41.- El nuevo Roadhouse

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Kansas - 6 meses después

El nuevo Roadhouse se alza en un solitario cruce de caminos en el norte de Kansas, entre dos puebluchos llamados Belleville y Lebanon y es, sin exagerar, el mejor pub que Meg y yo podríamos imaginar. En serio que sí.

Cuando llegamos aquí hace seis meses solo era una ruina de maderas quemadas y tierra negra, pero trabajar duro no es algo que nos asuste a ninguna de las dos. Los chicos nos consiguieron dinero, y Bobby también aportó algo que tenía por ahí ahorrado. Pero la gran sorpresa fue la repentina aparición de Castiel con un saco de dinero enorme (y del cual preferimos no saber el origen). Eso fue suficiente para poner el Roadhouse en marcha y empezar a levantar paredes, poner suelos, elegir ventanas y puertas y mil cosas más que nos llevaron semanas locas de trabajo.

De hecho, teníamos suficiente dinero para hacer dos pisos y un par de habitaciones bien equipadas en la parte posterior del pub. Arriba decidimos que viviríamos nosotras y las habitaciones las hemos acondicionado para los cazadores que necesiten un refugio gratis en el que poder descansar y sentirse protegidos. Al fin y al cabo ellos y ellas hacen un trabajo por el que nadie les paga para protegernos a todos.

El regalo de Castiel fue grabar signos invisibles de protección contra demonios y otras criaturas sobrenaturales peligrosas en las paredes del Roadhouse. El regalo de Crowley, que apareció la noche antes de abrir el pub por primera vez, fue una caja de auténtico whisky escocés. Nada mal, amigas mías.

Tras mantenerse escondidos unas semanas, Sam y Dean fueron a por los leviatanes y vencieron, como era de esperar. Han estado muy ocupados en lo suyo, pero eso no les ha impedido pasarse por el Roadhouse a ayudarnos. Resulta que se les da muy bien hacer todo tipo de trabajos con las manos, y aquí os doy permiso para insertar un chiste verde.

Y no os voy a mentir, estar montando sillas y mesas es mucho más agradable cuando de repente los brazos de Sam te abrazan por detrás y te besan detrás de la oreja. Aunque el trabajo se ralentiza entonces, ehem.

La voz de que el Roadhouse abría de nuevo se corrió entre cientos de cazadores y la primera noche que abrimos fuimos presentadas a un montón de hombres y mujeres, todos colegas de los Winchester. Fue una noche larguísima en la que corrió el whisky y la cerveza y se repartieron trozos de tarta y escuchamos rock sin parar. Meg y yo acabamos agotadas pero infinitamente felices con el resultado.

-Sigo sin entender el encanto del alcohol.- nos dijo Castiel, con un vaso intacto de cerveza e intentando esquivar a varios cazadores borrachos.

-Vamos, Cass, pégale un trago.- Dean estaba tan feliz por haber ganado y haber acabado con los leviatanes que se emborrachó hasta tal punto que tuvimos que arrastrarlo hasta la cama de una de las habitaciones posteriores para que durmiera la mona.

Sam también estaba feliz. Y yo de que estuviera aquí, con nosotras. Nos vemos poco porque siempre está resolviendo casos y salvando el mundo, pero siempre encuentra al menos un día a la semana para aparecer por el Roadhouse. Yo comprendo su vida, y aunque lo echo de menos (a él y al sexo espectacular, vale, qué pasa), jamás me enfado.

Cuando está en Kansas Sam y yo pasamos tiempo juntos, el máximo que podemos. No hacemos nada extraordinario: vamos al cine, a cenar pizza, a pasear por el centro de Lebanon o a veces nos vamos campo adentro a contemplar las estrellas, beber cerveza, hablar y... sí, enrollarnos. Y soy más feliz que en toda mi vida.

Por supuesto que echo de menos Londres. Esto es muy distinto de las concurridas y elegantes calles de nuestro querido Kensington, pero he aprendido a apreciar las llanuras de Kansas, los bosques interminables e incluso el calor. Puedo ir casi todo el tiempo en shorts y camiseta de manga corta, así que no está nada mal.

Hi, Winchester [Supernatural]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora