XXII

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Las cortinas eran removibles. Fue lo que ___ notó cuando estuvieron en el sensual espacio. Parte de ella quería abrirlas y disfrutar de la sensación de desnudez. En más de un sentido. La otra parte estaba muy apresurada por tener a Joseph dentro de ella sin importar quién viera o no.

Dentro, el ambiente del club llegaba apagado. Las puertas de cristal se abrían hacia una pequeña terraza. La vista era incluso más impresionante que abajo. Joseph abrió una botella y llevó las copas hacia la terraza. El calor, la música y el aire del exterior adormecian una parte de ___, su pudor. ¿Quién necesitaba pudor?

–Me lees mejor que yo misma, Joseph.

La observó divertido y chocaron sus copas.

–Te veo sin trapujos, en más de un sentido.

Acercaron sus cuerpos y el barandal se hundió en la espalda baja de ___. Joseph colocó una pierna entre las suyas.

–Pero siempre terminas sorprendiéndome –continuó– Bondage, voyerismo... Me muero de ganas por saber qué más te lleva al límite, ___. Quiero acompañarte y asomarme contigo.

La mano de Joseph acarició un tenso pezón por encima de la sedosa tela negra, ella gimió.

–Me tienes en el borde, literalmente. ¿Qué vas a hacer conmigo? –___ lo miró con ojos nublados y deslizó un tirante de sus hombros. La seda del vestido se detuvo sobre sus pezones y Joseph bajó la cabeza para lamer el suplicante botón sobre la seda. ___ tembló de necesidad, su entrepierna apretando con ansia. Mordió el otro pezón y el temblor deslizó la tela hasta el suelo.

Los ojos de Joseph se oscurecieron y de su garganta salió un sonido profundo.

–Probarte.

En un movimiento, Joseph se tiró de rodillas y elevó una pierna a su hombro. Colocó el vestido en una silla. Sin romper su mirada, bebió un poco y el frío líquido se mezcló con su caliente lengua. Recorrió cada rincón sin tregua, aumentando el mareo que ___ sentía. Su pulgar encontró un rápido ritmo y ___ cerró los ojos. Los abrió cuando Joseph subió por su cuerpo y se dedicó a sus pechos. Cuando ___ gemía pesadamente, Joseph la llevó a la sedosa cama. Extendió su cuerpo y dejó un camino de besos y mordidas por sus piernas mientras se desvestía. ___ se puso de pie y lo interrumpió cuando iba en el pantalón. Lo sacó por sus pies y en cunclillas tomó el pesado miembro que se erguía hacia el ombligo. Su pene dio un brinco contra su paladar cuando lo probó. Rápidamente, sin la paciencia que solía tener para atormentarlo, succionó su caliente erección una y otra vez hasta que los músculos alrededor de su pelvis se contrajeron. Joseph la colocó nuevamente contra la cama y tras ponerse un preservativo, enredó las piernas de ___ en su cadera. Con un delicioso vaivén, se deslizó entre sus mojados pliegues.

–¿Quieres que vean cómo disfrutas, ___?

Ella lo observó directo a los ojos y supo que con Joseph podría dar rienda suelta a su fantasía. Asintió. Joseph cerró los ojos con placer y con un profundo gemido, empujó más profundo en el cálido canal. Dos, tres veces más y ___ giró para estar encima. Como la pareja que habían visto antes.

–Muéstrales nuestro placer, preciosa. –dijo Joseph con voz ronca. Elevó su pecho y con la boca cubrió un sensible pezón. Con una mano tomó el otro pecho. Acercó el pulgar a los labios de ___ para que lamiera. Luego extendió la humedad en el pezón expuesto. ___ aumentó de velocidad y Joseph descansó el rostro entre ambos pechos, mordiendo aquel que tuviera al alcance. Los acarició, los besó, adorando cada uno con ferviente calor. Las delicadas puntas llegaron al color carmín, sensibles por la atención, mientras Joseph respondía a sus caderas con nuevas caricias. La espalda de ___ se arqueó y Joseph bajó la lengua desde la piel que separaba ambos senos hasta hundirse en su ombligo. Aseguró con las manos sus caderas y la penetró con una profundidad deliciosa. Los gemidos de ___ se alzaban entre las paredes, casi creía que podían escucharlos en la pista. Cuando el temblor subió por sus piernas, Joseph atacó nuevamente sus deliciosos pechos y supo que podría besarlos siempre.

Tiró duramente de sus pezones con los dientes y la sostuvo contra su cuerpo cuando el temblor llegó hasta sus piernas. Delicadamente colocó la espalda de ___ sobre el colchón. Separó sus piernas a la vez que bajaba hasta ese cálido centro que tanto lo obsesionaba. Ella aún temblaba con los restos del primer orgasmo cuando el pulgar de Joseph bailó sobre su hinchado clítoris. ___ gritó del placer y retorció sus manos sobre las almohadas cuando la cálida lengua de Joseph le recorrió los húmedos pliegues. En minutos caía en picada con otro delicioso orgasmo. ___ sintió el caliente líquido de su excitación recorrer sus muslos y Joseph gruñó. Sus miradas se cruzaron y la lengua de él lamió lentamente cada gota que salía de ella.

–Sabes a verano, ___.

Las mejillas de ella se acaloraron incluso más ante la vista de sus nublados ojos examinando los rojos pliegues y la hichada boca brillando con su excitación. Alargó su cuerpo para jalarlo encima de ella.

–Necesito tenerte otra vez, Joseph –gimió contra sus labios y hundió su lengua para encontrar la de él. Sus duros pezones rozaban contra su pecho. Colocó los brazos detrás de su cuello y elevó un pie alrededor de la cadera de Joseph. La amplia mano de él acarició sus suaves glúteos antes de cargarla y caminar hacia la pared de cristal. Con una mano, ___ abrió la cortina.

–¿Eres tímido, Joseph? 

Be Mean - Joe Jonas & TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora