21.- Adicto al trabajo

531 70 8
                                    

Dean aprieta a fondo el acelerador del Impala para llegar al ferry de Ardrossan antes de las siete de la tarde, pero no cuenta con que está conduciendo por carreteras secundarias escocesas y como era de esperar, no llegamos a tiempo de coger el último barco que nos llevaría a la isla de Arran.

Sospecho que es algo que tampoco le importa demasiado, porque en una parada para repostar cerca de Glasgow él y Megan se han ido a cuchichear juntitos dentro de la gasolinera.

Así que me sorprende entre nada y cero cuando bajamos delante del hotel Red Squirrel, a pocos kilómetros del puerto de Ardrossan, para pasar la noche y Megan se me acerca en plan conspirador para pedirme otro favor:

—¿Te importa si me quedo con Dean esta noche?

—Nooo...

—¿Seguro que no te importa dormir sola otra vez?

Sí, vale, no le he contado a mi mejor amiga que Sam ha dormido conmigo. Juzgadme.

—Claro que no.

Cuando entramos en la recepción del coqueto hotel, Dean le está preguntando exactamente lo mismo a Sam.

—No te preocupes, Dean, volveré a dormir en el coche si no tienen más habitaciones libres.

Ahá, o sea que él tampoco le ha explicado a su hermano donde ha pasado la noche. ¿Por qué coño nos estamos escondiendo? No hemos hecho nada malo. Ni nada bueno, en realidad. Solo hemos tomado cervezas y dormido, tan aburrido como suena. Ok, no ha sido aburrido hablar con Sam, pero ya me entendéis. No es lo que una espera cuando comparte cama con un tío bueno.

Antes de que pueda reaccionar Megan se despide de nosotros con una sonrisa de oreja a oreja, cogiendo su mochila y desapareciendo con Dean camino a su habitación. Sam y yo nos quedamos como dos pasmarotes en recepción, mientras el recepcionista nos mira como si fueramos un poco tontos. Nonle culpo por ello.

—¿Y bien, señores? ¿Otra habitación doble para ustedes?

—Bueno, no...— empiezo yo, pero Sam se adelanta.

—Sí, una habitación doble.

Ah, pues parece que vamos a repetir lo de anoche. Sam me mira un poco culpable.

—Mi tarjeta de crédito tiene un límite y no quiero alcanzarlo con gastos superfluos. Mejor una habitación que dos.

Qué romántico.

—Vale.— me encojo de hombros.

—Voy a ir a comprar algo para cenar y a la farmacia. Vuelvo enseguida.

—¿A la farmacia?— pregunto yo, pero él ya se ha girado y ha salido por la puerta del Red Squirrel con la copia de la llave de nuestra habitación. Esto cada vez se pone mejor, ¿eh?

Bueno, pues a la mierda Sam y sus recados. Voy a mi habitación (nuestra habitación, sí), tiro mi mochila por ahí de cualquier manera y decido que es un buen momento para ducharme antes de que vuelva Sam con la comida y lo que sea que haya ido a comprar a la farmacia. ¿Serán condones? No, no, Kat, basta.

Supongo que alguna otra heroína de libro aprovecharía el momento de la ducha para reflexionar y pensar sobre los últimos acontecimientos, pero lo que yo hago es darme una alegría y me masturbo para relajarme hasta quedarme a gusto del todo. Si buscabais drama y épica, os habéis equivocado de prota conmigo.

Vale, ya estoy preparada para compartir cama de nuevo con Sam Winchester sin volverme loca. Cuando salgo del baño él ya ha regresado con una pizza y un par de bolsas. 

—Oh, vaya.— dice, al verme salir con una toalla que me deja medio culo al aire. Desvía la mirada, educado como es, y carraspea un poco mientras pone la pizza sobre una mesita que hay cerca de la cama.

Hi, Winchester [Supernatural]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora