Sobre copos de nieve, besos e inoportuno.

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Especial

Fin de semana por fin y el cielo se encontraba plagado de nubes oscuras que pronto descargarían la blanca nieve que acumulaban sobre toda la ciudad. La mayoría de las personas tuvieron que cancelar sus planes con salidas al exterior debido a ello.

Eran aproximadamente las cuatro de la tarde y la nieve comenzó a caer, primero suave, luego de forma escandalosa. Los techos, calles, árboles, se volvieron blancos y brillantes.

Pero a ellos sinceramente no les importaba quedarse refugiados entre cuatro paredes, no cuando se tenían el uno al otro.

La habitación se encontraba envuelta en calma, una sensación relajante y embriagante. Se escuchaban los chasquidos que hacían sus labios, uno sobre el otro, besándose con pasión.

El cuerpo del moreno aprisionaba al menor contra la cama, sus manos apoyadas a cada lado de su cabeza, mientras este atraía su rostro con sus pequeñas manos. El ambiente se sentía cálido gracias a la calefacción, contrastando con el frío del exterior. La ventana junto a ellos comenzaba a empañarse.

Sus labios empezaban a doler, llevaban un buen rato compartiendo besos que subían de intensidad con cada minuto que pasaba. Pero no querían detenerse, se encontraban en la gloria entre los brazos contrarios. De sus bocas se escapaban suaves suspiros de satisfacción y uno que otro gemido.

El mayor se separó de sus labios rojizos para presionarlos sobre la piel de su mentón. Bajó por su cuello, dejando marcas de su paso por él. Sentía el cuerpo ajeno removerse bajo suyo, como sus dedos se enredaban en su cabello para evitar que se alejara.

Besó tanta piel expuesta que tenía a su favor, siendo limitado por la sudadera que el menor traía encima. Guió sus manos por debajo de la prenda, subiendo por su abdomen hasta sus pectorales. Acarició sus pezones suavemente, sintiéndolos endurecer bajo su toque caliente.

La excitación inundó todo el departamento con prisa. Sus cuerpos llamaban a fundirse sin retorno. Sus ojos se encontraron en medio de las caricias, sin poder evitar compartir una sonrisita cómplice.

KiHyun se estremeció al sentir las manos ajenas bajar hasta el borde de su pantalón, allí donde su entrepierna comenzaba a hacerse notar cada vez más. El moreno no estaba en mejor condición, el menor se estaba mordiendo el labio inferior de solo ver como el miembro ajeno se marcaba bajo ese pantalón de buzo que su mayor traía.

Momentos antes, el más bajo se había encargado de quitar toda prenda que cubriera el torso tonificado del azabache. Ahora se deleitaba con la vista que le daba de su piel morena cubierta por una fina capa de sudor que lo hacía brillar magníficamente. Solo quedaba alrededor de su cuello un fino collar dorado que el mismo le había obsequiado.

Estaba tan inmerso viendo cada centímetro de piel expuesta, que no se dio cuenta que su pantalón y ropa interior fueron deslizados fuera de sus piernas. Estaba desnudo de cintura hacia abajo, HyunWoo parecía no tener intenciones de quitarle la sudadera gris, sudadera que era de su propiedad por cierto.

El frío impactó contra su piel, logrando que se le erizara. Pero HyunWoo pronto acarició sus piernas con sus grandes y cálidas manos, apretando en la zona de sus muslos. Adoraba esa grata región de sus piernas, le gustaba amasar allí porque era tan suave y sensible a su toque. Sin embargo, le gustaba aún más repartir besos en la cara interior de sus muslos, estampar sus labios allí, morder y chupar a su antojo.

No se contuvo, alzó una de sus piernas sobre su hombro y comenzó a dejar un camino de besos desde su rodilla hasta sus deliciosos muslos. KiHyun se estaba derritiendo ante sus caricias, los suspiros iban y venían de sus labios. Le encanta como el contrario lo hacía con tanta dedicación, logrando excitarlo mucho más.

Papi Oso & Mami Ki. × ShowKi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora