XV

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La tomó de la mano y la llevó fuera del baño, hacia la habitación. Se dejaron caer en la suave cama y Joseph llevó una mano a su rostro antes de besarla con profundidad. La experta lengua de Joseph la llevaba cada vez más alto, gemidos mezclándose mientras sus bocas se hacían el amor. ___ tomó entre sus dientes uno de sus suaves labios y tiró de él al mismo tiempo que jalaba ligeramente de su oscuro cabello. Joseph gruñó y aprisionó la lengua de ella, la acarició con su propia lengua y la liberó. Las fuertes manos de Joseph recorrieron su cuello y bajaron por sus pechos, se detuvieron unos segundos en un pezón y bajó acariciando con las uñas por la cintura y cadera de ___.

–Me vuelve loco tu aroma, ___. Hueles tan bien como sabes.

___ se quedó sin voz por un segundo y le dedicó una mirada profunda. Los ojos de Joseph se oscurecieron cuando la miró directo antes de sonreír lentamente.

–¿Me dejas probarte? –preguntó mirándola directo a los ojos que se nublaban cada vez más.

___ suspiró y asintió sin separar la mirada.

–Dejame escucharte, nena. Dime cómo te gusta.

Bajó su cabeza hacia su cuello, y ella hundió los dedos en su cabello.

–Cúbreme los ojos, Joseph.

Él levantó la cabeza hacia sus ojos con una mirada brillante y oscura a la vez. Se observaron por unos segundos y Joseph exhaló ruidosamente.

–¿Te gusta jugar, Joseph?

Él soltó una risa ahogada y asaltó sus labios con desesperación. Tomó las manos de ___ y las colocó sobre su cabeza. Ella arqueó su cuerpo contra el de él.

–Me fascina jugar, ___ –gimió contra sus labios.

Lentamente, Joseph se separó de su cuerpo y se dirigió al clóset. Se acercó nuevamente con una corbata rosa pálido hacia ella y recorrió su cuerpo con la punta de la tela. ___ sintió cada centímetro de su piel erizarse. Joseph se acercó nuevamente a su boca y la besó profundamente. Luego lamió su oreja y tras dar un beso a cada ojo cerrado, pasó la sedosa tela sobre sus ojos. Cuando la anudó, retomó el hambriento beso y la excursión por el caliente cuerpo.

–¿Confías en mí, ___? –preguntó muy cerca de su oído.

–Confío en ti, Joseph. Ahora pon tus labios sobre mí.

Joseph sonrió y besó su cuello hasta el otro oído.

–Es lo que más deseo, hermosa. Deja tus brazos arriba –su voz se tornó más grave cuando dio la orden.

___ gimió y colocó las manos detrás de su cabeza. Sintió a Joseph levantarse de la cama y escuchó cómo se alejaba unos segundos. Colocó algo en el mueble del final de la gran cama y sus manos estaban frías cuando la tocó de nuevo. ___ se retorció un poco y gimió por la sorpresa. Lo escuchó reír y se disculpó en voz baja. Las grandes manos bajaron por sus piernas y la jaló hacia la orilla de la cama.

–Estar dentro de ti me vuelve loco, ___, –ronroneó cerca de sus muslos– pero el perfume de tu cuerpo me persigue en las noches.

Mordió la piel de su cadera y ella sintió su estómago contraerse de placer. Ella ansiaba el peso de su cuerpo contra su piel, entre sus piernas.

–Joseph.... –suspiró ella.

Sintió el aliento de su risa contra el ombligo antes de que su lengua explorara el sensible punto. ___ apretó los puños y se escuchó tragar saliba.

Joseph besó el camino de su ombligo hacia sus suaves muslos y lamió el punto donde se unía su pierna con su cadera. ___ prácticamente siseó.

–Podría hacer esto todo el día –dijo él con satisfacción.

___ gimió.

–No me tortures tanto, Joseph.

Él le separó ligeramente las piernas y suspiró.

–Solo un poco más, hermosa. Si pudieras ver lo preciosa que estás, mojada, con los pezones erectos, con tu delicioso aroma rodeándome por completo. Me pones mal, ___. Podría perderme semanas enteras en ti.

–Es lo que provocas en mí, Joseph. Te necesito sentir en mí, encima, adentro, cerca. Nunca es lo suficientemente cerca.

Joseph acarició sus nalgas y con los pulgares abrió los pliegues que cubrían su entrada. ___ sintió el caliente suspiro en su piel.

–Dame tiempo y cada rincón de tu cuerpo va a gritar mi nombre, ___. Eres preciosa.

Ella sintió un temblor recorrer su cuerpo y la excitación de no poder ver lo que él hacía lo potenció incluso más. Quería rodear sus hombros con las piernas pero Joseph las recorría con las uñas, volviéndola loca.

–¿Confías en mí, ___?

–Sí –dijo y su voz se cortó en un gemido cuando sitió la lengua de Joseph entrar en su mojado canal.

Los pulgares extendían su piel y mantenían las piernas extendidas mientras él lamía y bebía de su humedad. ___ sentía que la cabeza le daba vueltas y agradeció no poder ver cómo la habitación daba vueltas. Sentía los labios y la lengua de Joseph moverse como si estuviera besando su boca, lento, luego rápido. La lengua fue subiendo hasta su clítoris y ella jadeó. Joseph gruñía mientras daba atenciones a su excitado punto y las ligeras vibraciones subían por todo su cuerpo.

Estaba intentando respirar bien pero las manos de Joseph apretaban y acariciaban los suaves muslos, aumentando el placer que le daba vueltas en la cabeza. Una mano se deslizó hasta la resbaladiza entrada y acarició con el pulgar. ___ casi gritó al sentir una ligera mordida en uno de sus labios hinchados. Joseph rió y el aliento le provocó un temblor delicioso.

–Sabes tan dulce. Tan dulce que me da sed.

Un frío chorro cayó en su abdomen y ella lanzó un grito ahogado.

–Joseph, ¿qué....

La interrumpió su larga lengua recorriendo toda su entrepierna y su cuerpo entero tembló. Una fuerte mano de Joseph mantuvo sus piernas extendidas en su lugar mientras él lamía y chupaba sin piedad sus pliegues. Cuando separó sus labios sintió el jadeo contra sus muslos.

–¿Qué fue eso? –preguntó acalorada.

–Champagne.

–¿Champagne? –preguntó confundida.

Joseph rió y mordió nuevamente uno de sus labios.

–Mi nueva combinación favorita.

___ jadeó y dejó caer la cabeza contra el colchón. Se sentía mareada y el aroma a champagne le llegaba por todos lados.

Sintió el colchón hundirse nuevamente y las manos rodearle las piernas. El aliento le acariciaba la entrepierna. Sentía la humedad cubrirle los muslos y gimió con necesidad.

–Joseph...

–Si, nena. No más juegos. 

Be Mean - Joe Jonas & TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora