás, si bien se mostraba reacia a la convivencia, hace un año dio el brazo a torcer y fue convencida por la insistencia de su novia y esa mirada con esos ojos chocolate que agradecía poder ver cada noche antes de dormir y cada mañana al despertar. Cada vez que Alba miraba el anillo que su novia le había regalado el día que le pidió matrimonio, sonreía, si le hubiesen preguntado a una Alba de 19 años si en algún momento de su vida se casaría hubiese contestado, rotundamente que no pero ahora el destino quiso que encontrara una compañera con la cual pasar el resto de su vida eso era lo que la rubia mujer pensaba o por lo menos lo que quería creer.

- Sabes que ese juego te hace perder la poca paciencia que tienes, Reche. – le dijo de manera divertida, Julia. –

- ¿No tienes algún par de tetas que hacer? –

- ¿Lo ves? Hasta pierdes el humor. – Julia rio – y sabes que mi trabajo no son solo agrandar tetas. – se defendió la castaña. – ¿Que tienes?

- Sueño y mucho.

- ¿Tú mujer no te deja dormir de noche? – sugirió Julia mientras levantaba sus cejas de manera rápida.

- Ya quisiera que fuera eso. – Alba rio – estuve ensayando el discurso que tengo que dar la semana que viene. Te juro que estoy odiando a Manú y Dave. – Alba se tomó la cara con ambas manos. –

- Lo harás bien, rubia.

- Te quiero en primera fila dándome la confianza que no me tengo.

- La Cirujana más reconocida no se tiene confianza.

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