Pobres Almas en Desgracia

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Desde niña, Fleur acostumbraba tener un despertador en la mesa de noche al lado de la cama. Y, como mi cuarto siempre ha estado al lado del suyo, me había acostumbrado a ignorarlo, pero era difícil cuando mi hermana parecía convertirse en el mismo despertador y entraba a mi cuarto a sacudirme y obligarme a salir de mi cama. Era aún peor cuando yo simplemente no tenía ganas de pararme. Como ahora.

— Déjame dormir, despertador del mal. Es temprano y son vacaciones.

Como siempre, Fleur ignora mis reclamos.

— ¡Tienes que ver esto! —exclama.

— Más al rato, quiero dorm... —empiezo a quejarme pero me empuja fuera de la cama y caigo en el suelo.— ¡AUCH!

— ¡Levántate!

— Tampoco es como que tenga otra opción —refunfuño aún en el suelo.

Finalmente, me levanto e intento controlar mis ganas de lanzarle algún hechizo.

— ¿Qué?

— ¡Mira!

Giro hacia ella. Está sosteniendo una caja color blanco de tamaño regular con una gran sonrisa expectante en su rostro.

— ¿Qué es eso? —preguntó y decido volver a mi cama para sentarme.

— No sé, Madame Maxime me dijo que la mandaron mamá y papá, entonces vine a despertarte para abrirla juntas.

Fleur pone la caja enfrente de mi y se sienta en frente. Las dos miramos la caja fijamente y me doy cuenta de que está sujeta con un listón lavanda.

— ¿Qué crees que sea?

— Si tú no sabes, yo menos —digo— Mejor ya ábrela.

Asiente, tira del listón y abre la caja.

Dentro hay dos telas dobladas, cada una lleva una tarjeta encima con nuestras iniciales respectivamente.

Fleur es la primera en tomar la tela que lleva su inicial, asombrada. Es color azul grisáceo. La extiende y ambas nos percatamos de algo: es un vestido.

— ¿Cómo no supe? —dice mientras abraza su vestido— ¡Son los vestidos para el baile!

Fleur se queda embobada con su vestido y yo vuelvo mi vista a la caja, veo la otra tela. Estoy a punto de tomarla para observar el vestido completo y mi hermana vuelve a hablar:
— ¡Oye! No me contaste qué pasó con Harry. Regresaste al carruaje y te fuiste directo a tu cuarto, hasta cerraste con un portazo.

Lo que decía era cierto. Para cuando llegué al carruaje ayer después de la desastrosa conversación con Potter apenas era de noche y mis ganas de hablar con alguien eran nulas. Quería golpear a Potter por invitar a Cho, quería golpear a Cho por gustarle a todos, quería golpear a Cedric por no apurarse a invitar a Cho (incluso habíamos practicado), quería golpear a Jake por no haberme obligado a invitar a Potter antes, pero a quien más quería golpear era a mi misma, por indecisa y por negarme a darme cuenta de lo obvio que era que me gustaba Potter. Así que, me quedé en mi cuarto gritándole al espejo.

Me cuestionaba, ¿de donde vino la idea para invitarlo, si yo soy la que más lo molesta con Cho, si hasta lo vi mirándola el día en que llegué? Es que soy tonta, si seguro eso era. ¿Para qué vine? Me hubiera quedado en Bauxbatons y todo sería menos confuso.

— ¿Sigues ahí? ¿Qué te dijo Harry? —la voz de Fleur interrumpe mis pensamientos.

— Pues, ni siquiera le pregunté...

— ¡¿Por?!

— Me dijo que invitó a Cho.

— Pero, ¿no dijste que Cedric iba a invitarla a ella?

¿Delacour? // Harry Potter & TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora