Hombres-jabalí y Cerdos

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Llevaban tres días de camino y estaban a punto de llegar a la aldea de la muchacha y Andrew estaba intrigado por lo que podrían encontrar al llegar allí ya que, según ella, en pocos días volverían a ser asaltados por los hombres-jabalí y debían estar preparados.

Miró a sus compañeros y sonrío: la verdad es que formaban un grupo variopinto, además de Marcus y de Yllianni, había un guerrero enano con una maza a la espalda más grande que él y dos ballestas colgadas del cinto, siempre con una cara de haber bebido leche agria permanente, pero que en cambio esbozó una media sonrisa y palmeo con fuerza la espalda de Andrew en cuanto lo vió, ya que era uno de los enanos que entraron en el portal de Silverstone con él y enseñó con orgullo el báculo que Ra y las cicatrices que había recibido ese día, cuando Andrew preguntó por Crockta la sonrisa del enano aún se hizo más amplia ya que, según él, era muy diferente a los orcos que habían conocido anteriormente, ya que a este le gustaba la cerveza y el ron enano y tenía facilidades en algo en lo que los enanos estaban muy orgullosos y solían hacer por la noche después de un duro trabajo en la mina y en la herrería: sabía contar historias y en el tiempo que llevaba con ellos había contado muchísimas historias y la que más les había gustado era la de un rey enano tuerto con un escudo cuyo una jarra de cerveza espumante y un casco de un solo cuerno, siempre acompañado de dos humanos, un elfo oscuro y una pantera negra gigante.

Había un hombre también con ellos, no muy alto y vestido completamente de negro y la cara afilada y delgada con una cantidad indecente de cuchillos encima de él, solo de forma visible, Andrew contó más de un centenar y pudo percibir varias docenas más escondidos entre su ropa.

También había una muchacha peliroja y de ojos azules, con la cara llena de pecas, portando una coraza de plata y grebas y brazales del mismo material sobre un vestido corto azul que cargaba con un escudo redondo cuyo emblema parecía ser la cara de Medusa y una espada que parecía ser una gladius, Andrew sonrió al mirarla ya que era una jugadora, no tenía un nivel muy alto, apenas 12, lo que significaba que era de la segunda ola y le recordaba mucho a un personaje de SoulBlade.

Y luego estaba el muchacho, llamado Beldwyr, que resultó ser el último miembro de una orden antigua de cazadores, los cuales se dedicaban a cazar cualquier criatura oscura, ya fueran los no-muertos, personas o monstruos, eran una mezcla extraña entre magos guerreros y sacerdotes teniendo listas muy parecidas a la del arm-máster, pero con las habilidades adicionales de un clérigo tanto a la hora de curar como de practicar exorcismos también tenían la lista de encantar armas, pero dedicada única y exclusivamente al exterminio de criaturas malvadas, por esa razón había podido ver al enemigo de la elfa en el duelo, no porque pudiera ver la invisibilidad sino porque había podido percibir el aura de maldad de su adversario.

Andrew sabía que esa era la razón por la cual no habían dicho nada cuando una cuarta persona se inmiscuyó en un duelo a muerte de tres contra tres ya que durante más de 80 años no habia habido ningún Cazador y en ese aspecto las autoridades estaban muy interesados en él ya que podían percibir las malévolas intenciones de cualquiera que llegara a la ciudad.

Le habían dejado ir a la misión porque todavía era un novato y necesitaba que subiera rápidamente nivel ya que hacerlo también subían sus habilidades, pero le habían hecho hincapié a Marcus de que no debía sufrir ningún tipo de daño.

El muchacho les contó que cuando entró en el edificio solamente había un anciano de unos 80 años con la cara pálida y temblorosa, pero que cuando lo vio entrar los ojos se le iluminaron y esbozó una sonrisa medio desdentada y cuándo descubrió que beldwyr era un cazador, pareció rejuvenecer de golpe, se levantó renqueante y se acercó al mostrador sacando un viejo libro polvoriento y con las hojas llenas de agujeros de termitas.

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