45| Los Abuelos Reeves.

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Greyson.

Las ganas enfermizas de llamar a Bruno están consumiéndome por dentro, estos días han sido largos ya que después de que se va el efecto de la pastilla caigo en la realidad y descubro algo nuevo acerca de mis sentimientos. Con el pasar de los días no se olvida, se vuelve más difícil, más complicado y extraño, ¿A todo esto era que le tenía miedo mi madre? ¿A que me convirtiera en esto? En una persona tan dependiente de un sentimiento tan simple, tan innecesario, tan vacío, a que me convirtiera en alguien como mi padre.

Hoy mis abuelos llegan a la ciudad y tendremos un almuerzo familiar donde ellos conocerán a la embarazada Baylee y a Owen, aunque me negué ya que no, no quería,  ir al final mi padre me convenció después de un largo discurso sobre lo importante que es pasar tiempo con los abuelos y más si vienen desde otra ciudad a vernos.

Gracias por chantajearme papá.

La puerta de mi habitación se abre, me levanto de la cama con rapidez y comienzo a caminar hacia el baño, ni siquiera note quien fue que entró.—¿Estás lista?—Suelto un suspiro al notar que es Owen, recuesta su cuerpo del marco de la puerta mientras me ve fijamente.—¿Qué te sucede?—Pregunta algo intrigado.

—No dormí mucho anoche.—Al mírame en el espejo entiendo por completo la razón por la cual pregunta, mi cara está sudada, tengo ojeras y la piel más pálida de lo normal, parezco una persona con anorexia de lo horrible que me veo. Saco mi pequeña bolsa de maquillaje de una de las gavetas, me aplico algo de base, corrector de ojeras, un poco de polvo para fijar, algo de contorno, sombra marrón sobre los ojos y algo de brillo labial, sacó el frasco de pastillas donde escondí las de éxtasis para que Owen no se de cuenta, tomo una introduciéndola a mi boca con rapidez, lleno el vaso con agua y me la tomo.

—¿De que es esa pastilla?—Pregunta acercándose, guardó el frasco nuevamente en la gaveta y la cierro.—Greyson.

—Son aspirinas, me duele la cabeza.—Encojo mis hombros, algo inconforme con mi respuesta se aleja de mi.—¿Qué haces aquí?

—Ya debemos irnos.—Me dice.—Lo que sea que te esté quitando el sueño debe irse pronto ya que con maquillaje tu rostro se ve cómo sino tuvieses nada puesto.

—Esa es la idea, que sea ligero.—Le respondo como si fuese obvio.

—Lo se solo que así se ve tu rostro sin maquillaje, se ve perfecto pero sin el pareces una drogadicta en recuperación.—Ruedo los ojos.

Mejor dicho una chica que está apunto de caer, querido Owen.

—Eres hermosa.— Le sonrió sin mostrar los dientes.—Una jodida belleza.

—Si me dices que soy arte te lanzaré agua.—Ambos comenzamos a reír.—Gracias.

—Las chicas hermosas no agradecen, dicen lo sé.—Muerdo mi labio inferior.—Venga que me dijeron que tus abuelos son divertidos.

—Están algo locos, en realidad.—Le digo saliendo del baño.—Pero si, son divertidos.

—Pues, ¿Qué esperamos? ¡Hora de irnos!—Dice como un niño pequeño y sale de mi habitación.

Como dos niños pequeños corremos por el pasillo, y las escaleras, entre risas y nuestra actuación de niños pequeños, al llegar al ultimo escalón por el efecto de las pastillas pierdo el equilibrio, con rapidez Owen se coloca frente a mi sosteniéndome entre sus brazos, suelto una carcajada mientras que el me mira algo confundido, al parecer los medicamentos están comenzando a hacer efecto en mi.

Giro mi cabeza hacia la sala, mis abuelos están de pie mirándome algo confundidos y al mismo tiempo asombrados, me incorporo correctamente, pongo mi cara de seriedad y lamo mi labio inferior.

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