21 - ¿Dónde están?

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Narra Eric

Estos últimos días, con los chicos, estuvimos más atentos. Empezamos a patrullar más seguido. Algunos días nos tocan a Adrien y a mí; otros a las chicas (aunque no me gusta esta idea); algunos Marinette y yo; Sophie y Adrien; Marinette y él; y otros Sophie y yo. Nos rotamos porque así es más sencillo, y es bueno para descansar de vez en cuando.

Hoy les toca a Sophie y Adrien, espero que les vaya bien. Ayer nos tocó a Marinette y a mí, lo cual es lógico.

Estaba con Fly en camino a la habitación de Sophie a desearle suerte.

Toqué la puerta, escuché un "pase" y entré. Ella se sonrojó un poco, lo cual me pareció tierno.

— H-hola — tartamudeó — ¿Todo en orden?

— Eso debería preguntarlo yo. ¿Notaste que estamos más distantes que no sé qué? — me acerqué a ella. — No tienes la idea de lo mucho que te extraño.

La abracé. Al principio, se sorprendió pero me correspondió poco a poco.

— S-si. Lo siento. Es que estos días estuve algo distraída.

— ¿Ah si? — me asintió — ¿Con qué?

Se separó de mí.

— Perdón. Estaba teniendo unos conflictos mentales y necesitaba tiempo para pensar. — me sonrió.

— Está bien. — le devolví el gesto — Yo vine para desearte suerte. Estarás bien, ¿no?

Se río.

— Claro. Descuida, cualquier cosa Adrien me cuida, tanto como yo a él.

— Por favor, no vuelvas con más chistes tontos de gatos. La última vez tuve que hacer que vieras algunas películas de Disney para que te los olvidaras.

Volvió a reír.

— Tranquilo, estaré bien. — me abrazó — Descuida, pájaro.

Se transformó y se fue saltando por los tejados de Paris.

[...]

Narra Sophie

Luego de la clásica charla de buena suerte, que tengo con Eric casi siempre, me dirigí a la Torre Eiffel. La ciudad brillaba por el día tanto como en la noche, pero se nota mucho más en la noche, amo eso.

Cuando llegué, ya estaba Chat Noir esperándome.

— ¿Y bien? ¿Empezamos?

— Sip. Tú ve por el sur y el oeste. Yo tomaré el norte y el este.

— De acuerdo, ten cuidado.

Salió brincando con su bastón. Mientras me columpiaba con mis telarañas por los edificios.

— Vaya, vaya, vaya... — se río — ¿Qué tenemos aquí?

— Vete, Tari. Esto no es asunto tuyo.

— Queen of Evil para ti, querida.

Rodeé los ojos.

— Como sea... — suspiré. — Lárgate.

— No lo haré, o al menos... — empezó a acercarse a mí peligrosamente — ... No sin ti.

Me posicioné para atacar.

— ¿Qué quieres de mí?

— Todo. Te quiero a ti. Descuida, será mi regalo de cumpleaños para mi nieta. A ella le gusta golpear cosas.

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