17

1K 115 25
                                    

Capítulo 17: Verdad.

[...]

Todos estaban reunidos en la habitación del rubio, observando con una tensión enorme sobre ellos a Elizabeth, quien descansaba sobre aquella cama espaciosa. Meliodas estaba a su lado, sosteniendo su mano mientras seguía evitando descontrolar cualquier sentimiento que pudiese empeorar la situación.

—¿Qué le está pasando?— Cuestionó King observando a Diane, la cual sollozaba en estado de shock.

—Tampoco tengo idea... Espero que Elizabeth este bien— Su respuesta fue en susurro, audible para el Hada a su lado, quien no se lo cuestionó dos veces y la abrazo.

—Merlín ¿Conoces la causa de esto?— Ban se mostraba serio, un poco inusual de su parte, pero dado a que veía a su mejor amigo en un estado un poco inusual en el rubio, supo al instante que no podría ser algo bueno.

La azabache guardo silencio por un par de segundos, antes de bajar la mirada sintiéndose culpable por la situación —Seguramente son los efectos de la magia de Zeldris de cuando ella me libero de la maldición.

—Entonces... ¡Entonces eso significa que la maldición ha sido movida a Elizabeth ahora!— El grito de Diane los dejó bajo una penumbra pesada. Haciendo que cada uno de ellos, en especial Merlín, sintiera un golpe en el pecho.

—No.

Todo volvió a quedar en silencio, siendo el centro de atención el rubio, quien sintiendo ese pesar en su corazón, y por fin haber decidido... Contaría la verdad, esa que ni siquiera su mejor amigo lo sabía.

—La memoria de Elizabeth ha comenzado a volver— Prosiguió con su semblante decaído y serio, dejando anonados a los presentes.

—Huh ¿Sus memorias?— Diane comenzó a sonreír, a pesar de que Meliodas seguía en su mismo estado —¿¡Q... Quieres decir sus vidas pasadas!? ¡Eso es increíble!— Meliodas se contuvo por no gritarle a la castaña, él sabía que no era su intención, simplemente ella no sabía la verdadera razón de lo que realmente conllevaba eso.

—¿Vidas pasadas? ¿De qué hablas?— Diane giro con entusiasmo para ver a King y le sonrió.

—¡Esto va arrancarte los pantalones de sorpresa, King!— Cada fibra de Meliodas se tenso —¡Aparentemente Elizabeth ha sido reencarnada docenas de veces por los últimos 3000 años, cada vez perdiendo todas sus memorias de sus vidas pasadas!— Ban frunció el ceño al escuchar aquello, mientras King gritaba por la información que había soltado así como así —¡Por eso es que temprano nos estaba diciendo que quería recuperar las memorias de sus vidas pasadas!

—¡Cuida tu boca, Diane!— Le grito Merlín, haciendo que la chica saltará del susto y toda esa emoción se convirtiera en tremenda confusión y temor, por la forma en que le grito.

—¿Qu.. Qué? ¿¡Por qué!?— La azabache iba a volver a replicar, siendo interrumpida por Diane, quien en su defensa señaló a Meliodas totalmente enojada y lo acuso —¡El capitan es quien realmente ha sido malo!— El rubio bajo la cabeza y acarició suavemente la mano de su amada —¡Él a propósito ignoro a Elizabeth cuando ella estaba intentando hablar con él sobre eso!

Todo volvió a sumergirse en una pesada tensión, en donde ahora toda la atención estaba en el rubio, quien manteniéndose pacifico habló:

—Todo se acabó ahora. No tomará mucho para que todas sus memorias vuelvan— Sus manos atraparon la delicada y suave mano de Elizabeth, comparando el tamaño de la suya con la de ella, tan delicada y suave como la platinada. Trago saliva y apretando sus labios, se armo de valor —Y una vez que pase... Elizabeth morirá en tres días— Una aurora densa y pesada, se formó en la habitación, creando así el pesar en cada uno de aquellas palabras.
Meliodas cerró los ojos con fuerza al recordar su maldito castigo, y aquella magia demonia comenzó a desprenderse de él.

Quién al darse cuenta de eso, mordió sus labios y el dolor lo regresó a la normalidad, relajando cada musculo tenso de su cuerpo.

—¿Morir?... ¿Qué? Estas bromeando de nuevo ¿Cierto... Capitán?— Diane sintió cada pedazo de su alma desprenderse hasta dejarla casi en un estado de depresión inmersa.

—Es nuestro destino— Hablo con más tranquilidad el rubio, mirando con total tristeza a la de ojos azules. Tan tranquila en esa cama, ajena al dolor que él están sufriendo en esos momentos —No hay necesidad de callarlo más. Así que les contaré todo— Su mirada ahora se perdió en sus manos enlazadas —Han pasado 3000 años desde la guerra sagrada... Pero en medio de ella... por los pecados, Elizabeth y yo, fuimos castigados no tan sólo con la muerte de nuestra más preciada amiga— Todos escucharon acercándose al rubio con seriedad en sus rostros —Sino también como uno del clan demonio... Por tomar la mano de alguien del clan de la diosa... Y además, por el pecado de traicionar a mis propios compañeros y matarlos— Los ojos verdes del rubio se perdieron en las manos unidas con su amada —Como alguien del clan de las diosas, por unirse al batallón creado por la destrucción... Por salvar inlcluso al enemigo, a mi y los diez mandamientos— Su mirada se perdió en los recuerdos, y al saber que no seguiría con sus palabras, King se atrevió hablar.

—¿Castigo?— Meliodas trago saliva y elevó la mirada, apretando la mano de Elizabeth —¿Pero de quién...?

—Los dioses de ambos— Todo quedó en un silencio sepulcral —Aquel que controla al clan demonio: el rey demonio. Aquella que gobierna el clan de la diosa: la deidad suprema— Inhalo y suspiro —Al frente de sus abrumadores poderes, no había nada que pudiéramos hacer sin ella, sin la destrucción. Era aterrador, pero la adrenalina del momento, junto con él coraje y la tristeza nos hicieron avanzar hasta que nuestras vidas se perdieron... Al menos... Eso debió haber pasado.

—¿La destrucción?— Sólo un par de ojos miraron a Ban, quien soltó la pregunta inconscientemente.

—Sí, ella nos advirtió constantemente sobre los poderes y de lo que eran capaces de hacer aquellos dioses; ella fue la razón del comienzo de la guerra sagrada, y fue el fin de la misma... Eso fue todo lo que sabia después de despertar, que la guerra había terminado. Mi cuerpo herido había sido restaurado y parecía que había pasado un día o un par... No era consciente de nada de lo que nos había ocurrido, Elizabeth yacía muerta a mi lado, sosteniendo mi mano y sólo fui capaz de aferrarme a su cuerpo...

 No era consciente de nada de lo que nos había ocurrido, Elizabeth yacía muerta a mi lado, sosteniendo mi mano y sólo fui capaz de aferrarme a su cuerpo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La historia continúa, y las verdades surgirán de lo más profundo de ella.

𝘌𝘴𝘱𝘦𝘳𝘢𝘯𝘻𝘢 "ᴬʳᵗʰᵘʳ ᴾᵉⁿᵈʳᵃᵍᵒⁿ" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora