Andrew estaba asombrado, ante el se encontraba el Dungeon Máster, el amo de este calabozo y le pedía su opinión, la verdad es que nunca había escuchado tal cosa en ninguno de los otros juegos ni tampoco en ningún foro, así que no sabia que pensar y tampoco si debía decirle la verdad, pero antes de que pudiera abrir la boca el niño volvió a hablar.
-Antes de que digas nada has de saber que si mientes lo sabré, así que tú mismo.
Andrew tragó saliva de forma visible, le iba a decir la verdad, pero antes debía saber algunas cosas del niño.
-Prometo decirte todo, pero me gustaría saber algo de ti, ¿Es este tu primer Dungeon?
El niño simplemente asintió.
-Si, mi papá me dijo que ya era suficientemente mayor para construir mi primer Dungeon y hace diez años creé este, ¿Cómo lo sabes?
-Por que has cometido algunos errores que harán que la gente a la larga no venga, el primero y más importante: los monstruos no sueltan ningún tipo de objeto al morir y eso debería ser lo básico, no hace falta que sea mucho, los kobolds con uno o dos cobres cada uno vale; los animales se deberían quedar los cuerpos para que los aventureros cogieran carne y piel y además los jefes de piso deberían dejar algún objeto utilizable por el grupo y monedas de plata y unas pocas de oro.
-¿Y como puedo saber que objetos les sirven?
-Preguntó el niño mirando a Andrew fijamente con cara ansiosa.-¿Tu no tienes la habilidad de analizar? Si la tienes la puedes usar para saber la profesión de cada uno, en la mayoría de las veces te saldrá civil, pero no importa, dales algo, eso sí, que no sea muy poderoso, un +20 mágico o con un hechizo menor dos o tres veces al día sería suficiente, si es que puedes crearlos, claro, además te fijas en sus armas sabrás que darles, otra cosa que has de saber es que un grupo no es igual que un aventurero solo, esa fue la razón por la que pude llegar tan rápido, tu Dungeon no esta preparado para uno solo, cuando vienen en grupo, no suben tanto de nivel y por eso no llegan hasta el final, pero no bajes el nivel para los grupos, si eso, súbelo un poco cuando venga uno solo.
El amo del Dungeon lo miró sorprendido, todo eso era nuevo para él, pero haría su Dungeon más interesante y haría que viniera más gente y podría hacerlo más grande, ya que para ampliarlo se necesita la magia residual que queda cuando un aventurero lanza un hechizo.
-Gracias, son cosas que me están enseñando mucho, son cosas que mi padre no me explicó nada, no entiendo él por qué no lo hizo, pero tu me has enseñado mucho y por eso te daré algo por tu ayuda y por ser el primero en llegar hasta el final.
Se dió la vuelta antes de que Andrew pudiera decir nada y lentamente lo siguió a través de la puerta y de un galería que parecía estar excavada en la roca, mientras que el golem se movia a su lado hasta que llegaron hasta una habitación con una simple mesa y unas sillas, en la habitación habían 7 puertas, el niño se sentó en una silla e invitó a Andrew que hiciera lo mismo y el aventurero lo miró muy serio. -Te daré otro consejo y este lo digo por tu bien, nunca jamás te muestres a otro aventurero, se que tu golem es fuerte, pero si llegan cuatro o cinco aventureros, podrían rodearlo ya que es muy lento, así que no te fíes jamás de nadie, al menos no hasta que seas mas poderoso.
El niño le agradeció sus consejos y luego le pidió que le siguiera a otra habitación; esta tenía la puerta dorada y cuando vio el interior, Andrew abrió los ojos de forma desmesurada ya que el interior estaba tan lleno de objetos y de monedas de todo tipo que no había ni un hueco libre en el suelo y hasta en el centro había una pequeña montaña. -Escoge lo que quieras de aquí, cualquier cosa que desees es tuyo.
ESTÁS LEYENDO
ELERIANNA
FantasyAndrew, un escritor que en la vida real lo tiene todo: es joven, rico y con mujeres a su alrededor, no es feliz, la vida le parece monótona y aburrida y para él, ha perdido la chispa. Por eso cuando sacan un nuevo juego, basado en un MMORPG que el j...