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Capítulo: El fin de todo.

¯ᴾᵃʳᵗᵉ ᵗʳᵉˢ¯

[Castillo de Camelot, Camelot]

—Ya veo, así que tu eres el rey del cual Merlín estaba preocupada— Ante la mención de la maga, la reacción en Arthur, fue tan espontánea y alegre, que Jim fue capaz de reaccionar a su totalidad —Ahora dime ¿Qué haces fisgoneando por este castillo? Debe ser algo por lo cual arriesgas tu vida.

Ante sus mismas palabras, el mandamiento entendió enseguida de lo que se trataba y a lo que habían entrado, reconociendo que la espada podría ser el objeto por el cual estúpidamente arriesgaba su vida.

—¡De prisa Arthur! ¡Vete!

Cath salto desde su costado y se elevo entre ellos —¡Cath!— Jim lo tomó del hombro, y lo lanzó lejos del problema, haciendo que Arthur cayera al suelo anonado.

—¡Toma la espada sagrada! ¡Nosotros te alcanzaremos!— Le dijo Jim, mientras se preparaba para atacar al demonio frente a él. Cath elevó las armaduras a su alrededor y se dispuso a distraer a Zeldris.

Arthur apretó la mandíbula y corrió hacia el siguiente pasillo, doblando hacia su derecha para poder llegar al cuarto sagrado donde se encontraba la espada.
Se detuvo al instante cuando otro poder mágico hizo presencia y se pego a la pared mientras este bajaba las escaleras —¿Qué pasa con todo este alboroto a esta hora de la mañana?—  Cuando se aseguró de que aquel demonio se había alejado lo suficiente, subió las escaleras y rápidamente llegó a la habitación, abriendo la puerta tan fuertemente que no le importo ser escuchado.

—¡Bien, la espada no está atrapada!— Inahlo y camino hacia el objeto sagrado, pero fue bruscamente detenido por una explosión a sus espaldas, dejándolo vulnerable en el suelo —Sólo un poco más— Se apoyo con sus brazos y giro a ver a los dos demonios que habían entrado, percatandose de que entre sus manos poseían a un Cath moribundo y sus ropajes estaban llenos de sangre  —Jim...— Su respiración se agitó cuando entendió que la ausencia del ex-comandante no era más que una dolorosa perdida. Las lágrimas no se hicieron esperar y con la impotencia recorriendo su cuerpo maldijo la situación —¡Rayos! ¡Maldición!

—Basta chicos— Una tercera voz se hizo presente en el lugar, tan calmada, diferente pero familiar para el rey —Es un conocido mío— Abrió los ojos y enfocó su mirada en aquella silueta que caminaba hacia ellos —Arthur— El polvo y la nube se dispersaron casi al instante, dejando ver con claridad al sujeto el cual había hablado, tomando por sorpresa al joven rey, quien al instante reconoció a Meliodas con un atuendo y aura diferente —Este ya no es más un lugar para que un humano como tu venga. ¡Así que largate!

Estaba confundido, ese hombre se parecía demasiado al hombre que admiraba con grandesa. Pero su tono de voz, su aspecto y el poder que transmitía, era completamente diferente y oscuro —¿Señor Meliodas?— Se atrevió a preguntar, apoyando el peso de su cuerpo en sus antebrazos —¿Por qué...? ¿Que estas haciendo con los demonios? Y... Esa forma, esa magia... ¡No puede ser!— La confusión se convirtió en dolor y el dolor en ira.

—He cortado mis lazos con los siete pecados capitales, ya no soy el hombre que conociste— Escucho sus palabras con atención, afirmando lo que creyó en cuanto  su cabeza proceso lo que había preguntado. La impotencia, junto con la ira era una combinación que en el cuerpo de Arthur desató miles de emociones conflictivas.

—¿¡POR QUÉ!?— El puño del rey golpeó el suelo, y por pequeñas fracciones de segundos, una mágica increíble pudo sentirse —¿¡Como puedes hacer esto!? ¡Siempre te he admirado! ¡Yo siempre quise ser como tu!...— La indiferencia que mostraban los demonios ante la escena, sólo incrementaba más su deseo de matarlos —Tu una vez me dijiste esto ¿No? “Lo más importate, no es lo que los demás piensen de ti, sino de lo que tu piensas de los demás”... Sin importar las circunstancias— Arthur elevó la mano, movió su cuerpo tan velozmente que ni siquiera Meliodas fue capaz de entender como había logrado cortar la distancia entre él y la espada clavada en el suelo —Traicionaste a los siete pecados capitales, quienes siempre creyeron en ti... Y Traicionaste a tu amor, la princesa Elizabeth— Su puño atrapó el mango de la espada, y la corriente de magia viajo a través de todo su cuerpo —Por eso, nunca... ¡Nunca te perdonaré!— Elevó la espada al cielo y la magia que desataba de él, golpeó casi instantáneamente a los demonios que fueron capaces de ver tal escenario.

[Boar Hart, Liones]

—¿¡Lo dices en serio, Merlín!? ¿¡Iras sola a rescatar al rey Arthur!?— Grito Diane ante el comentario del pecado del jabalí, quien al ver el estado de su protegida, tomó la decisión de rescatar a Arthur por su propia cuenta.

Andromeda estaba siendo curada por Elizabeth, quien al principio no había entendido el dolor perspicaz de la joven —¿No puedes esperar? ¿Por qué tienes tanta prisa? No es típico de ti— Sí bien se habían preguntado la causa del porqué la joven reina había bajado con Merlín hasta ellos casi inestable, las palabras de la maga robaron la atención de todos —¡Iremos todos a liberar a Camelot junto a stigma!

Andromeda suspiro y le sonrió a Elizabeth, quien fue la única que pudo saber la razón del dolor intenso en su espalda, y la única en comprender la gravedad de la verdad tras la herida fantasma —Sí sienten nuestra marcha hacia Camelot, sus guardias estarán más atentos... Si quiero rescatarlo, esta es mi única oportunidad— Su mirada se encontró con Andromeda, quien de un segundo a otro desprendió un poder mágico irreconocible.

—Estoy encontrá de eso— Demandó Escanor, ignorando por completo la verdadera razón por la que quería ir por Arthur —No tiene sentido que te pongas en peligro... Por un niño que ni siquiera puede limpiar su tracero— Ante sus palabras, Merlín le dio dio una mirada que incluso el mismo Escanor se sintió tan pequeño e indefenso.

—Hey Merlín ¿Por qué quieres llegar tan lejos para salvar a Arthur? Pareces más preocupada que Andromeda— Comentó Hawks, dejando de comer —O tal vez ella fue quien te persuadio para que fueras por su amado ¿No es así?

—Exacto— El pecado del orgullo tomó entre su mano la rechoncha cara del animal parlante.

—Ni siquiera lo sabíamos— Dijo Hawks inaudiblemente.

—Arthur fue elegido por la espada sagrada para liderar Británia algún día— La mujer posó su mirada en Andromeda —Es el chico de la esperanza.

—Arthur fue elegido por la espada sagrada para liderar Británia algún día— La mujer posó su mirada en Andromeda —Es el chico de la esperanza

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Vaya, que final tan más... Decepcionante ¿No lo creen?
Pero no es todo, la historia aún no termina, así que tal vez la próxima semana tengan el epílogo y espero estén preparadas para lo que sea que pueda venir.

En fin, quería decirles que soy pésimas escribiendo escenas de combate y lucha, así que probablemente pondré un video o imágenes de como Arthur se chinga al Meliodas y sus damas de honor.

En fin, quería decirles que soy pésimas escribiendo escenas de combate y lucha, así que probablemente pondré un video o imágenes de como Arthur se chinga al Meliodas y sus damas de honor

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𝘌𝘴𝘱𝘦𝘳𝘢𝘯𝘻𝘢 "ᴬʳᵗʰᵘʳ ᴾᵉⁿᵈʳᵃᵍᵒⁿ" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora