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Capítulo 11: Aberración.

[Andromeda]

Limpiando las lágrimas que caían por mis mejillas trataba de ver hacia el frente, con una mueca de disgusto y el sabor amargo de mi boca.
Tenía ganas de golpear hasta no poder más, gritar y golpear, sacar ese coraje que me estaba revolviendo el estómago.

No quería mantener el orgullo, quería girar sobre mis talones ir tras Arthur y golpearlo hasta que entendiera lo estúpido que era por tratar de suicidarse, pero algo me lo impedía y eso era el pequeño orgullo que me estaba ganando.

Inhale profundamente y me detuve, volviendo a sentir ese coraje instalarse en la boca de mi estómago por ser tan estúpida —Andromeda— Apretando la mandíbula con fuerza gire para ver al gato saltar hasta mi, lo atrape entre mis brazos y enseguida lo solté cuando note mi acto de reflejo —Deberías volver con ellos, apoyar a Arthur con esto.

—¿Apoyar su sentencia de muerte?— La ira volvió a consumirme y el orgullo que había bajado volvió a elevarse, recordando el porqué había dejado a Arthur atrás —Ni creas que volveré, incluso sea para detenerlo, no lo haré.

—¿Por qué cuando él te necesita tu lo abandonas? Arthur ha estado haciendo todo lo que le has pedido, siempre se trata de ti, siempre está para apoyarte y siempre está para ti... Pero cuando ahora es él que tiene un plan y necesita de ti, tu le das la espalda— Mi cuerpo se tenso inconscientemente por sus palabras, y todo ese coraje que se había incrustado en mi estómago fue regugitado con un sollozo.

Frunci el ceño con más coraje de lo que sentía, por el hecho de que no sabía en qué momento había comenzando a llorar. Limpie las lágrimas y observe molesta al gato —¡Porque todo lo que hago es por un bien mayor! ¡Y él lo que esta haciendo es tratar de matarse así mismo!— Un pequeño temblor me paralizó, y dejando todos mis sentimientos negativos de lado sentí un vuelco en la boca de mi estómago y mi garganta secarse.

Una risa macabra a mis espaldas hizo que un fuerte frío recorreriera mi espina dorsal y una sensación de terror se instalará en mi —¿Pero que tenemos aquí?

Mis piernas flaquearon y de no ser por Cath no hubiese reaccionado —¡Corre!— Gire para enfrentarme con la realidad y tan siquiera antes de que aquel demonio me tocará, se elevo y Cath se puso encima de mi cabeza —Comida.

Mis ojos presenciaron la aberración más asquerosa que pude haber imaginado. La sangre me cubrió casi por completo y apreté mis labios y ojos, deseando no haber visto como Cath se comía aquel demonio como si de una golosina se tratase. Inevitablemente la asquerodidad hizo de las suyas y toda la comida almacenada en mi sistema fue expulsada.

Caí al suelo de rodillas y presione mis manos en mi estómago, sintiendo la acidez del vómito en mi garganta.
Jadeando por aire llore por todo lo que en los últimos minutos había ocurrido, me abrace a mi misma e infle mis mejillas tratando de evitar a toda costa volver a expulsar la comida —Andromeda ¿Estas bien? ¿Te hiciste daño?

—¿Por qué hiciste eso?— Cuestione con repugnancia, voz quebrada y baja —¿C-cómo...?

—Tenia que ayudarte y tenia hambre— Sentí su cola en mi mano e instintivamente la aleje de él —Un gracias no estaría de más, ahora deja de llorar y ponte de pie, debes de regresar con Arthur.

Sin más quejas trate de ponerme de pie, pero contrario a su última petición, seguí mi camino temblando.
Inhale profundamente y traté de limpiarme la sangre demoníaca de la cara, controlando los ascos, caminando con la frente alto y a pesar de que incluso mis labios temblaban no me detuve —No es necesario que me salves, vete si quieres— Le dije a Cath estando un par de metros lejos de él.

—¿Por qué eres tan obstinada? Sabias qué eres una bruja si te lo propones— El gato me siguió a saltos a mi lado.

—¿A qué viene tu comentario?— Seguí tratando de quitarme la sangre.

—Porque eres bastante linda y tu actitud siempre lo arruina— Rodé los ojos, sintiéndome más relajada. Sabía que el animal -Que ahora no me parecía como tal- trataba de aligerar el ambiente y desviar mis pensamientos de lo que aconteció momentos antes.

—Mi actitud no arruina nada, que tu no me soportes como yo no te soporto es otra cosa distinta— Me detuve en el conducto y saque el frasco de miel.

—Podríamos llevarnos bien, pero tu comenzaste a odiarme sin razón aparente— Detuve mis acciones, observando al gato a mi lado. Plantando esa cuestión tan simple como se había escuchado, no entendía como mi odio por el gato había comenzado, pero insignificantemente no me agradaba para nada.

Bufe y trate de proseguir, pero simplemente mi cuerpo no acataba las órdenes de mi mente. Mis manos, piernas y labios temblaban y un ligero malestar, que más que irritarme, me daba muy mala espina, se instaló en mi como un parásito.
Un ligero mareo se presentó y de nuevo las náuseas regresaron; eso junto con el olor azufre, carne quemada, moho y otros factores, hicieron que de nuevo el vómito también regresará.

Las aracadas eran peores que el hecho de que la sangre fresca demoníaca recorriera mis mejillas, vomitar me provocaba más el vómito.
Estaba segura que mi estómago debió haber quedado vacío, y sin embargo, las ganas que tenía de volver a vomitarlo todo volvieron cuando vi la miel derramada a unos cuantos metros de mi.

Presione una mano sobre mi estómago y con la otra cubrí mi boca, cerrando los ojos con fuerza, pensando en cosas bonitas, inhalando y exhalando para poder controlar mis acciones y retomar la misión. Pero todo el peso cayó encima cuando sabía que debía depender de Arthur o Tadashi para tomar miel y vertirlo por aquel agujero.

Por un par de minutos olvide la presencia de Cath, olvide donde me encontraba y olvide en el peligro que me rodeaba. Simplemente cerré los ojos y dejé que mis lágrimas se mezclaron con el sudor, suciedad y sangre de mi rostro.

 Simplemente cerré los ojos y dejé que mis lágrimas se mezclaron con el sudor, suciedad y sangre de mi rostro

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Me provoca náuseas pensar que tal vez, esta sea la última vez que podríamos hablarnos.

𝘌𝘴𝘱𝘦𝘳𝘢𝘯𝘻𝘢 "ᴬʳᵗʰᵘʳ ᴾᵉⁿᵈʳᵃᵍᵒⁿ" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora