Guerra

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    Queridos Arianne y Emil,
No llevo mucho tiempo aquí en Hogwarts y juro que los extraño más que a los postres que sirven en la cena allá en Beauxbatons. Fleur estuvo increíble en la primera prueba del torneo, casi me mata del susto pero lo hizo genial, aunque tengo que aceptar que Harry Potter dejó con la boca cerrada a todos los que lo molestaban. En la prueba esta, Fleur y los demás campeones consiguieron un huevo dorado que se ve normalito, pero cuando lo abres se oye un grito que podría ser del mismo demonio o de Arianne cuando se cortó un mechón de pelo sin querer. Mi punto es que el horrible sonido del huevo no me ha dejado dormir porque a Fleur se le ocurre abrirlo EN LA NOCHE. Ayuda. Yo le he dicho que necesita distraerse pero nada más me ignora. Por cierto, ¿les conté que va a haber un baile? ¿No? Pues se los digo ahora, seguro tú, Arianne, ya lo sabes porque supongo que has investigado. Da igual. Jake y yo hicimos un plan, así ninguno queda solo en caso de no tener pareja. Pero igual estoy pensando en con quien podría ir. Emil, ¿no te gustaría viajar hasta aquí en Navidad y ser mi pareja? Tienes que aceptar que estaría increíble. Arianne, ven tú también y, ¡puedes conocer a los chicos guapos de Hogwarts! Me rio mucho de mis ideas, aunque, fuera de bromas, podría preguntarle a Madame Máxime si...

Me sentía feliz escribiéndoles a mis amigos, igual que cuando leía sus cartas, dicen que no ha cambiado mucho por allá en Beauxbatons. En medio de mi hermosa felicidad, el estridente ruido proveniente del huevo dorado hace que me sobresalte y termino arruinando mi perfecta letra. Suelto un grito, ya harta.

Guardo el papel de la carta y mi pluma favorita, un regalo de Jake de cuando éramos pequeños, en el bolso izquierdo de mi túnica y me paro.

- Fleur, ya.- Le ruego a mi hermana.- Solo cuatro días seguidos, o tres, eso es lo único que te pido. Dame tres días sin escuchar el ruido que sale de esa maldita cosa.- señalo el huevo dorado que trae en los brazos.

Fleur no parecía haberme hecho mucho caso, seguía sentada de espaldas al lago sosteniendo el huevo y mirándolo fijamente, como si estuviera esperando que este le hablara. Yo estaba parada en frente de ella a unos cuantos metros, ni de chiste iba a acercarme al agua.

- ¡Mira mis ojeras! - intento llamar su atención- Parezco... me veo cómo... una cosa... aghh. ¡Mira mis ojeras! - repito y señalo mi cara.

Veo como mueve sus manos a la parte de arriba del objeto y sé lo que está por venir.

- Ni se te ocurra abrir esa cosa. -le advierto.

Fleur me mira de manera retadora, es esa clásica mirada entre hermanas que te dice "o si no que?", ella sabe bien que no me atrevo a acercarme a menos de cinco metros al lago, o a cualquier cuerpo de agua para ser exactos. La odio mucho en este momento.

Me trago mis miedos y me atrevo a responderle con una mirada de "vas a a ver, estúpida".

Fleur entiende el significado de mi mirada y sé que esto es guerra cuando, por cada paso que doy hacía ella, se aleja dos pasos más en dirección al lago. Si hay pelea, hay guerra. Y no voy a dejar que mi terror al agua me haga perder esto. Así que sigo avanzando, más lento mientras más me acerco.

Fleur se quita los zapatos, retrocede dos pasos y así de rápido, entra al lago, el agua llegándole arriba de los tobillos.

Maldigo por dentro y meto mi mano a mi bolsillo derecho, tomando mi varita, por si acaso.

Mi hermana espera que me detenga ahí, pero no cumplo sus expectativas y sigo avanzando hasta que estoy a casi metro y medio del lago. Luego, con un movimiento rápido y sin pensar, me acerco la distancia que falta para quitarle el objeto dorado de las manos e intento arrebatárselo.

Esto la toma por sorpresa, mueve el huevo de mi alcance velozmente pero no puede evitar tambalearse y caer a un lado. Yo me quedo con los pies bien plantados en la tierra, a tan sólo un pie de la orilla del lago, y me rio al ver a Fleur empapada y algo enlodada.

— No se, pero yo creo que he ganado.—sonrió victoriosa.

Fleur se levanta disgustada, pero su mirada cambia y veo que sus dedos se acercan a la punta del objeto dorado. Impulsivamente, me abalanzó una vez más hacia ella pero doy un paso mal, horrible. Todo resulta irónico, doy un paso que en lugar de hacerme avanzar hacia mi hermana termina haciéndome tropezar y caer hacia atrás. Sé que el agua está detrás de mi y siento mi cuerpo paralizarse mientras mis extremidades tiemblan.

Escucho a Fleur pronunciar unas palabras, pero estoy muy ocupada cayendo como para oírlas.

Espero lo peor, y me sorprendo cuando mi cuerpo cae, sin provocar gran impacto, sobre una superficie dura y helada que me es muy familiar. Estoy estupefacta pero poco a poco los temblores cesan.

Hecho un vistazo a mi alrededor y veo a mi hermana acercándose.

— Oh, ___. ¿Estás bien? ¿Cómo te sientes? ¿Te golpeaste muy fuerte? —Fleur empieza atacarme con preguntas mientras toma mi cara entre sus manos, revisando que no me haya lastimado, para después abrazarme—. Perdóname. Yo no quería que cayeras al agua. Ay, mi hermanita, soy de lo peor.

— No te preocupes, de verdad. Estoy bien y obviamente no quería que me cayera, si soy tu hermana favorita. —bromeo y reímos juntas.— Pero si tienes que dejar de abrir la esa cosa a cada rato, me gusta dormir y mis ojeras me matan.

— Pff, bien, tú ganas. Pero nada más tres noches.

— Por cierto, ¿de dónde salió esto? —pregunto señalando la capa de hielo que ahora cubría el lago.

— Oh, fui yo. Te ibas a caer al agua y fue en lo primero que pensé. Creo que debería deshacer el hechizo.

— Gracias, pero no lo quites, todavía no, por favorrrr, ¿Si?

Ríe, pero aún así se que está dudando. La miro con ojos de perrito regalado y vuelve a rendirse.

— Bien. Pero ten cuidado, ya lo sabes.

Muevo la cabeza de arriba abajo, asintiendo rápido y emocionada. Más vale que el calamar gigante esté de buenas hoy, porque creo que me tendrá un rarito molestándolo en su lago, que ahora no se veía negro, sino gris por el hielo que lo cubría.

Fleur decidió regresar al carruaje, no sin antes decirme que gritara si algo pasaba. Yo me quedé un rato más, sentada bajo el mismo árbol que una vez había compartido con Harry Potter a terminar la carta para mis amigos de Beauxbatons.

Cuando acabé, ya era algo tarde, el sol se ocultaba y los bellos colores del atardecer se posaban aobre los terrenos del castillo. La brisa era ligera y suave, algo muy raro en esta época del año. Todo lucía perfecto para mí. Me acerqué a la orilla del lago congelado y di unos golpes con mi puño, el hielo no se rompió, eso era una buena señal, ¿no?

(...)

Pues al parecer, no lo había sido.

¿Delacour? // Harry Potter & TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora