23.- Tú, yo y el diablo hacen tres

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—¡Crowley!— Sam me suelta de golpe y yo estoy a punto de resbalar por el capó del Impala hasta caer al suelo, pero me recompongo como puedo y disimulo lo que ha estado a punto de pasar entre los dos para mirar al rey del infierno con toda la seriedad posible, que no es mucha.— ¿Qué haces aquí?

Crowley, sin sacar las manos de los bolsillos de su abrigo, mira por encima de nosotros el mensajito que Sam ha escrito en el polvo que hay sobre el coche y luego nos observa como si fuéramos tontos del culo. Sam se vuelve a poner la camiseta enseguida y yo lo imito, ante la mirada impasible de Crowley.

—¿He interrumpido una decepcionante sesión de sexo? Que lástima— suelta Crowley, arqueando una ceja.— Veo que mientras yo he estado trabajando vosotros habéis estado ocupados en desarrollar vuestro arte.— dice, señalando con la cabeza el garabato de Sam sobre el Impala.

—También hemos estado trabajando, Crowley.— Sam parece haber dejado atrás la borrachera y también las ganas de empotrar rubias escocesas y ha recuperado toda la formalidad y seriedad típica de él. Joder, hostia puta.— Mañana vamos al crómlech de Machrie para invocar a Lugh y obtener el control de Cù Sìth.

—No está mal, alce. Pero yo he hecho algo mejor.

Crowley nos mira con las cejas levantadas y Sam le hace un gesto impaciente para que siga hablando. 

—He estado cenando con Hades.

—¿Hades?— digo yo, procurando mantenerme en pie porque aún voy bastante borracha y creo que me voy a caer redonda en cualquier momento.— ¿Hades el dios del Inframundo?

—Ese mismo, sí.

—¿Desde cuando eres amigo de Hades?

—Tengo otro círculo social fuera de vuestra patética existencia, Winchester. Digamos que Hades y yo compartimos el mismo sentido fúnebre del humor y además tenemos negocios similares.

—Muy bien.— prosigue Sam con toda la paciencia de la que es capaz.— ¿Y...?

—Vengo con información que seguro te interesaría, a no ser que prefieras seguir con tus avances amatorios con la Barbie escocesa aquí presente.

—¿A quién llamas Barbie, caramierda?

—¡Calma los dos!— se enfada Sam.— Crowley, déjate de juegos y di lo que tengas que decir.

—El Olimpo está cerrado a cal y canto. La nueva jefa al cargo ha decidido aislarlo para evitar un ataque directo de Cronos y Rea.

—¿La nueva jefa? ¿Quién es la nueva jefa del Olimpo?

—Atenea, ni más ni menos. Y teniendo en cuenta que matasteis a su padre, no creo que esté dispuesta a escucharos ni mucho menos a ayudaros.— se complace Crowley con una sonrisilla maligna.— ¿Tenéis algún plan sobre cómo conseguir el material mitológico para construir la jaula titánica? No creo que ningún dios griego os vaya a ayudar, después de lo que le hicisteis a Zeus.

—¿Y Hades, tu amigo?

—Hades es neutral, no contéis con él. Bastante tiene controlando las almas que llegan a su reino.

—Sam, dijiste que podías comunicarte con Artemisa.— aporto yo, tirando de su brazo. Él me mira por primera vez desde que nos hemos dejado de enrollar y se le ilumina la mirada. No por mi, sino por lo que le acabo de decir, no os vayáis a ilusionar.

—Cierto.

Saca su móvil del bolsillo y veo por encima de su hombro como busca en la agenda del aparato el número de Artemisa.

—¿Te dio su número?

—Ehm, sí.— murmura, incómodo.— Por si quería quedar algún día y... ya sabes.

Hi, Winchester [Supernatural]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora