25.- El escocés perfecto

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Seguro que si conocéis u os gusta Escocia lo más mínimo sabréis que aquí tíos buenos pues tampoco sobran. O sea, no me malinterpretéis, tenemos hombres muy guapos en Escocia (Ewan McGregor es un tesoro nacional y aquí no hay discusión que valga), pero no es lo habitual. Eso sí, cuando sale un escocés atractivo... que se quiten los demás.

Y vaya, Lugh es uno de ellos. No, es el que más. Es como si metieras en un cocktail lo más top de Ewan McGregor, Richard Madden, James McAvoy y Gerard Butler y ya paro que me vengo arriba y saliera el escocés perfecto. Y ese es Lugh, vaya que si lo es. Solo os diré que tiene el pelo entre castaño y pelirrojo, en un tono tan bonito como las colinas de las Highlands en otoño, y los ojos de una mezcla imposible entre azul y verde. Es muy alto, de complexión fuerte y elegante, y todo él es... Pues todo él es ohjoderhostiaputa.

—¿De qué conoces mi nombre?— me asusto un poco porque al fin y al cabo este señor y yo no nos conocemos de nada, por muy bueno que esté.

—¿Acaso no eres mi hija?

—¿QUÉ? ¿SOY HIJA DE UN DIOS?

Me llevo las manos a la cara a punto de un patatús y Lugh se ríe con todas las ganas ante mi principio de infarto.

—Solo de forma metafórica; todos sois hijos míos si lleváis sangre celta. No eres hija de un dios, Katherine, cálmate.

—Bueno, menos mal, porque es lo que me faltaba después de saber que tengo una abuela bruja.

—Déjate de cháchara y pregúntale por el Cù Sìth, Kat.— me apremia Meg. Los hermanos Winchester no se están enterando de una mierda, porque Lugh habla en gaélico y yo también. Le pregunto si podemos pasar al inglés por comodidad de todos y él ladea la cabeza, divertido.

—Está bien.— dice en el sacrosanto idioma del imperio británico.— ¿Para qué me habéis llamado?

—Es por todo el tema de los titanes cabreados que quieren destruir Europa.

Lugh, que va vestido con una ropa extraña que ni siquiera puedo describir, un poco a lo villano de Marvel, observa el crómlech que hay a su alrededor y finalmente su mirada vuelve a nosotras.

—Creo que llegáis un poco tarde para eso.

—¿Qué quieres decir?

—Lo sabréis en cuanto salgáis del círculo de piedras. 

—¿Es cierto que ayudaste a Zeus en la primera Titanomaquia?— pregunta Sam, adelantándose un poco hacia Lugh.

—Así es. Yo le proporcioné el hechizo que mantuvo cautivos a los titanes para poder llevarlos al Tártaro.

Dean se saca el frasquito con la magia de Loki del bolsillo y se lo enseña al dios. Este lo mira con indiferencia.

—Magia ya tenemos. Necesitamos otra cosa.

—El Cù Sìth.— me lanzo yo, sin más, y Lugh me vuelve a mirar.— El perro de...

—Sí, lo conozco.— dice Lugh con ironía.— ¿Por qué debería entregaros al mensajero de la muerte?

—Porque Europa está en peligro. Y si Europa está en peligro también lo está el mundo celta.— dice Sam.

—No hablo contigo, Winchester.— le acalla Lugh con una mirada fiera.— Hablo con mis hijas.

—Pues...— empieza Megan.— Pues porque no queremos que Escocia desaparezca. 

—¿Qué os importa a vosotras, si la habéis abandonado?

Joder, ¿también sabe lo de que nos largamos a Londres? Me pregunto si es un dios en plan omnipresente que todo lo ve, porque entonces tiene que habernos visto hacer cosas muy raras. ¿Significa eso que ha visto todas las veces que me he masturbado? AYLAMADREDEDIOS. O de diosa, yo ya no sé.

Hi, Winchester [Supernatural]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora