III

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___ decidió irse temprano de la fiesta, con un agradecimiento y una disculpa a Henry, manejó a su departamento.

Le urgía una ducha. Cuando el agua estuvo tibia entró al chorro disfrutando de la sensación del agua sobre su piel.

Lentamente sus pensamientos se dirigen a esos hermosos ojos avellanados. Dios, qué guapo es. Y sus brazos, tan fuertes y torneados. ____ recordó sus manos sobre el duro pecho de Joseph. Las masculinas manos sobre su delicada piel. La lengua caliente y húmeda recorriendo su cuello.

Estúpidas convenciones sociales. En cuanto lo tuvo cerca notó que le dolía el cuerpo entero. De deseo. Puedo imaginarlo sin ropa. Inmediatamente una punzada vibró en su interior. Juntó más sus muslos intentando aliviar el dolor e inconscientemente enjuagó el jabon de su cabello.

Era tan atractivo, con unas manos expertas y una lengua caliente. Bajó las manos a su cuello y lo acarició, siguió bajando hasta llegar a sus senos y delicadamente los acarició. Qué mirada tan profunda tenía ese hombre, tan profunda que podía hacerla temblar. Una mirada tan caliente, tan deseosa.

Apretó uno de sus pezones mordiéndose el labio. Una mirada tan llena de promesas. Imaginaba que era un mantel increíble. Era imposible que un hombre de ese tamaño no diera placer hasta la locura. Aún con los ojos cerrados bajó una de sus manos por su abdomen, presionando la piel y haciendo que el agua se sintiera aún más caliente. Tocó con la punta de los dedos sus duros pezones, haciendo que el dolor en su entrepierna incrementara.

Recordó la deliciosa presión de la erección de Joseph en su pelvis. Soltó un gemido y lentamente acarició sus pliegues. Recordó lo increíblemente duro, tenso y grande que lo sintió en la palma de su mano y recargó la espalda en la pared. El frío del azulejo hizo que su piel se erizara. Arqueó la espalda al imaginarlo dentro de ella, lo bien que se sentiría tenerlo contra la pared.

Presionó su clítoris y masajeó los hinchados labios. Sintió los espasmos recorrer desde la punta de los pies hasta la nuca y continúo torturando sus doloridos pezones.

Su vagina se sentía tan condenadamente vacía al recordar el bulto en su pantalón.

Se lo imaginó en su propio baño con su miembro entre las manos, tocándose tan íntimamente que la boca se le hizo agua. Se imaginó pasando sus dedos por su miembro, tocando el glande y lamiendo la deliciosa gota de semen en la punta.

Se imaginó llevarse su delicioso miembro a la boca, el peso en su lengua. El salado sabor en la boca, la suavidad de su piel y la sensación de las marcadas venas a lo largo de su longitud. Imaginó los gestos que haría al masturbarse y lentamente sus jugos fueron descendiendo por sus muslos.

Quería escucharlo gemir, gemir con tanto placer que sus propios dedos se movieron más profunda y rápidamente dentro de ella. Gimió y siguió embarrando sus jugos en los labios y en el clítoris.

"Joseph" pronunció roncamente entre gemidos. Estaba a punto de llegar a un sorprendentemente difícil orgasmo. Tenía dentro tres dedos y los retorció profundamente. Gemía y se arqueaba contra su propia mano fuertemente. Pellizcó su clitoris una y otra vez tratando de llegar de una vez. Pero nada. Lloriqueó desesperada pero sus dedos no eran lo suficientemente largos ni gruesos como para sentirse satisfecha. Sacó sus dedos decepcionada y salió de la ducha.

Se sentó en su cama con la bata puesta. Nunca había tenido problema en llegar a un orgasmo ella sola. Se le iluminó la mente pero dudo. Tenía un largo vibrador en el cajón. Lo sacó y lo observó un minuto. Lentamente abrió la boca y lo introdujo saboreandolo con la lengua. Se recostó en los cojines y cerrando los ojos imaginó que tenía a Joseph en la boca.

Cuando sus pliegues punzaban de nuevo lo sacó y lo colocó en su entrada. Pegó sus piernas al pecho y las fue abriendo lentamente acariciando sus muslos. Cuando las abrió completamente echó la cabeza hacia atrás e introdujo el vibrador. Sintió alivio y soltó un largo gemido. Retorciendo las caderas presionó y saco el consolador de su vagina. Lo introdujo y sacó varias veces haciendo que su respiración se acortara.

Después de unos minutos apretó un botón y comenzó a vibrar. Maldita sea, eso necesitaba.

Bajó la otra mano al clitoris y lo torturó dandole ligeros toquesitos. Cuando se retorció descontroladamente se sentó de frente a la cabecera de la cama agarrándola con una mano y con la otra se apoyo como si estuviera montando a alguien.

A él.

Cuando estuvo en posición apagó el vibrador y restregó su vagina contra la cama. Elevó las caderas, con una mano mantenía el consolador verticalmente y sintiendo cómo su piel se extendía, se sentó sobre él. Necesitaba uno de los consoladores que se mantienen rectos.

Necesitaba coger, eso necesitaba. Duro.

Giró lentamente las caderas y disfrutó de un ritmo lento. Tras unos minutos lo encendió y soltó el vibrador dejando que se perdiera en su interior, siguió con el delicioso ritmo rozando su entrada y su clitoris contra las sábanas. Arqueó la espalda y masajeó sus senos. Lamió sus dedos y retorció sus pezones.

Tal como si estuviera montando a Joseph comenzó a dar pequeños saltos mientras el consolador salía y entraba de su vagina. Dos minutos después el ritmo era completamente salvaje y sintió cómo algo dentro de ella explotaba. Soltó un largo y ronco grito y se dejó llevar por los deliciosos espasmos. Gemía rápidamente y se mordía el labio.

Cuando los espasmos por fin se fueron se tiró de espaldas disfrutando de la sensación del vibrador dentro de ella. Las paredes de su vagina lentamente se relajaron y pudo expulsarlo. Cerró los ojos y recupero el aliento. Había sido uno de los orgasmos más largos y difíciles que había tenido.

***

Eran las nueve de la mañana cuando se despertó. Se movió y sintió algo recorrer su cuerpo, abrió los ojos y se estiró. Al hacerlo notó que la bata se deslizaba por su piel desnuda. Se ruborizó al recordar la noche anterior. Rápidamente se cerró la bata y se levantó de la cama. Ni siquiera se había metido en las sabanas.

Examinó la cama y encontró las pruebas de su intensa sesión con el vibrador de anoche. Se maldijo en todas las maneras posibles y lo llevó al baño. Guardó el lubricante y quitó la sabana.

Bien hecho, ____. Nada mejor que masturbarte por dos horas pensando en tu futuro jefe. Muy bien.
Confundida por la intensidad de su excitación por solo unas miradas y roces, se metió a bañar. Tardó 5 minutos esta vez. Con agua fría.

Joseph Jonas la estaba volviendo loca de placer y ni siquiera la había besado todavía.

Be Mean - Joe Jonas & TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora