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Capítulo: El inicio de...

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[Fortaleza, Camelot]

—Algo anda mal— Susurro Tadashi, al ver que el tiempo se había agotado y ni una sola señal fue recibida.

No quería retirarse, no quería moverse de su lugar con la esperanza de que sólo fuera un retraso y nada grave hubiese sucedido, pero con forme los minutos avanzaban, el deseo de entrar y alertar sobre aquel acontecimiento crecía.

Claro que los demás tampoco dejaron pasar aquello, y rápidamente Nanashi salió a su apoyo —¿Nada?

—No.

Trago saliva y se giro a ver al azabache, quien con su natural tranquilidad, se dispuso a entrar a la fortaleza.

—Arthur— El rey dejó de hablar con Jim y se dirigió hacia su maestro —Debemos actuar, no podemos esperar por más tiempo la señal de Andromeda.

—¿Y si aún no es el momento?— Cuestionó el chico de ojos púrpuras, tensandose ante la idea de que algo malo le pudo haber sucedido a su amada.

—Es tu decisión.

Era complicado, arriesgaría a todos en ese lugar por apresurarse, pero también los arriesgaría al dejarlos tan vulnerables.

—Esperemos— Hablo con determinación, haciendo que Nanashi asintiera —Una cosa más... Debemos enviar a alguien.

—Iré yo— Ahora fue el turno de Arthur en asentir —En cuanto vea la situación, vendré a informar.

Eso tardaría por lo menos una hora más, pero más valía asegurarse que arriesgarse.

—Creo que deberían venir a ver esto— Tadashi habló con agitación.

Los cuatro se dirigieron fuera de la fortaleza, siendo capaces de apreciar aquellas dos luces siendo atravesadas entre sí, en toda aquella oscuridad. Sabían que venía de Liones y aquella señal les dio la esperanza y motivación que necesitaban —¿Qué hacemos ahora?

Dirigieron su mirada a Arthur, quien con una sonrisa, dio la orden con seguridad.

[Boar Hart, Liones]

Después de que el pacto había sido sellado con ambas diosas, la reina de Camelot prefirió alejarse de aquel "festín" para celebrar que la guerra Santa terminaría.

—Creí que te encontraría hablando con el rey Bartra— Merlín apareció detrás de ella, observando los movimientos de la chica.

—De qué me sirve hablar, si no me escuchan— Estaba totalmente molesta, incluso más que molesta. La rabia estaba consuminedola.

—Andromeda...

—¡ARTHUR ESTA EN PELIGRO! ¡LAS PERSONAS DE LA FORTALEZA TAMBIÉN LO ESTÁN! ¡Y USTEDES PREFIEREN DARSE SU MALDITO LUJO DE UN FESTÍN ESTÚPIDO!— Andromeda estaba roja del coraje, y las lágrimas del mismo sentimiento no esperaron en derramarse —¡LO SIENTO, PERO NO ME VOY A QUEDAR AQUÍ CON LOS BRAZOS CRUZADOS CUANDO MI PUEBLO ME NECESITA!

—No tomes una decisión tan precipitadamente, mucho menos cuando estas enojada— Trató de hacerla razonar.

—¡Y COMO MIERDA NO QUIERES QUE TOME UNA DECISIÓN ASÍ, CUANDO NI SIQUIERA TU ME APOYAS PARA SALVARLOS!— El lugar quedó en silencio.
Andromeda dejó las cosas a un lado y comenzó a llorar.

Merlín trató de acercarse, pero fue detenida con la simple mirada molesta de la chica de ojos claros —Estamos hablando de algo más allá de sólo salvar, podrías no tan solo ponerte en peligro, sino también a ellos. Estoy segura que Arthur esta manejando la situación sabiamente.

—Teníamos un plan— Ella susurro, dejando  salir los sollozos —Y tengo miedo de que él siga ese plan.

Merlín entendió, con sólo verla, que las cosas eran peores de las que ella imaginaba, y el temor de perder a Arthur incremento al instante.
Y aún así, mantuvo la calma y se acercó a Andromeda para reconfortarla entre sus brazos.

[Fortaleza, Camelot]

—La capital está desierta, ni una sola alma está ahí. Los demonios también desaparecieron... O al menos la mayoría— Reafirmó Nanashi, tras su expedición al lugar.

—No hay rastro de Andromeda, ni de los caballeros, ni de las personas. Es como si se hubieran esfumado— Jim agregó, incorporandose en el círculo que se había formado.

Arthur analizó sus palabras, sintiendo un gran vuelco en el estómago y el temblor en sus manos. Sonrió y miró a sus aliados, sintiendo el alivio remplazar aquel malestar en el esófago —Merlín— Bajo la mirada y apretó la mano, resistiendo ante las ganas de llorar de felicidad.

Andromeda estaba a salvo.

—¿Qué debemos hacer?— El rey inhalo profundamente y observó a los civiles en la fortaleza, deteniendo su mirada en la mujer que había dado vida al ser que más amaba.

Sabía lo que debían hacer, Andromeda diría lo mismo —Evacuemos a los civiles.

A veces en la vida hay que tomar decisiones

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A veces en la vida hay que tomar decisiones. A veces esas decisiones rompen corazones

𝘌𝘴𝘱𝘦𝘳𝘢𝘯𝘻𝘢 "ᴬʳᵗʰᵘʳ ᴾᵉⁿᵈʳᵃᵍᵒⁿ" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora