32 - La última carta

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Narra Sophie

Pasaron unas semanas desde que nos enteramos que Tari es la abuela de Eric. Ella aún no lo sabe, y por ahora no lo necesita saber, total odiaba al padre de Eric según las visiones que vimos.

Apoyé a Eric en todo. Estuvo algo triste por saber que sus padres murieron hace años. Aunque le hice algunas bromas para animarlo.

— ¡Eres un anciano! — le saqué la lengua.

— Pero tenemos la misma edad. — me contradijo.

— No, tú tienes más de mil años, señor. — me reí.

— Bien, espero que no haya problema con esto, señorita.

Me besó. Amo cuando me besa. Puse mis brazos en su cuello y él me rodeó la cintura. Empezamos a subir un poco el nivel, ya que me tiró a su cama.

— Veamos quien ríe al final.

— Yo digo que ambos.

Nos fundimos en otro beso. Y nos dormimos.

¿Qué creían que iba a pasar? Cochinos 7w7

[...]

Narra Marinette

No sé que hacer con mi vida.

Estoy en mi habitación, es de noche y no puedo dormir. Ohh dios dame algo para que entretenerme.

"Toc toc toc"

Oí el sonido de la ventana. No pedí exactamente a mi novio, quería inspiración. Pero lo que hay, hay.

Le abrí la ventana para que pasara. Él pasó con su traje de gato, se quitó la transformación, revelando a un Adrien medio dormido, con un piyama de pantalones rojos con puntos negros junto a una remera negra.

Me reí al verlo. Es tan tierno este chico que voy a morir.

— Hola bugaboo, ¿qué onda? — me saludó mientras iba a mi cama para luego acostarse.

— ¿Qué haces? — le pregunté.

— Solo estoy en la mejor cama del mundo. — se removió un poco. — Oye, es re cómoda, ¿cómo haces para poder levantarte de este hermoso lugar?

— ¿Por qué crees que llegó tarde? — le contradije para luego girarme.

Pero sentí unos brazos rodeándome, obligándome a ir a la cama. Adrien me estaba abrazando.

— Porque piensas en mí que no puedes dormir. — se acercó peligrosamente a mí.

Lo corrí con mi dedo. Y le toque la nariz, pero aún así, lo rodeé con mis brazos en su cuello.

— Tal vez, pero además, mi cama es la mejor del mundo.

— Creí que la mejor cama que tendrías iba a ser la que compraríamos juntos, Mari. — me hizo un puchero.

Me sonrojé bastante, no por el puchero, sino por el comentario.

— Tal vez en unos años, ¿está bien? Aun tenemos 15.

— Bien. — hizo un silencio — ¡La espera es una tortura!

Me reí.

— Si quieres, quédate. Yo ya me iba a dormir.

— ¿En serio? ¡Genial! — exclamó para luego ambos acomodarnos en mi cama. — A propósito, volveré a vivir con mi padre así será más sencillo para mí.

— De acuerdo, Adrien. — le besé la mejilla.

— Buenas noches, princesa.

— Buenas noches, gatito.

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