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Capítulo 19: Conexión.

[...]

El día estaba siendo sofocante, y debido a las últimas heridas que había recibido esa misma mañana, la habían dejado en recuperación.
La herida era reciente y el dolor era insoportable.

No entendía si el sofoco era por el lugar, o porque estaba subiendo su cuerpo en temperatura. Lo último que recordaba haber visto, era una sonrisa maquiavelica y una mano pálida tocandola con delicadeza.

Sentía todo su cuerpo arder y más que nada la herida en el costado de su abdomen hacia que se retorciera por el arduo dolor.
Lo único bueno a todo esto, era que había descubierto como sacar a las personas en ese estado de zombisacion.

Abrió los ojos y tembló cuando vio al pelinaranja a su lado, con una mueca de preocupación y el sudor aperlando su rostro —Agh.

Debía estar en otra parte de la fortaleza, retirada de todos para que no supieran su estado y el de él también, lo deducia por el silencio del lugar —Esta volviendo, traeré a los demás— Escucho una voz que le retumbó por un par de segundo como si estuviera dentro de un pozo y el eco fuera demasiado fuerte.

—Agh...— Volvió a quejarse, esta vez sin detener la convulsión que el dolor le provocó, apretando los párpados, dientes y puños —Duele— Se giro sobre la camilla, apretando con fuerzas la zona hiriente —Duele mucho.

—Lo sé, cariño— Arthur, quien sentía aquel dolor en el mismo sitio y con la misma intensidad, apretó la toalla en su puño y evitó gemir de dolor, cerrando los ojos con fuerzas.

Inhalo con profundidad y posó aquel trapo en la frente de Andromeda, quien seguía retorciendose en la camilla, mientras él estaba sentado a su lado sudando por el dolor y sufriendo por el mismo. Aún que bien se podría decir que le dolía más el ver a la chica sufriendo de esa manera, y más sintiendo lo que realmente estaba pasando... El hecho de compartir una conexión inefable, ayudaba que uno sintiera lo mismo que el otro, hablando sólo de cierto aspectos; esto provocaba que el dolor que sufría uno lo compartían ambos, al igual que la paz.

—Arthur...— Sollozo, mientras las lágrimas rodaban por sus sonrojadas mejillas —Duele— El chico de ojos púrpuras tomó su mano y ella lo apretó con fuerzas, mirándolo con los ojos llorosos.
Con esfuerzo se inclino a ella y acarició su mejilla con la mano libre, observado como transpiraba y respiraba agitadamente.

—Pasará, tranquila— O al menos eso esperaba, porque no le gustaba verla de esa forma.
Lo peor estaba en que él no hizo nada por ella, no la protegió, no la salvo, la dejó y ella salió lastimada, herida y mortificada.

Se sentía la persona más mierda del mundo, y dentro de él había algo que hacía odiarse y sabía lo que era. Quería golpearse así mismo, y dejó que pronto volvieran aquellos pensamientos que había enterrado hacia tiempo atrás... Él no la merecía, ella no merecia eso.

Se sentía culpable ¿Lo era? Porque quería creer que podría renunciar a ella y sentirse menos mierda ¿Pero entonces eso no la lastimaria más, o le haría un bien?
Necesitaba volver atrás, abrazarla con fuerza y pedirle perdón por ser tan idiota, por ser el novio más mierda; necesitaba protegerla entre sus brazos, besarla y entonces hacerle saber cuanto amor derramaba por ella... ¿Pero que lo detenía? No era demasiado tarde para hacerlo ¿O sí? No, no lo era... ¿Pero que lo detenía?

—Arthur— Su mente volvió a ella y trató de sonreír, reprimiendo el dolor pulsante en aquella herida fantasma en su cuerpo —Lo siento...— Su pulso se detuvo, el aire le hizo falta y aquel vuelco en su corazón le apretó el pecho de manera dolorosa e indescifrable —Lo siento tanto.

Sus ojos se cristalizaron y el deseo de abrazarla no desapareció, pero la vacilación estaba impregnado en él por no querer lastimarla más —No, no amor, yo lo siento tanto, yo...— Las lágrimas no se detuvieron más y sus ojos púrpuras se cerraron con fuerza —Lo siento tanto, yo... Perdoname— Tanto los sollozos de uno como el otro se mezclaban en aquel tranquilo lugar, tomados de la mano con fuerza —Todo es mi culpa, yo...

—¡Agh!— Sus manos se soltaron y tanto ella como él se retorcieron en sus lugares por el golpe de dolor en la herida —¡Arthur! ¡Por favor! ¡Por favor!— Sus gritos desgarradores fueron cayados por otras manos ajenas, y él fue alejado de ella, siendo acostado en el suelo.

Jim era quien trataba de tranquilizarlo, pero estaba tan absurdo en el dolor que los llamados del hombre se escuchaban nítidos y un ruido ensordecedor comenzó a invadirlo.
Comenzó a gruñir y a tocarse el costado con fuerza, girando de lado para ver a Andromeda quien gritaba y lloraba por el dolor; siendo detenida por Tadashi en la camilla, mientras la madre de ella desgarraba su camisa y la curadora hacia todo lo posible para apaciguar lo que fuera que les estuviera sucediendo a ambos.
El cuerpo de su chica se sacudía, tratando de librarse de los brazos de Tadashi, su rostro estaba pálido, sin embargo sus mejillas y nariz más rojas que la propia sangre; a pesar que no escuchaba nada, sabía que gritaba por los gestos de dolor y desgarro de ella... Estaba sufriendo, y él sufrían con ella.

Pronto pensó que aquel dolor no lo soportaría, porque ni él estaba siendo capaz de soportarlo.

Al cabo de unos largos minutos, Andromeda simplemente se desplomó en la camilla, dejando a todos agitados y a Arthur aturdido, sintiendo de golpe el alivio. Y a pesar de eso, no podía moverse del todo, aún ardía, pero ya no dolía.

Jim lo tomó de los hombros y lo puso de pie, haciendo que todos girará a verlo —Sólo se desmayo, esta inconsciente— Hablo la mujer que trato de curarla, observando la preocupación encarnada en él.

—Es fuego demoníaco— Hablo tratando de caminar hacia ella, pero cayó de rodillas al sentirse débil —Lo sentí. Hendrickson quemo mi hombro con el mismo... Pero este es... Intenso... Doloroso— Miro a los presentes —Debemos hacer algo, no quiero que sufra... no quiero que sufra más.

"El dolor compartido, no sólo es dolor comprendido"

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"El dolor compartido, no sólo es dolor comprendido".

𝘌𝘴𝘱𝘦𝘳𝘢𝘯𝘻𝘢 "ᴬʳᵗʰᵘʳ ᴾᵉⁿᵈʳᵃᵍᵒⁿ" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora