Narrador omnisciente.
La vida no es una estación, es un tren que hace un recorrido y en algún momento tendrá que detenerse permanentemente en un lugar. Muchos piensan que la vida es una estación que diariamente recibe personas y se despide de personas pero no es así, en algún momento todos dejaremos la estación, nos subiremos en aquel tren y no volveremos.
Greyson está en una camilla, un doctor rasga aquella camiseta blanca, mientras que otro introduce un tubo por su garganta para poder llevar oxígeno a su único pulmón funcional, todos están temblando. Ella llegó con muchos moretones por todo el cuerpo, deshidratada, tiene las muñecas moradas como si hubiese estado encadenada durante mucho tiempo, de sus piernas corre sangre, una cantidad mínima pero notable.
La cirujana cardiotorácica Adkins abre la cortina del cubículo, ella se queda totalmente en shock al ver la escena pero rápidamente reacciona acercándose a aquella adolescente que lucha por su vida, la doctora que estaba sobre su abdomen dándole RCP baja de ella permitiéndole a la cirujana acercarse más.
—Adolescente, 18 años, herida de bala en el pecho sin salida, tiene perforación de pulmón, índice de Glasgow 1...
—Es Greyson Reeves.—Dice la doctora sin poder creerlo, Greyson entra en paro cardiaco, su pulmón no puede soportar el daño causado por aquella herida de bala.—¡Entró en paro, hay que llevarla a cirugía!
—¡Quirófano uno disponible!—Con rapidez toman todo lo necesario y salen de aquel cubículo en dirección al ascensor.
La mirada de Cotton choca con el montón de doctores que se dirigen junto al amor de su vida hacia el ascensor, sin poder soportarlo el se lanza a los brazos de Frederick llorando. Sin darle tiempo a los demás a reaccionar el ascensor se abre, los doctores entran a el mientras hacen todo lo posible por mantener a Greyson con vida.
—Está chica estaba desaparecida desde el viernes.—Dice la cirujana Adkins.—Va en la misma clase que Taylor, es la más inteligente de hecho.—Termina de decir con un hilo de voz, las puertas vuelven a abriese, casi corriendo todos entran al quirófano uno.
Adkins comienza a lavarse al igual que la doctora que la asistirá en la cirugía, ella ve como las enfermeras tratan de mantenerla con vida mientras la preparan para lo operación qué tal vez tarde algunas horas, la doctora aún sigue sin creer que aquella chica en su quirófano es Greyson Reeves.
—¿Imaginas que hubiese sido mi hija?—Pregunta con un hilo de voz.—Me moraría si algo así le sucede a Taylor.—De reojo mira aquella camilla.—No podría soportarlo.
—Concéntrate Claire, una niña está en el quirófano y es nuestro deber mantenerla con vida.
Owen.
Mi padre está sentado en la sala de espera, tiene los codos apoyados de sus rodillas mientras que con la palma de sus manos tapa parte de su rostro, mi madre está sentado a su lado acariciando su espalda y dándole una que otra palabra de aliento. En el instante que el llego al hospital se desplomó en el suelo, no quise decirle la gravedad del asunto, no quise decirle que su pequeña hija tiene una herida de bala en el pecho, una herida que fue causada por su antigua mejor amiga. El estaba tan nervioso que ni siquiera pudo levantarse del suelo por si solo, lleva en la misma posición el tiempo que Greyson tiene en cirugía, no ha emitido ni una sola palabra por más que mi madre intente el se ha quedado neutro, en la misma posición.
La madre de Greyson llego hace una hora, vino sola, ella no ha mostrado ningún tipo de emoción, al parecer está en shock o tal vez no le interesa en lo absoluto que su hija esté debatiéndose entre la vida y la muerte dentro de un quirófano. Tal vez se siente culpable por haberla abandonado, tal vez le duela la idea de que su hija muera pero ella no sabe como demostrarlo, ¿A que madre no le dolería esta situación? Mi madre adoptó a Greyson legalmente hace pocos días y ella ha mostrado más dolor que la misma Lexie, a llorado a mares y se a preocupado a cada instante por ella.
