XIII

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La mente de ___ vagaba de a ratos. La verdad era que Jospeh le agradaba, su sentido del humor era similar al suyo y devolvía las bromas con una perspicacia que apreciaba. Tampoco parecía conflictuado con el hecho de que ella estuviera en la posición de poder dentro de su relación laboral. En distintas ocasiones, los hombres con los que había salido se habían mostrado sorprendidos con su carrera, cosa que le molestaba muchísimo. Hace un par de años, una ingenua ___ evitaba hablar sobre sus logros para no causar esa incomodidad pero pronto decidió que no tenía porqué hacerlo. Cualquier hombre que diera por aludido su propio desempeño cuando ella hablaba de sus logros solo demostraba el poco carácter que tenía. Y de esos hombres había conocido muchos. Estando en el rubro que trabajaba, desarrollo inmobiliario, principalmente se veía rodeada por hombres que veían con desdén a las profesionistas que se abrían paso hacia la punta. Por ese motivo, ___ se esforzaba tanto en prepararse de la mejor manera para que sin importar lo que esos hombres pudieran pensar, su trabajo hablara por sí mismo. Y vaya que lo había logrado, era ella quién había incrementado en un 25% la cartera de clientes e inversionistas en los últimos 3 años. Y no estaba dispuesta a sacrificar el fruto del trabajo que tanto disfrutaba por satisfacer las necesidades de reconocimiento de alguien más.
–Es difícil–continuó Joseph– llámame egoísta si deseas, aunque dudo que lo veas de esa manera, pero debes pensar en tu esfuerzo antes de querer abrir las puertas a cualquier cara bonita. De ninguna manera pierden el atractivo pero sabes diferenciar y tener los puntos muy claros. Cuándo es simplemente eso, una cara bonita y cuando tú eres solo un objeto de deseo para calmar ciertas necesidades de validación.
–Por supuesto, aunque si se tratara de mí, quizá utilizarían otra palabra para esa actitud.
–Es asqueroso en verdad, que una mujer reciba mierda por ser fuerte y que sepa lo que no quiere. Incluso de otras mujeres.
___ estuvo de acuerdo.
–¿Cómo llegaste a todas esas conclusiones?
Joseph sonrió antes de responder.
–Mi mamá nunca acepta mierda de nadie. De mí, de mi padre, de su familia, de sus jefes. Siempre me enseñó que nada iba a detenerla de hacer lo que le pareciera lo correcto, ni siquiera yo. Siempre que mi papá o yo decíamos alguna estupidez, no tenía pelos en la lengua para señalarlo de una forma tán directa que no había forma de refutar. Además una o varias experiencias amorosas me demostraron que una persona blanda e indecisa no aporta mucho. Y realmente, esos tipos tibios y machistas me dan asco. Podré no estar de acuerdo con las ideas de alguien pero el complejo de superioridad que disfraza una inseguridad de identidad, es algo que jamás voy a tolerar.
–Vas a tener que aprender a hablar con ellos para poder con este trabajo. Abundan.
–Sin embargo, lo manejas de una manera que admiro. Les dejas la boca cerrada y lo noté hoy, ___. Y supongo que también lo sabes, en cuanto saliste muchas miradas mostraban un interés morboso en tu cuerpo. También me gusta que no dejas que eso te detega de usar, hablar y verte como te da la maldita gana. Pero cada uno de esos que te miraron con morbo al principio terminaron con una expresión reflexiva sobre lo que estabas hablando.
___ asintió. Lo sabía, cada vez que conocía a alguien nuevo pasaba lo mismo.
–Requiere fuerza mental no engancharse en cada hombre idiota que se cruza por tu camino.
Los dos rieron.
–A veces no tengo esa fuerza –dijo Joseph.
–Tengo uno o dos consejos que te pueden servir –le sonrió ___.
 
Joseph fue por unas cosas a su habitación antes de subir a la suite. Esa mañana había tenido que bajar muy a su pesar para asearse y vestirse para el día. Esta noche había decidido que no tenía caso hacer esa excursión matutina por los pasillos del hotel, especialmente porque su día comenzaría temprano. Abrió la puerta y escuchó el agua corriendo levemente.
–¿En dónde estás, ___*?
A ella le encantaba cómo decía su diminutivo, como acariciando las letras con la lengua.
–Toma algo de beber y ven a la tina.
Joseph dejó su pequeña maleta en el clóset y se deshizo de sus zapatos, pantalón y camisa. Subió el volumen de la música. Sacando el resto de champagne del día anterior y dos copas caminó hacia la voz de ___. La encontró descansando la cabeza en el borde de la amplia tina. Su cuerpo era visible ténuemente entre las burbujas. El delicioso aroma frutal inundaba el cuarto. Abrió los ojos cuando escuchó sus pasos.
–Ven, relajémonos un rato.
Joseph sirvió ambas copas y las colocó en el otro extremo. Bajó su ropa interior frente a la atenta mirada de ___ y ella sonrió mientras entraba al agua.

Be Mean - Joe Jonas & TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora