26.- Adiós, adiós civilización

503 54 7
                                    

Cuando Sam dice que la civilización se ha ido a la mierda lo primero que pienso es que se ha desatado un apocalipsis zombie y que esto se va a convertir pronto en un capítulo regulero de The Walking Dead, pero la realidad es bastante diferente.

Tras la revelación constatamos que efectivamente no queda ni un alma en la isla de Arran, al menos de un primer vistazo. No hay luces en casa ninguna ni coches por las carreteras ni gente en los pubs ni nada de nada. De repente todos los edificios que hay hasta que llegamos a Brodick están vacíos y todo está silencioso y en apariencia abandonado.

Dean aparca el coche junto al puerto donde hemos bajado horas antes del ferry y todos descendemos del Impala para buscar algún signo de vida a nuestro alrededor. Lo único que escuchamos es a las gaviotas y algún ladrido de perro en la lejanía.

—Hay edificios. Hay animales. Pero no hay humanos...

—¿Qué sentido tiene?

—No lo sé...

Los dos Winchester hablan entre ellos, con el ceño fruncido y preocupados por el rumbo que han tomado los acontecimientos. ¿Quién ha hecho esto? Cronos supongo.

—Tiene que haber sido Cronos, ¿no?— aventuro, interrumpiendo la charla de los hermanos. Sam me mira y asiente, muy serio.

—De alguna manera habrá manipulado el tiempo para devolver la isla a un momento dónde no habían humanos.

—Pero, ¿entonces por qué hay edificios? La isla debería estar virgen. ¿Y por qué no hemos desaparecido nosotros?

—Creo que sé por qué.— Sam el empollón ataca de nuevo.— Mientras la gente se esfumaba, nosotros estábamos con Lugh en el crómlech, y en cierta manera este nos debe haber protegido.

—Estoy cagada de miedo, mierda.— esa soy yo, aportando a la causa.

—Lo sé.— me mira Sam y sonríe un poquito para darme ánimos.— Todo irá bien, Kat.

De repente, y aunque sigue haciendo un calor inusual, me empieza a temblar el cuerpo de puro miedo y nervios. Sam, en un impulso que ni él mismo debe haber pensado, se acerca a mi de una zancada y me abraza y yo cierro los ojos para perderme en ese olor tan suyo.

Cuando los vuelvo a abrir Meg y Dean nos miran, alucinados. Sam parece darse cuenta de que nos hemos descubierto y me suelta con rapidez con un carraspeo incómodo.

—¿Es que acaso vosotros...?— empieza Dean.

—Por supuesto que han follado.— acaba Megan, super satisfecha de si misma, cruzando los brazos.

—Sí, bueno, esto... ¿qué vamos a hacer?

Pero no cuela, porque Dean le da una palmada muy masculina a Sam en la espalda, que pone los ojos en blanco y Meg me mira con una sonrisa burlona. Y encima no puedo evitar ponerme colorada como una adolescente, lo cual le da más motivos a la cabrona de mi amiga para reirse de mi.

—Bien hecho, Sammy, ya te iba tocando.

—Ya basta, Dean. Tenemos asuntos más urgentes.

—Ya lo creo que los tenéis.— dice una voz femenina a nuestras espaldas.

Nos giramos los cuatro alucinados de escuchar una voz que no es la nuestra, y nos encontramos a una mujer morena, alta y delgada que nos mira con los brazos cruzados. Viste toda de negro con un carcaj lleno de flechas a la espalda y no parece precisamente contenta de vernos, aunque le brillan los ojos al mirar a Sam. Oh, creo que ya sé quién es.

—Hola, Artemisa.

—Hola, chicos. Supongo que no hace falta que nos pongamos al día, ¿no?

—Artemisa, ¿todo está como aquí en Arran?

Hi, Winchester [Supernatural]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora