17.- Bed & Breakfast

654 69 12
                                    

Vale, os debo una explicación sobre mi abuela la bruja. Pero todo a su tiempo, porque después de salir del edificio donde vive Loki, Crowley se ha pirado a controlar sus cosas en el infierno y tras una breve charla hemos decidido los cuatro montarnos en el coche y emprender camino a Edimburgo.

Son casi ocho horas de viaje por carreteras inglesas y Dean no está acostumbrado a conducir por la izquierda. Me ofrezco a sustituirle al volante pero me dice que él no deja a Baby a nadie.

—Apenas me lo deja a mi...— se queja Sam desde el asiento delantero mientras la campiña inglesa pasa por las ventanas del Impala.

—La última vez que te lo dejé le pusiste un puto iPod, Sammy. Sacrilegio.

No puedo ver la cara de Sam desde atrás pero sé que ha puesto los ojos en blanco. El viaje es largo y cansado y da para hablar de muchas cosas, pero especialmente se centra en Dean ligando con Meg. Y ella encantadísima de la vida, claro.

Y también hay tiempo para hablar de Aileen Cohran.

—En realidad no sé si es una bruja. O sea, lleva diciéndolo desde que soy pequeña, pero pensaba que simplemente estaba un poco chiflada, ¿sabéis?

—La verdad es que es una mujer muy peculiar.— dice Meg.— Como la nieta.

—¿Qué insinúas, cabrona?

Meg se ríe de mi pero no contesta.

—Bueno, el tema es que mis padres son viajantes y se pasaban bastante tiempo fuera de casa, así que me quedaba muchas veces al cuidado de mi abuela Aileen, que al final se mudó con nosotros. Yo no le hacía demasiado caso, pero en su cocina secaba hierbas mientras murmuraba palabras en gaélico. Y cuando le preguntaba que qué leches hacía me contestaba que cosas de bruja y que algún día me las enseñaría.

—Es un punto de partida.— asegura Sam con optimismo.

—Tengo hambre. Y sueño. ¿Cuánto falta para Edimburgo?

—Unas tres horas.

—Suficiente. Vamos a parar en algún motel de por aquí.

Dean toma el desvío hacia Durham, una pequeña ciudad medieval al noreste de Inglaterra. En la que no se puede entrar en el centro en coche, me temo.

—¿Dónde hay un motel aquí?— se queja Dean, recorriendo las afueras de Durham. Sam mira por la ventana y creo que le impresiona la bonita arquitectura medieval de la ciudad. Seguro que si tuviera tiempo le gustaría aprender más sobre ella.

—Aquí no hay moteles, Dean.— aventura Meg.— Pero mira, ahí hay un Bed & Breakfast.

—¿Un qué? Dios, los europeos sois raros de la hostia.

—Es solo un hotel más modesto y más barato, Dean.— apunta Sam.— Y encima te dan de desayunar, ¿verdad, chicas?

—Claro. Bollos, cereales, tostadas, café, tartas...

—¿Tartas? Eso me convence más.

Dean aparca el Impala en el aparcamiento trasero del hotel. El Days Inn es un edificio de dos plantas de ladrillo rojizo, típico inglés, rodeado de césped y con un amplio aparcamiento en la parte trasera. Cuando bajamos del coche veo varias mesas de madera para picnics desperdigadas por el césped. Es un sitio tranquilo y bastante aislado del centro bullicioso de Durham. Perfecto para pasar desapercibidos.

Y aunque es verano y esa zona es bastante popular para los turistas encontramos un par de habitaciones a buen precio. Sam insiste en pagarlas ellos con una de sus tarjetas de crédito falsas. Bueno, no soy muy de dejar que me inviten a nada los tíos, pero vamos a derramar sangre celta pura por ellos, así que no veo mal que paguen. Sobre todo si lo hacen con tarjetas falsas. Jodeos, bancos estadounidenses.

Hi, Winchester [Supernatural]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora