Mundos

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Andrew estaba feliz. Hoy por fin recibiría la cápsula de inmersión para un juego que LigthShield Company había sacado al mercado, esa compañía había estado sacando pequeños juegos de ordenador basados en un mundo de fantasía llamado Elerianna en el que se podía jugar con cualquier raza que existiera en los mundos de fantasía: enanos, elfos, humanos, beast-skins, que eran como se llamaba a los humanos con partes animales, pero también con otros, goblins, gnolls y drows, entre otros y al parecer hasta podías hacer un drow guardabosques, pero no era lo mismo que los de cápsulas dónde te podías meter en el juego y crearte un avatar y no había mucha gente que jugará con él, pero un día, hacia ya cinco años, cuando había estado a punto de dejar de jugar, había recibido un mensaje que le informaba de que iban a crear una cápsulas de juego para Elerianna y que cerrarían la plataforma del juego para poder crear el otro cuando estuviera listo y que si estaba de acuerdo tan pronto estuvieran listas le enviarían una, pero que el coste no sería barato, pero que al ser uno de los primeros elegidos le podían hacer descuento, al principio le había parecido un timo, pero cuando le informaron de que no debería pagar nada hasta que estuviera todo listo es lo que le había acabado de convencer.

Los cinco años habían pasado rápidamente y él ya casi ni se acordaba, pero de repente recibió una notificación a su ordenador recordándole que en breve recibiría la cápsula tal y como le habían dicho, lo cual lo sobresalto, pues ya ni lo recordaba pues no se habían vuelto a tener noticias y creía que al final no se había hecho y además tampoco se habían hecho testers públicos, al menos no se había dicho nada públicamente, pero por los vídeos de promoción estaba más que interesado en probarlo ya que los últimos MMORPG habían sido todos del tipo futurista, con naves espaciales y enemigos de otra galaxia y demás, pero a él nunca le habían gustado ese tipo de juegos, y además los paisajes eran idénticos a los del juego de ordenador,pero cuando había surgido el mensaje le había llamado la atención de inmediato y había aceptado sin dudar.

Y otra cosa que le había llamado la atención era la cápsula en si, ya que no era una simple cápsula si no una pequeña habitación de 2x3x3 metros no aptas para el tamaño de todas las casas y, además de estar acostado de forma normal en un cómodo asiento adaptable, te permitía estar de pie si ese era tu gusto, permitiéndote moverte dentro para poder pasear y que no se te durmieran las piernas mientras jugabas.

Según le habían explicado, un día en el juego equivalía a una hora en el mundo real, así que si jugaba una media de diez horas podría avanzar mucho, si empezaba un día antes, pero él sabía que había corporaciones que jugarían más que el, pues había gente que se dedicaba solo a eso y sabia que habría profesionales cómo en todos los juegos y si, como temía, era un paytowin estaba más que jodido, ya que se había gastado casi todos sus ahorros en ello contando el descuento, casi cien mil dólares en la capsula, pero ni estaba casado ni tenía hijos y además vivía en una casa, que ya tenía pagada y no tenía deudas pendientes.

Así que después de ver un rato las noticias se decidió a esperar a que llegarán los transportistas con la cápsula.

Desayunó, se duchó y se vistió con una pantalón marrón, camisa blanca y un chaleco negro, que era lo que usaba su personaje, un tipo frío, duro y seco, se miró al espejo, convencido de que esa ropa no le quedaba mal, no era ni muy mayor ni muy joven, sobre unos veinticinco años, cercano al metro ochenta de altura y algo musculoso, pero no en exceso, ya que cuando no trabajaba desde casa, le gustaba ir al gimnasio que tenía en una parte de la casa, apenas una cinta para correr y poco más, con el pelo y los ojos negros, en cambio su piel era más palida más sonrosada que morena, ya que el sol le quemaba enseguida.

Pasado el mediodía llegó un enorme camión con la cápsula que montaron en el cobertizo dónde Andrew tenía los utensilios para el taller y demás, pero que el había vaciado para que le metieran dentro.

Mientras la montaban cinco operarios, un hombre con un traje negro bombín, paraguas en un día de sol radiante y un maletín, se acercó a él para explicarle lo básico y para hacerle firmar, pura rutina dijo, que negaba realizar cualquier demanda contra la compañía, no por el fallo del juego, que tenía una garantía de veinte años, si no si se causaba algún daño al jugar, ya que se podía regular la tasa de compatibilidad para tener un grado real de juego.

Andrew firmo, ya que en los últimos años ya habían muchos juegos de ese tipo y sabía cómo iba y sabía que lo normal era ponerlo sobre un 50% pero cuánto más se subía más real era, otra cosa que le explicó que para evitar que la gente se volviera unos viciados del juego si moría en el juego podía volver a entrar, pero después de que pasara un día entero en la vida real y que además aunque la cápsula disponía de retrete que deshumidificaba los restos y los convertía en fertilizante y unos pequeños paquetes de comida como los que usaban los astronautas en su viajes, para poder desconectarse sin necesidad de salir de la capsula, pero si ella notaba que estaba muy agotado o cansado, ya que tenía unos sensores biométricos incorporados, en el momento en el que se fuera a dormir en el juego, automáticamente se desconectarla y debería dormir de verdad y que al ser un proceso de la máquina, no pasaría el tiempo y se despertaría en el juego con solo ocho e transcurridas.

Andrew bostezó y miro a su alrededor, los cinco operarios acabaron de montar la cápsula y saludando con un gesto al tipo del bombín se subieron al camión y se fueron.

Después de eso, el tipo se levantó y le dió la mano.

-Nos vemos en Elerianna, gracias -tras lo cual se dirigió al coche en el que había venido y tras volver a saludarlo esta vez con el paraguas se fue.

En otro lugar, un anciano se sentaba lentamente en la silla de su despacho y encendía su ordenador.

Tal y como estaba planeado, los primeros cincuenta jugadores estaban a punto de entrar en Elerianna y esperaba que se comportarán al igual que en el juego original, ya que durante esos cinco años los había tenido bajo observación tanto en las misiones del juego como en la vida real sin que se dieran cuenta y no había visto grandes defectos o maldades en ellos, no eran tipos puros o inmaculados, pero sus errores eran pequeños, así que había decidido darles las cápsulas numeradas por sus errores.

Mientras miraba sus nombres tres personas entraron en su despacho después de llamar a la puerta y los tres parecían trillizos pues eran idénticos al tipo del bombín al que había visitado a Andrew.

-Todo está en su sitio -habló uno de ellos inclinándose de tal forma que casi rozaba el suelo con la cabeza-, los principales están en su sitio, el resto irán mañana, solo espero que todo salga bien.

Por un momento, el anciano frunció el celo, ya que algunos jugadores habían hecho verdaderas maldades en Elerianna, ya que el juego era un mundo abierto y se podía hacer cualquier cosa, pero luego sonrió, ya que si hacías alguna maldad y eras encarcelado durante diez años eran diez años que pasaban en el juego, no te ibas a dormir y luego salías de la cárcel, ya lo había dejado todo preparado para que, hicieras lo que hicieras, no hubiera pena de muerte, ya que solo sería la resurrección del jugador en un día, pero si que hubiera penas muy pero que muy largas.

-Bien, mañana será un gran día, hay por lo menos doscientas mil personas que van a recibir una capsula, es una pena que no hallamos podido crear más, pero no se puede hacer nada -el anciano se dirigió hacia la puerta acompañado de los trillizos y sonrió-, supongo que los demás están preparados.

-Si, mi señor, mañana exactamente todos a la misma hora recibirán sus cápsulas, ¿Vos que vais ha hacer ahora?

-Descansar -confesó el anciano mirando al cielo y suspirando-, han sido cinco largos años, pero ya no se puede hacer más, solo espero que sea suficiente y que no sea muy tarde.

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