Otra vez tú

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Potter me había desarmado y vuelto a armar con tan solo tres acciones.

Me miró a los ojos con un brillo que nunca antes había encontrado en la mirada de alguien más. Me dijo que me quiere, que lo hago reír. Y me besó. Y todo se sintió tan sincero y real como contarle un secreto a la luna.

No sé exactamente cuántos instantes permanecí en sus brazos después del beso, sintiendo nuestras respiraciones en perfecta sintonía y sus caricias en cabello, pero me habría gustado que fueran más. ¿Será que me puedo encerrar en un recuerdo y vivir en él para siempre? No iba a poder averiguarlo. Por mucho que quiera, hay cosas que no puedo cambiar y el clásico "nada es para siempre" es una de ellas. Sé que los finales son inevitables y en la mayoría de situaciones puedo vivir con eso aunque no me guste. Pero esta no entraba en esa mayoría.

Esta era una de esas veces en las que deseaba descubrir la manera de convertir un momento en una eternidad. Muy a mi pesar, incluso con magia, eso era imposible. Por eso, no me había quedado más que dejar ir al chico que me desequilibraba con solo una mirada de sus ojos esmeralda.

"— Olvidé preguntarte cómo estás.

Potter, Potter, ¿cómo crees que estoy si me acabas de besar?

— ¿Qué?

— Yo... oí el vociferador.

— Oh. Dudo que alguien no lo haya escuchado. Meh, pudo estar peor... —había dudado al responder. Quería dejarlo ahí y cambiar de tema porque, a decir verdad, fue horrible. Las copias Weasley intentaban distraerme con sus típicos chistes y bromas, pero los gritos del vociferador eran tan estruendosos que apenas podía entender lo que me decían. Igual estaba muy agradecida con esos tontos por no dejarme sola. Jake me encontró después y logró subirme el ánimo contándome de la vez que su perro lo arrastró por toda la cuadra; lo había sacado a pasear, pero un gato se atravesó y quiso perseguirlo sin importarle que tuviera que llevarse a Jake, quién por alguna razón se había amarrado la correa a la muñeca, con tal de atraparlo. Terminó rindiéndose cuando el gato desapareció por el hueco de una reja.

— Siento eso también.

— Eso ya no fue tu culpa.

Enterré mi cabeza en su pecho. Podía percibir su olor, como un primer día de lluvia, madera y algo que no sabría nombrar, pero me gustaba. El embriagante aroma y la comodidad de su calor no me dejaban tomar distancia.

— Me tengo que ir, Delacour —dijo en voz baja, haciendo que alzara la cabeza y posara mis ojos en los suyos. No quería, y sé que él tampoco porque no se movió. Después de un rato, depositó un beso gentil en mi frente antes de empezar a alejarse.— Te veo luego.

Y se fue."

Antes de coincidir con él, me había estado dirigiendo a la biblioteca. Jake se desapareció gran parte del día, llevaba una semana así. Me explicó que este año le toca presentar sus TIMOs y según él lo tenia bajo control. Iluso si pensó que me la creí. Jake no era un mal mago, solo algo irresponsable a veces. Seguro había procrastinado y apenas empezaba a preocuparse por estudiar. Katie confirmó mi sospecha cuando me la encontré en la sala común de los leones; ella me contó que Jake apenas y salía de la biblioteca. Por eso estaba yendo hacía allá, iba a obligarlo a tomarse un descanso aunque tuviera que arrastrarlo igual que su perro. 

Pero Potter pasó.

Me toma un momento recordar a dónde me dirigía en primer lugar y retomo mi camino, ignorando la sonrisa tontamente acusadora que se formaba en mi rostro.

Cuando llego, no me es difícil averiguar en que mesa se encuentra el castaño. Al fondo hay una con pergaminos por todos lados y la figura de un chico recostado sobre ellos con los ojos cerrados. No importa cuanto tiempo lleve dormido, sé por experiencia que quedarse dormido en esa posición y circunstancia no podía ser cómodo.

¿Delacour? // Harry Potter & TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora